Para analizar
correctamente el resultado de las elecciones en EEUU creemos que es más preciso fijarse primero en quién perdió que en quién ganó. Visto
así, el triunfo de Trump es el síntoma más evidente de que se quebró el espinazo de la globalización
neoliberal, etapa final del capitalismo y, por ello, cruje la columna vertebral
de todo el capitalismo realmente existente en nuestros días.
Mariano Ciafardini / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires,
Argentina
No pensamos estar
exagerando si decimos que estaríamos entrando
a una transición histórica en la
que, a poco andar no sabremos cómo llamar exactamente al modo de producción y
apropiación en el que estemos viviendo,
pero de seguro ya no podrá
hablarse lisa y llanamente de capitalismo, al menos en lo que ello significa
en términos marxistas.
Globalización
neoliberal es lo contrario de proteccionismo y de industrialismo. Es
desregulación casi total y el
financierismo (esto significa: las
finanzas no al servicio de la producción –capitalista o imperialista- sino la
producción en función de la renta
financiera capitalista global).
Trump expresa a
poderosos grupos económico-políticos que se han puesto en contra de esta
dinámica porque no les queda otra alternativa. No es, entonces que sus anunciadas propuestas económicas, se
traten de meros de meros slogans de campaña. Van a intentar realmente un gran
cambio en la estrategia de EEUU como país, como bloque político económico con pretensiones hegemónicas. No es necesario
aclarar el impacto que esto va a tener en el resto del mundo.
Es un error considerar
a Trump un mero “outsider oportunista”. Nadie llega a la presidencia de EEUU y
le gana al bipartidismo tradicional del establishment mundial de la época, que
en este caso había unido a Demócratas y Republicanos y a los clanes Clinton y
Bush, simplemente porque “leyó mejor el estado de ánimo de los votantes” y “se aprovechó de un sistema electoral en el
que no gana la mayoría real sino la mayoría de los electores”.
Con ese mismo sistema electoral la
pendularidad del sistema se las había arreglado hasta ahora para tener dos
candidatos más o menos aceptables en los
términos del sistema mismo y si había algún tipo de sorpresa (que nunca podía
ser mayor) el curso de la campaña
electoral se arreglaba con una pequeña dosis de fraude correctivo o con
acuerdos post electorales. Esta vez no fue así, ni lo será.
Por supuesto hasta hoy
hubiera sido inimaginable que una vez
cerrado el resultado electoral no se alinearan todos los medios (y todo
el establishment) al menos en las apariencias detrás del ganador, que empezaba, automáticamente, a ser tratado como un héroe de la nación
hasta promediar su mandato.
Hoy no sólo sigue la
campaña contra Trump en los principales medios norteamericanos y del
capitalismo mundial sino que se ha agudizado, hasta ha habido manifestaciones
callejeras contra el presidente
legítimamente elegido por el pueblo el día siguiente al de la elección. Ni en
lo que ellos llaman una “republiqueta bananera” pasó nunca esto.
Como se explica
entonces que haya ganado? Y porqué por primera vez en la historia hay una
reacción semejante?
Es que ha pasado algo
totalmente anómalo que no tiene que
ver solo con lo electoral, sino con una
crisis sistémica total.
Como decimos, más
que pensar centralmente en quien ganó debe pensarse en quién (y
qué) fue derrotado . La derrotada fue
Hillary que representaba la continuidad de la globalización para pocos y quien
la derrotó no fue puramente Trump, ni siquiera puede considerarse como los
principales victoriosos al electorado de
desocupados, semi-ocupados o
precarizados trabajadores industriales
del anillo de los grandes lagos. Aunque el sentido en que votó la clase obrera
industrial norteamericano, o lo que queda de ella, no deja de ser
significativo.
No, los principales vencedores, quienes le propinaron la paliza a la
hillaryzación financiera terrorista global, fueron los pueblos del mundo. Ese
sujeto histórico que con tanta desesperación
buscan tantos izquierdistas melancólicos. Ese sujeto que como “topo” está siempre cavando aunque
no lo vean y que ha destruido ahora irreversiblemente los cimientos del sistema y ha “dado por tierra”
con la eternidad de utilería del
capitalismo que “siempre se recicla”.
Intentemos una
descripción sintética de lo que ha
pasado en realidad.
