En una de sus alocuciones televisivas, Hugo Chávez nuevamente
afirmaría: “Cuando salí (de la Academia Militar de Venezuela) cuatro años
después ya era subteniente bolivariano y revolucionario, aquí yo me hice
bolivariano, aquí comencé a sentir la pasión bolivariana y ya salí con un
pensamiento al menos pre-revolucionario”.
Santiago Giantomasi * / Para Con Nuestra América
Desde Argentina
"Yo
considero que la Academia Militar de Venezuela es la Cuna de la Revolución
Bolivariana. Podría ser también de la Resurrección Bolivariana. Yo diría que en
términos filosóficos la esencia de Simón Bolívar no se ha perdido a lo largo
del proceso de consolidación de la Escuela Militar, desde que se fundó el 3 de
septiembre de 1810.
Desde
mi perspectiva, el destino de la Academia Militar es el destino de Venezuela,
son inseparables, la historia de Bolívar es la historia de Venezuela, es la
historia de América y ella cuenta la historia de la Academia Militar".
Jacinto Pérez Arcay
Varios son los hitos
que se podrían indicar como relevantes para comprender el impulso
integracionista latinoamericano que se consolidó en la primera década del siglo
XXI en la región. En este proceso, la República Bolivariana de Venezuela tuvo
un rol fundamental en tanto promotor de algunos organismos supranacionales como
el ALBA, CELAC y UNASUR, pero también cumpliendo un rol primordial en el
reforzamiento de otros ya existentes como el Mercosur, dando lugar de esta
manera a la consolidación de una arquitectura regional con un nivel de
integración sin precedentes en la historia de América Latina y,
particularmente, de Sudamérica. Sin embargo, es necesario profundizar en los
estudios que expliquen las causas por las cuales Venezuela devino en uno de los
puntos neurálgicos de irradiación de ese movimiento integracionista, y para
esto es necesario indagar en su historia. De esta manera, la idea de buscar
parte de la genealogía del proceso regional en un país como Venezuela remite a
las motivaciones culturales, económicas, políticas y sociales que perseguía el
elenco gubernamental que accede al gobierno venezolano por vía democrática en
1999. Por esta razón, no se puede soslayar el hecho de que varios cargos de
relevancia en el Estado hayan sido ocupados por militares, por ejemplo, el
principal de ellos, el cargo de presidente de la Nación, por parte de Hugo
Rafael Chávez Frías. En este sentido, abundantes son los estudios acerca de la
influencia de diversas agrupaciones políticas venezolanas sobre la propia
biografía de muchos de esos militares, pero escasas han sido las
investigaciones específicas sobre la formación de los mismos en el ámbito
castrense. Actualmente, analizar en profundidad también este aspecto se torna
una tarea ineludible para comprender, de manera holística, los antecedentes que
dieron lugar al proceso integracionista latinoamericano de principios del siglo
XXI.
El objeto de análisis del
presente artículo es el proceso de profesionalización del Ejército en Venezuela
a partir de la formación de la promoción Simón Bolívar II, de la que fue parte
Hugo Rafael Chávez Frías, desde 1971 a 1975 en el marco del Plan educativo Andrés
Bello que transformó en un instituto militar universitario a la Academia
Militar de Venezuela (ahora llamada Academia Militar del Ejército Venezolano,
AMEB). En esta institución los cadetes se instruían para egresar como oficiales
del ejército con el grado de subtenientes, pero a partir de la aplicación de
dicho plan se graduarían además con el título de licenciados en Ciencias y
Artes Militares opción Terrestre con las menciones de Ingeniería,
Administración o Educación. De los 375 aspirantes que ingresaron en 1971 a la
Academia Militar de Venezuela, jóvenes en su mayoría de 17 a 18 años
provenientes de sectores populares y heterogéneos en cuanto a su procedencia
regional dentro de la geografía venezolana, sólo egresaron 75 en 1975.
Contexto histórico: Venezuela y la Academia Militar
Con el objetivo de
interpretar históricamente el período abordado y sus consecuencias, hay que
tener en cuenta que, así como en otros países de América Latina, en los que
desde el período independentista del siglo XIX (e incluso antes) los militares
ejercieron una gran influencia en la política, protagonizando la escena en muchos
casos, esto puede registrarse también para el caso específico venezolano.
