El tiempo corre en
contra de López Obrador pero también de los huachicoleros: la duración de la
crisis de suministro de gasolinas determinará al vencedor. Hoy Andrés Manuel
está ganando, su popularidad ha subido al 76% y la aprobación de la población,
a pesar del desabasto de gasolina, oscila entre un 60 y 90% dependiendo de la
encuestadora que la mida.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Desde hace
relativamente poco tiempo la palabra “huachicol” en México retumba en los oídos
de sus habitantes. Con la globalización informativa, el término ya es
ampliamente conocido en el planeta. El
nombre que ahora designa en México al combustible robado probablemente venga de
la palabra maya “huache” cuyo significado “extranjero” devino en “ladrón”. Al
término inicial se le agregó la terminación
“col” cuando se le llamó así en Jalisco al tequila adulterado con
aguardiente de caña. Al iniciarse la práctica de robar combustible de los
carros-tanque y rellenarlos con agua para suplir el faltante, a la mezcla se le
llamó “huachicol” evocando su similitud con una bebida alcohólica adulterada.
Como sucede con muchas palabras su significado inicial ha sido olvidado: hoy
huachicol es el nombre que se le da al
combustible robado. Durante los tres sexenios pasados (Fox, Calderón, Peña
Nieto) en México el huachicol se convirtió en una industria extraordinariamente
boyante.
Las cuentas que ha
hecho el flamante gobierno de Andrés Manuel López Obrador, son que las pérdidas
estatales por el robo de combustible llegaron en 2018 a 3 mil millones de
dólares. Revelación sorprendente ha hecho el presidente mexicano cuando afirma
que el 80% del huachicol proviene de robos hechos desde adentro de PEMEX,
mientras que solamente un 20% lo roban
los “huachicoleros” que perforan los ductos de la referida empresa. En el
estado de Guanajuato, el gobernador ha afirmado que probablemente el 80% de la
gasolina usada en la entidad era robada. Paulatinamente la guerra contra el huachicol,
devela cómo la perversa industria involucra a políticos, dirigentes sindicales,
empresarios y está vinculada al lavado
de dinero. Andrés Manuel ha hecho del combate al huachicol la primera gran
batalla en contra de la corrupción en México. Y dicho combate está teniendo
resultados: en diciembre pasado se
podían robar hasta 126 mil barriles diarios de gasolina mientras a mediados de
enero el robo ascendía a menos de 7 mil. Es consistente la batalla con el plan
de rescatar recursos financieros perdidos por la corrupción para contar con un
Estado fuerte en inversión productiva y gasto social.
Pero la guerra al
huachicol tiene costos. El fin de semana pasado no vi en la Ciudad de
México una gasolinera funcionando.
Estaban cerradas o había largas filas de vehículos esperando que llegaran las
pipas para abastecerlas. El estratégico ducto Tuxpan-Atzcapotzalco ha sido
saboteado reiteradamente en los últimos días. La mafia huachicolera quiere
rendir a Andrés Manuel apostándole a un descontento de la población ante una
crisis de suministro. Ésta afecta al momento de escribir estas líneas a 11 de
los 32 estados de la federación mexicana. El tiempo corre en contra de López
Obrador pero también de los huachicoleros: la duración de la crisis de
suministro de gasolinas determinará al vencedor. Hoy Andrés Manuel está
ganando, su popularidad ha subido al 76% y la aprobación de la población, a
pesar del desabasto de gasolina, oscila entre un 60 y 90% dependiendo de la
encuestadora que la mida. Primera batalla decisiva para la Cuarta
Transformación.
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