Detrás de la ágil
frescura de la imagen de Obama y de la de su familia televisiva, se escondió,
durante sus mandatos la más perversa de todas las estrategias de dominación del
capitalismo. El plan globalizador siempre fue
transformar el mundo en una red de centros financieros tipo Londres o
Nueva York, esparcidos por todo el mundo, sin importar de qué país se trate. En
torno a cada uno de esos nodos se
agolparía la oligarquía financiera y una cada vez más escueta clase media, protegidos, todos ellos, por legiones de
desclasados a sueldo y apoyados por unos no muy numerosos “staffs” de administradores y profesionales y equipos
tecno científicos etc. El resto de la humanidad (es decir no menos de seis mil millones de personas) se
agolparían en torno de estos centros en círculos concéntricos de “Ilotas” de
distintas categorías. Repetimos, cualquiera sea el país de que se trate, es
decir sean países centrales o periféricos, industrializados o no, lo que
incluye, especialmente, a los EEUU de Norteamérica y Europa Occidental.
Así se venía diseñando
el “nuevo mundo” de la globalización ya aceleradamente desde
Bill Clinton, y a ello era a lo que debía dar continuidad Hilary.
Claro que esta estrategia tenía entre sus
“perdedores”, además de las tres cuartas partes de la humanidad, a los pocos pero todavía muy poderosos
magnates remanentes del ya atrasado esquema de dominación del siglo XX, el del
imperialismo (principalmente norteamericano) con sus grandes monopolios
industriales atados al estado
norteamericano a través del complejo militar industrial y los grandes bancos
que servían de apoyo financiero a esta estrategia imperialista. Los nombres de
aquellas épocas eran Rockefeller , Carnegie,
Morgan, Standard Oil, Ford,
General Motors, Chase Manhattan, Bank of
América, banca Morgan. Era la época del gran sueño “americano”, del uso de la banca estatal como reaseguro de
la operabilidad financiera con instituciones como Freddie Mac y
Fannie Mae, de la Ley
Glass-Steagal, que impedía mezclar la banca de depósito con la banca de
inversión, de la articulación salarial con
los sindicatos cómplices de la AFL-CIO y del juego bipartidista de los
Demócratas-Republicanos, mediante el que
se administraban los roces competitivos hacia el interior del imperialismo norteamericano. Tiempos de keynesianismo en tensión con liberalismo,
con un poderoso mercado interno y una alta tasa de ocupación industrial y
balanza comercial favorable.
Todo este esquema, para la nueva dinámica financiera de alta
desregulación, hasta la cuasi
inexistencia económico-financiera de los estados nación como estructura
política soberana, (representada fundamentalmente por la red City Coorp-HSBC-
banca Rothschild-Santander) resultaba un
estorbo. Más aún su desaparición era (y es) condición “sine qua non” para el
logro del plan de la red de “cities” financieras, ágiles y flexibles como los
pasos de Obama.
Esta contradicción de
sectores capitalistas imperialistas empezó desde la constitución misma de esta
etapa del capitalismo llamada globalización allá por fines de los años 80,
pero el primer golpe que le asestó la
nueva estrategia globalista a aquellos grandes barones imperialistas del siglo
XX, fue el de la desterritorialización industrial en masa, con radicación preferencial en China,
minándoles a los grupos imperialistas
industrialistas su base de apoyo geo-demográfica. El segundo gran golpe fue la hiper liberalización comercial a nivel
global de la OMC y de los tratados
ómnibus de libre comercio que, en esas condiciones de desventaja competitiva
hizo que los EEUU sólo pudieran mantener sus tasas de ocupación con el
hiperdesarrollo de los servicios y el consumismo artificialmente sostenido con
la burbuja crediticia. Es burbuja tuvo su primer estallido grande en 2008 y a
partir de allí el enfrentamiento entre el “nuevo capitalismo financiero
globalizador y el “viejo capitalismo
imperialista rezagado” empezó a tener más visibilidad. Es más, esa
crisis fue precisamente desatada por una movida defensiva de los rezagados que, a través de su agente en el gobierno
norteamericano de W. Bush, Paulson ( ex
Goldman Sachs), dejaron caer uno de los
banco importantes de la coalición globalista, el ahora famoso “Lehman
Brothers”.
Todo esto, está muy
inteligentemente estudiado y expuesto en los trabajos de los argentinos Gabriel
Merino y Walter Formento en sus libros
pioneros en este sentido (incluso a
nivel internacional) “Crisis Financiera
Global” y en la reciente publicación de Formento con el holandés Wim Dierckxsens,
“Geopolítica de la Crisis Económica Mundial”.
Pero como veníamos
diciendo, no ha sido, sin embargo, este grupo
conservador rezagado el escollo
más importante para los globalizadores. Es
otra la fuerza que se les ha venido oponiendo en serio y que es la verdadera imposibilidad para cumplir con sus objetivos. Ha sido, se
podría decir en forma abstracta la
historia misma. Y en forma concreta: la humanidad.