Particularmente, la historia de Venezuela estuvo íntimamente vinculada con las
acciones desarrolladas en el Ejército de ese país. Como antecedentes concretos,
esto puede verse reflejado, por ejemplo, para el siglo XX, en dos oficiales
graduados en la Academia Militar de Venezuela que ejercieron el cargo de
presidente de la nación caribeña: los generales Isaías Medina Angarita
(1941-1945) y Marcos Pérez Jiménez (1950-1958).
Para el momento en que la
promoción Simón Bolívar II ingresó a la Academia Militar de Venezuela, única
institución de formación básica de oficiales del ejército venezolano, en 1971,
ya la guerrilla estaba debilitada a nivel militar. Políticamente no existía el
grado de tensión de la década del sesenta y no había, por ende, la misma
necesidad de formar personal para la lucha antiguerrillera. El gobierno
venezolano, encabezado por Rafael Caldera (1969-1974), pretendía concretar la
pacificación del país. Por esto, en parte, se fue consolidando un mundo militar
más exigente en términos académicos en la etapa formativa y hubo cierta merma en
lo referente a la formación en la Escuela de las Américas. Los recursos
militares antes destinados a la lucha antiguerrillera había que ponerlos al
servicio de otros objetivos de desarrollo social y nacional. A diferencia de
casi todos los países de la región, Venezuela ya no estaba ante esas hipótesis
de conflicto (GUERRERO, 2007).
Por otro lado, a nivel
interno de las Fuerzas Armadas había escasas perspectivas de progreso y
bienestar sociolaboral para los oficiales activos. De manera que había que
generar una opción educativa superior para incentivar la permanencia de los
oficiales, atenuar la crisis de las bajas y proyectar el desempeño profesional
más allá de la fenecida lucha antiguerrillera desde la perspectiva del nuevo
escenario nacional. Había que buscar la forma de dar continuidad a la carrera y
al desempeño profesional del oficial, una vez dado de baja o tras su paso a situación
de retiro en la fuerza.
El Plan educativo experimental
Andrés Bello aplicado en la Academia Militar de Venezuela desde 1971 fue la
segunda gran reforma militar del siglo XX. La primera la hizo el General
Cipriano Castro hacia 1904. El entonces presidente socialcristiano del partido
COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente), Rafael Caldera,
adoptó esta segunda reforma, como antes se expresó, en función de su estrategia
política en un contexto de intento de pacificación del conflicto con la
guerrilla. Hugo Rafael Chávez Frías, reconocía a Caldera como un hombre con un
nivel intelectual por encima del promedio de los políticos tradicionales de la
década del setenta y admirador del ideario del humanista, filólogo y educador Andrés
Bello, maestro de Simón Bolívar (RAMONET, 2013). Caldera favorecía una visión que
apuntaba a la pacificación en comparación con las opciones más reaccionarias de
aquellos militares que continuaban defendiendo la necesidad de orientar grandes
recursos humanos y económicos a la lucha antiguerrillera. Y esto, el entonces
presidente, lo hacía apoyándose en parte en oficiales de las Fuerzas Armadas
que compartían el interés por modificar la lógica que había primado en las
Fuerzas Armadas durante la década de 1960 en que había preponderado el
conflicto militar con los grupos insurgentes. De hecho, en la Academia Militar,
plantean algunos miembros de la promoción Simón Bolívar II, hubo una singular
resistencia a los cambios por parte de oficiales con mayor antigüedad y algunos
alféreces. Pero tuvieron que ceder frente al impulso de un grupo de oficiales, entre
los que se destacaba el director, General Osorio García, los cuales les dieron
permiso e incentivaron a los cadetes para hacer lecturas libres y les hablaban
de la Teoría del Desarrollo, incluían conferencias sobre visiones distintas a
la tradicional militar imperante hasta entonces (RAMONET, 2013).
Es en ese contexto que
surge el Plan Andrés Bello como una Reforma educativo-militar. El proyecto
modernizador de Caldera hacia las FFAA no se inspiraba en las vertientes represivas
que dominaban en el Cono Sur ni América Central, tampoco en las organizaciones opuestas
a la influencia de EEUU en América Latina ni en las de militares con proyectos
nacionalistas como el de Velasco Alvarado en Perú (1968-1975) o Torrijos en
Panamá (1968-1981), pero sí había puntos de contacto con ellos: gobernaba un
país subdesarrollado, en un momento de incremento del rechazo al influjo
norteamericano en el Tercer Mundo. Caldera era dirigente de la Internacional
Demócrata Cristiana, en cuyos postulados, orientados desde la Alemania
Occidental, había una relativa resistencia al modelo militar de EEUU. Los
países de la Europa capitalista participaban a su manera en la Guerra Fría; no
tan apegados al macartismo de EEUU ni a los golpes de Estado que ese país
promovía en determinados países de América Latina (GUERRERO, 2007).
A diferencia de lo que
sucedía en la precedente Escuela Militar del Ejército de Venezuela, a partir de
la implementación del Plan Andrés Bello se exigía poseer el bachillerato
completo para ingresar a la Academia Militar de Venezuela, convirtiéndose la
misma en un Instituto superior Universitario, con requerimientos académicos de
mayor exigencia que los de las generaciones anteriores, otorgando título de
Licenciado en Ciencias y Artes Militares a sus egresados luego de 4 años de
formación. Se graduaban con el grado de subtenientes. Se estudiaba, además de
cursos de teoría y estrategia militar o historia de la guerra, materias como
Introducción a la Sociología, Introducción a la Filosofía, Derecho
Constitucional, Introducción a la Economía, Introducción a la Política, un
curso propedéutico, Historia Universal, Historia de las Ideas Políticas,
Psicología de la Adolescencia, necesarios para dar validez universitaria al
Plan por parte del Consejo Nacional Universitario. Hugo Chávez planteaba que, en
el marco de ese Plan, esa primera promoción, la Simón Bolívar II, era vista
como conejillo de indias, y hasta llegó a haber rivalidad entre esa generación
llamada por las anteriores “los licenciados”, los sabiondos, y ellos, los más
antiguos, que los veían como bachilleres, y en muchos casos los subestimaban,
por la capacidad que habían adquirido para diagnosticar, para solucionar problemas
y querían utilizar la arbitrariedad para frenarlos (MUÑOZ, 1998).
Un factor de relevancia
es que los integrantes del ejército venezolano, tanto sus tropas, como sus
tropas profesionales, suboficiales profesionales de carrera y los oficiales “son
personas provenientes del pueblo, de las barriadas, de las zonas rurales, de
los extractos medios y bajos de la sociedad” (AGUILAR;
CAMARGO, 2008, p. 68), a diferencia de varias organizaciones militares de
otros países en las que la oficialidad son hombres y mujeres pertenecientes a
las clases altas y élites privilegiadas de la sociedad. Este se puede
considerar como “un factor importante en los acontecimientos venideros, donde
el liderazgo consta esencialmente en la relación directa con las tropas” (AGUILAR;
CAMARGO, 2008, p. 68).
En consonancia con lo
anteriormente expuesto, la investigadora chilena Marta Harnecker (2004, p. 9) se
pregunta “¿Qué hace a estos militares diferentes? ¿Por qué la gran mayoría de
ellos apoya un proceso de transformaciones profundas en su país orientado a
resolver los problemas de los más desposeídos?” En primer lugar, considera que
es notable la influencia de Simón Bolívar en su formación en función de la
integración latinoamericana y la relevancia que tienen los sectores populares
en la concepción bolivariana. En segundo lugar, destaca el significativo
impacto causado a partir de la educación militar en el marco del Plan Andrés
Bello. Posteriormente, indica que hay que tener en cuenta que para la década de
1970 el país ya se encontraba pacificado y muy pocos núcleos guerrilleros
persistían, originándose una situación de empatía con los campesinos pobres en
los patrullajes cotidianos. Finalmente, Harnecker asevera que en la Fuerza
Armada venezolana no hay discriminación social para acceder a los grados más
altos dentro de la Fuerza Armada (HARNECKER, 2004, p. 9).
Hugo Chávez y la Academia Militar de Venezuela
Hugo Chávez manifestó
en algún momento ser hijo de la Academia Militar y es probablemente porque allí
surgieron sus primeras motivaciones políticas (ELIZALDE; BÁEZ, 2004), al igual
que en el caso de varios de sus compañeros de promoción. En el nacimiento de
las mismas es importante la influencia de ese Plan Educativo experimental,
Andrés Bello (y que, por ende, la promoción Simón Bolívar II fue la pionera), como
también la proyección de algunos miembros de la corriente de oficiales de la
Academia Militar que educó a esa promoción.