Veamos cómo ha sido
este proceso de reconfiguración del
sujeto histórico en la globalización
El capitalismo, aun antes de adoptar su forma “new age” globalizadora y financierista, había empezado
a dar muestras de su finitud . Ya E.
Mandel había visualizado su decrepitud
con sus análisis sobre lo que llamó capitalismo tardío en los 70, pero hoy queda más en evidencia
que nunca que estamos ante su decadencia
y su final. El capitalismo comercial
duró desde sus comienzos en el siglo XIV hasta el XIX uso 500 años , el
capitalismo industrial denominado imperialismo que lo sucedió duró aproximadamente
100 años desde fines del XIX hasta fines del XX.
La tercera y última estrategia desesperada de
reciclamiento ha sido como dijimos, la
globalización financiera, a la que nos venimos refiriendo, pero ha durado “apenas” unos treinta años y
ya está agotada. Y no se percibe rastro
alguno de alguna otra nueva versión.
Solo se notan los manotazos
perversos de acciones militares,
disfrazadas de rebeliones democráticas,
en el mejor de los casos y, ya desenfadadamente expuestas como apoyo directo a grupos
terroristas sanguinarios, en el peor. Una de las principales involucradas en
todo este lodazal geopolítico es
precisamente Hillary Clinton quien ha
llevado junto con Obama los niveles de cinismo a extremos nunca vistos antes en
la historia de la humanidad.
Entre los hechos más
notorios de que el capitalismo está condenado, como sistema, a desestructurarse
y sucumbir, está la aparición
contundente, en la escena geopolítica y económico financiera internacional, de
dos potencias como China y Rusia que no
han hecho, en estos últimos años, más que proporcionarle fuertes derrotas
económicas y militares al, perversamente
liviano, globalismo de Obama y Hillary y sus socios ingleses (también golpeados
por el Brexit como un pequeño adelanto de la
victoria trumpista).
Que los sistemas ruso y
chino vayan a derivar en una nueva versión del capitalismo mundial es algo que está en principio en el plano
especulativo, pero parecería muy difícil
y contradictorio en el marco de un análisis más profundo e integral. Su
rol de opositores globales tanto a la estrategia neoliberal de las “cities”,
como a cualquier tipo de neo hegemonismo,
parece estar impulsándolos más y
más a posiciones antifinancieristas , a
nivel internacional , oponiéndole grandes proyectos productivos y comerciales
como la Ruta de la Seda, y hacia posiciones anticapitalistas, a nivel de sus políticas internas, al reconocer lo imprescindible del
desarrollo de sus pueblos y de la elevación del nivel de vida, sin
exclusiones, como parte imprescindible
de su estrategia económico política, aunque es cierto que deberán resolver sus
propias contradicciones interiores en este sentido.
Estos sistemas
nacional-continentales no surgieron por generación espontánea. Son el resultado
de la rearticulación interna de sus propias fuerzas populares en los
complejísimos momentos del paso del capitalismo imperialista al capitalismo de
la globalización financiera. Fue la tremenda experiencia de lucha y resistencia
de sus pueblos durante el siglo XX la que permitió que ambas potencias se
reciclaran en los actores mundiales que son hoy y no pasaran a ser tierra
arrasada y colonizada por la estrategia globalista neoliberal.
Además ( y esto también
es demostrativo de su rumbo) esas fuerzas de naciones-continente se suman y articulan cada vez más con una gran resistencia de masas
mundiales a la globalización, que se expresa por la multipolaridad y la autonomía de las naciones o su
integración en regiones que no
reproduzcan el neoliberalismo sino la
cooperación y la complementariedad global.
Es este gran sujeto
histórico de la globalización, conformado
por personas, movimientos, partidos,
asociaciones e, incluso, y en algunos casos principalmente , proyectos
nacionales y continentales que ejercen
el gobierno y el poder de sus países en contra dela deriva neoliberal y las
artimañas de los Obamas, Hillarys, Blairs, Camerons etc., el que produjo, en
realidad, la derrota de la Sra. Clinton, es decir de su proyecto de continuidad y profundización de la globalización
neoliberal de la red de “cities” financieras. Es este movimiento el que puso al
descubierto su cinismo y su falsedades y
su involucramiento directo en el genocidio a que se está sometiendo a los
pueblos en medio oriente con la estrategia del caos de la que es principal
impulsora.