La idea central era
formar un oficial de mayor nivel cultural académico que las generaciones precedentes,
y con ello elevar el nivel general de las Fuerzas Armadas. Hugo Chávez afirmaba
que a la Academia Militar iban docentes civiles y militares con gran
preparación intelectual, donde se planteaba la libertad de discusión, sobre
temas de historia, de sociedad o de economía, en detrimento del dogmatismo (ELIZALDE;
BÁEZ, 2004). Se realizaban conferencias organizadas por los mismos oficiales de
planta, como el entonces director de la Academia Militar, el General Jorge
Osorio García, fallecido en 2009, quien tenía un trato especial con esta
promoción e insistía con que ellos serían los Generales del año 2000, buscando favorecer
un clima de superación, les expresaba que serían la “vanguardia de una nueva
generación” (HIDALGO, 2009). Igualmente, el sub-director Rojas Araujo, que
además era Doctor en Historia; el teniente Pompeyo Torrealba, actualmente muy
activo por sus posiciones vinculadas a la recuperación del Territorio del Esequibo
(en disputa con Guyana) por parte de Venezuela; y sobre todo el General Jacinto
Pérez Arcay, quien entonces era teniente coronel, historiador, autor posteriormente
de La Guerra Federal: Causas y
consecuencias (1977) y El fuego
sagrado (1979). Este último, según planteaba Hugo Chávez fue quien le
encendió la llama bolivariana, su filósofo y maestro para toda la vida, el
culpable de su segundo nacimiento (ELIZALDE; BÁEZ, 2004).
Hugo Rafael Chávez
Frías afirmaría, al referirse a la Academia Militar de Venezuela que “aquí se
han forjado generaciones y generaciones, aquí fuimos forjados. Y yo pudiera
decir algo más, sin exageraciones de ningún tipo, la Academia Militar fue desde
los años ’70, finales de los ’70, toda la década de los ’80 y buena parte de
los ’90; cuna donde anidó la Revolución Bolivariana” (CHÁVEZ, 2006). De esta
manera, Hugo Chávez asignaba a la Academia Militar de Venezuela un rol
histórico de relevancia al recalcar el valor de su formación en la proyección
hacia el ámbito político y social del país.
Al referirse a las
transformaciones producidas a partir de la implementación del Plan Andrés
Bello, Chávez en 1993 aseveraría que “Las implicaciones de este cambio
estructural fueron determinantes en la formación de un nuevo tipo de oficial,
alejado cada vez más del viejo autoritarismo” y agregaría que “Los historiadores
venezolanos deberán indagar con atención en este proceso que incidirá de
diversas formas en los acontecimientos futuros.” (CHÁVEZ, 2007, p. 14).
En este último sentido,
en una de sus alocuciones televisivas, Hugo Chávez nuevamente afirmaría: “Cuando
salí (de la Academia Militar de Venezuela) cuatro años después ya era
subteniente bolivariano y revolucionario, aquí yo me hice bolivariano, aquí
comencé a sentir la pasión bolivariana y ya salí con un pensamiento al menos
prerevolucionario” (CHÁVEZ, 2006).
Consideraciones finales
A partir de la
implementación del Plan Andrés Bello en 1971 en la Academia Militar de
Venezuela, como programa educativo experimental, se transformó el perfil
profesional de los cadetes y futuros oficiales, siendo esto reflejado en varios
miembros de la primera promoción egresada de ese plan, la Simón Bolívar II, particularmente
en el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Estos últimos encontraron
en este nuevo pensum de estudios la posibilidad de interpretar a las Fuerzas
Armadas Nacionales de Venezuela como motor indispensable para la transformación
del país, a nivel geopolítico, hacia un mayor nivel de integración con otros
países de Latinoamérica y, a nivel económico, abocado hacia un modelo de
desarrollo con inclusión social a partir de la redistribución de la renta
petrolera, lo cual requería involucrarse políticamente.