No nos confundamos,
Hillary perdió contra la resistencia
mundial de los pueblos a la globalización capitalista, y parte de ese
gran movimiento es la clase trabajadora norteamericana, aunque se mezclen
irracionalmente entre sus ideas discursos xenófobos o raciales, manipulados por
el oportunismo electoral. Que esto lo haya aprovechado el grupo imperialista
rezagado para ajustar cuentas con sus
adláteres globalizadores y haya impuesto
a Trump es otro tema, que está en
un plano secundario, aunque no por ello, es claro, poco importante.
Está claro también,
como dijimos al principio, que Trump no
es una casualidad o el éxito electoral
de un “outsider” que se financió por sus propios medios y supo leer inteligentemente los deseos de gran parte de la población
norteamericana. Eso es una ingenuidad. No es posible ser presidente de los
EEUU ( y comandante en jefe de sus FFAA)
sin un apoyo de al menos un sector del poder global Y ese sector es en este caso, como ya dijimos
, el grupo imperialista “rezagado”,
vinculado a la banca más atada al mercado interno norteamericano y a
importantes ámbitos del viejo complejo
militar industrial. O acaso alguien supone que el FBI va a denunciar a la
principal candidata a la presidencia, en
el tramo final de la definición electoral
porque simplemente “está cumpliendo con su deber”. Eso no lo hace ningún
jefe del FBI sino es parte y está
jugando el partido del poder con uno de los bandos principales (y, en este caso, ahora lo
sabemos, con el bando que más
posibilidades en la coyuntura). Este grupo rezagado del capitalismo global ha aprovechado, como
ya dijimos, su oportunidad coyuntural. De todos modos este intento de volver a
los “años dorados de la posguerra”, que
parece ser el objetivo de los que están
detrás de Trump, aunque contenga
destellos de racionalidad frente a la locura desenfrenada del grupo
globalizador, no deja de ser tan irracional como su ad-later y ello se pone en
evidencia cuando uno intenta responder a la pregunta: ¿cómo va a hacer Trump para cumplir con sus
promesas de reindustralización de los
EEUU y recuperación de los niveles de vida de sus trabajadores?
Pero, insistimos
en que no debe perderse de vista que ha sido
y es el esfuerzo de los pueblos y la izquierda mundial lo que está impidiendo que la última versión del
capitalismo siga avanzando. Su
expansionismo militar se empantanó en Afganistán e Iraq, en
Siria está siendo directamente derrotado, su plan ucraniano fracasó, sus
leoninos tratados oceánicos son cada vez más rechazados, su estructura
financiera y monetaria se debilita y
aparecen con fuerza planes globales alternativos.
En lo que respecta a América Latina, aunque se
han sentido los golpes de un intento de contraofensiva desesperada del
Departamento de Estado y la CIA
obamianos, Nicaragua, en la que el
Frente Sandinista acaba de ganar las elecciones con más del 70 %, está
construyendo un canal inter-océanico con
participación china, en las narices del imperio, por el que podrán pasa mega buques mercantes y portaaviones,
Venezuela resiste, Cuba, a la que
quisieron sobornar, se mantiene cada vez
más digna, Ecuador, El Salvador y
Bolivia prosiguen con sus proyectos autónomos, hay posibilidades del regreso de
Lugo al gobierno de Paraguay y El frente Amplio prosigue con su gestión de más
de diez años en Uruguay. Por otro lado, los gobiernos de Macri y Temer muestran, aceleradamente, las nefastas
consecuencias de querer regresar a la senda neoliberal.
Todo ello también influyó para poner en
descubierto la hipocresía Obama –Hillary pero, sobre todo, para mostrar al
mundo, y en este caso especial al pueblo norteamericano, que ya nada bueno
puede esperar pueblo alguno del proyecto que se inició a partir de Reagan-
Bush, Clinton y Tatcher-Major-Blair. No
debe olvidarse que muchos demócratas que habían seguido a Bernie Sanders, un liberal que compartía muchas de las
propuestas económicas de Trump, decidieron finalmente no votar por nadie, y que
la mala imagen de Hillary llego alcanzar más del 60%.
La derrota de Hillary
es un triunfo histórico de los pueblos; Trump es, en todo caso, un efecto inevitable y en cierta medida
impredecible pero preferible a lo que hubiera sido la extensión de la
globalización financiera pura y dura sin solución de continuidad. Habrá que ver
muy atentamente cómo se desarrollan los acontecimientos a partir de ahora.
Nadie dijo que todo esto iba a ser fácil pero se abre una inmensa oportunidad.
*Instituto Argentino de
Estudios Geopoliticos
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