Es posible apreciar que
fueron principalmente cuatro aspectos los que influyeron en la formación de
esos militares en el contexto de la Academia Militar de Venezuela bajo el Plan
Andrés Bello, impulsando un pensamiento crítico a nivel político, social y
económico y una perspectiva latinoamericanista a partir de la concepción
bolivariana. Por un lado, en relación a lo estrictamente prescriptivo, se puede
considerar que la ampliación de las disciplinas hacia un carácter más
humanístico contribuyó a forjar esa visión de los cadetes antes expresada. En
segundo lugar, los docentes que brindaron educación a la promoción Simón
Bolívar II aportaron también su visión crítica sobre la historia y situación
venezolana. Las experiencias e intercambios con militares nacionalistas,
especialmente del Panamá de Omar Torrijos y del Perú de Velasco Alvarado,
también fueron cruciales para forjar una identidad política en esa promoción.
Finalmente, el carácter universitario del Plan Andrés Bello permitió
revalorizar el rol del militar en la sociedad, elevando de esta manera la
autoestima corporativa. Todos estos factores que, como se recalcó, influyeron
en buena parte de los cadetes de la promoción Simón Bolívar II, lo harían,
teniendo en cuenta el desarrollo histórico posterior, particularmente en la
formación del miembro más destacado de la misma: Hugo Rafael Chávez Frías.
El nombre de la
promoción (Simón Bolívar II), los docentes y oficiales de planta que tuvieron
la responsabilidad de formar a esa generación, como así también el carácter de
las disciplinas, especialmente la Cátedra Bolivariana, dan cuenta del valor
otorgado a la concepción del fundador de la Gran Colombia y Bolivia. Esto,
sumado a las experiencias e intercambios con los militares nacionalistas
peruanos y panameños, se configuran en hitos fundamentales para comprender la
concepción integracionista latinoamericana de esos oficiales.
El presente trabajo es
una selección del artículo presentado en el marco del XVI Congreso
Internacional del FoMerco, Salvador de Bahía, Brasil, 27-29 sep. 2017.
Disponible en: http://www.congresso2017.fomerco.com.br/resources/anais/8/1503496190_ARQUIVO_Giantomasi,Santiago-HugoChavezylaAcademiaMilitardeVenezuela.pdf.
Acceso en: 31 oct. 2018.
Bibliografía
AGUILAR, R. F. P.; CAMARGO, J. F. E.
(2008) Influencia que tuvo la Academia
Militar de Venezuela en la formación del Tcnel. (Ej) Hugo Rafael Chávez Frías,
Comandante de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992. Tesis de
licenciatura. Caracas: AMV.
CHÁVEZ, H. R. (2007) Mensaje Bolivariano del comandante HUGO
CHÁVEZ FRÍAS a la Nación. A un año del 4F: Aniversario de la Dignidad.
Caracas: Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información -
MIPPCI.
CHÁVEZ, H. R. (3
sep. 2006). Aló Presidente N° 261.
todochávez. Disponible en: http://todochavez.gob.ve/todochavez/4040-alo-presidente-n-261
. Acceso en 28 ene. 2018.
ELIZALDE, R.;
BÁEZ, L. (Nov. 2002). Chávez Nuestro. Caracas: Casa Editora Abril, 2004.
GUERRERO, M. E. (2007) ¿Quién inventó a Chávez? Buenos Aires:
Ediciones B.
HARNECKER, M. (2004). Militares junto al pueblo. Rebelión.
Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/97069.pdf.
Acceso en 28 ene. 2018.
HIDALGO, M. L. (2009). Homenaje póstumo a un buen soldado.
Aporrea. Disponible en http://www.aporrea.org/actualidad/a82031.html.
Acceso en 15 dic. 2016.
MUÑOZ, A. B. (1998). Habla el Comandante. 2da. ed. Caracas:
Fundación Cátedra Pio Tamayo.
RAMONET, I. (2013). Hugo Chávez: Mi primera vida. Buenos Aires: Debate.
* El autor es
estudiante de Maestría en Integración Contemporánea de América Latina de la
Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA, Foz do Iguaçu,
Brasil), miembro del Centro de Estudos Sócio-Políticos e Internacionais da
América do Sul (CESPI) de la UNILA, becario por convenio OEA-GCUB. Profesor en
Historia egresado de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Correo
electrónico: sgiantomasi@hotmail.com
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