No escapa a ningún
analista internacional la situación del país desde que Mauricio Macri se hizo
cargo del gobierno en diciembre de 2015. Todos los indicadores de actividad
económica cayeron estrepitosamente, arrastrando a la pobreza y al desempleo a
más de un tercio de la población, cuestión que ha ido batiendo records.
Roberto
Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Madrid, España
Como en épocas del
fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, quien reunió a su
“escuadra de poetas” con la obligación de hacer la letra de un himno que
celebrara los tiempos en que los rebeldes iban aplastando a la Segunda
República, el rey Felipe VI, el presidente Mauricio Macri y el nobel, Mario
Vargas Llosa se pronunciaron en el VIII Congreso Internacional de la Lengua de
manera poco fortuita y, hasta en broma, salvo que nadie entendió la ironía ni
la celebró. Tampoco las alabanzas y cariños. Mucho menos el pueblo argentino,
cuyos datos de la realidad social y económica conocidos estos días, muestran
otra cara, más grave y vinagre frente al férreo camino tomado y reiteradamente errado
por el primer mandatario.
Democracia, libertad de
expresión y ejercicio de los derechos políticos consecuentes con una equitativa
distribución del ingreso son postulados que irritan a las derechas tanto
coronadas como plebeyas. Además, si lo hacen como patrones de la lengua común
hasta se permiten humoradas que no celebra nadie. Porque vamos, que Felipe VI
dedique su introducción a elogiar las políticas económicas y sociales llevadas
a cabo por su anfitrión, pone en evidencia su poca información en general,
deficiencia en su servicio de asesores que desembocan en un amplio espectro de
repercusiones que van desde el asombro a la repulsión, dado que el blindaje de
los medios hegemónicos impiden hacer circular el descontento manifiesto que
puebla calles en todas las ciudades del país. Cuestión que un mandatario
extranjero debería tener presente. Y como si esto fuera poco, se excedió
rebautizando a Borges para que se popularizara en el futuro con el simple y
generalizado apelativo peninsular de Pepe. Hecho que, seguramente al autor de El Aleph debe haberle removido en sus
propias cenizas, cuestionando el poco respeto de la posteridad a casi 33 años
de su deceso.
El presidente Macri repitió
el error del monarca respecto al nombre del célebre escritor y, con decidida
campaña de reelección, remarcó convencido el rumbo económico. Rumbo que lo
lleva directamente a estrellarse en el muro más sólido; tan sólido y atroz como
el hambre sembrada.
Más obsesivo que en los
años precedentes y lanzado a pleno según el consejo sus gurúes, siguió
elogiando su propia labor – con su lenguaje escueto y florido de furcios –
intentando convencer sobre las bases de una Argentina futura. Bases que
pareciera ser, describen virtualmente la obra pública que tan cara ha sido a
los intereses familiares. Pero que, deliberadamente, se desentiende de los
demás, sobre todo de la inmensa mayoría que padece su insensibilidad frente a
la infinidad de dramas en los que ha sumergido a la gente por su infausta y
torpe gestión.
No escapa a ningún
analista internacional la situación del país desde que se hizo cargo del
gobierno en diciembre de 2015. Todos los indicadores de actividad económica
cayeron estrepitosamente, arrastrando a la pobreza y al desempleo a más de un
tercio de la población, cuestión que ha ido batiendo records. Con una inflación
del 50% el último año, estamos junto con Venezuela y ocho países africanos
entre los diez más afectados por este flagelo. Flagelo que el rubicundo
mandatario se jactaba de eliminarlo de cuajo porque, según su cambiante
opinión, era producto de la incapacidad de los gobernantes. Y en lo que va de
estos primeros tres meses de este año, con muchísima suerte y viento a favor –
inyección de dólares del FMI – estaría rondando un 37% al finalizar el mandato.
Cifras estimadas a las que nos tienen acostumbrados los economistas que jamás
se cumplen, asimilándose a los meteorólogos y sus pronósticos. Pero en fin, el
humor social dista mucho de un resfrío o un chubasco por falta de prevención.
Este jueves para
destacar, marcharon al Congreso de la Nación, miles de trabajadores de los
gremios de la CGT en pos de Unidad, la Producción y el Trabajo argentino, el Frente
Sindical para el Modelo Nacional, organizaciones sociales y las dos CTA, en
rechazo de las políticas de Macri y en contra de los nuevos tarifazos.
Una multitud fue
poblando las calles y plazas de las adyacencias de la Casa de las Leyes. Marcha
que no tuvo un escenario establecido ni oradores, pero dejó petitorios entre
los legisladores repudiando las políticas recientes y exhortándolos a acompañar
al pueblo en estos graves momentos.
Como venimos exponiendo
semana a semana, la movilización social es permanente, como constante es la
indiferencia gubernamental y el silencio de los medios cómplices, aunque han
liberado a algunos periodistas estrella para que critiquen al gobierno.
Seguramente, anticipándose a los próximos resultados electorales que le siguen
siendo adversos a la alianza Cambiemos.
Vargas Llosa, si bien
tuvo su merecido lugar en el Congreso de la Lengua, no debió aprovechar, como
siempre hace frente a cualquier tribuna, para lanzar su apología al
neoliberalismo ni, como nos advertía hace unos días Atilio Borón, para exponer
su versión personal de la historia americana, mucho más ligada a la ficción que
a lo que vienen sosteniendo las ciencias sociales de esta parte del mundo.
De modo que los tres,
de cara al sol, celebran y elogian la felicidad de estar juntos sin que se les
caiga el menor remordimiento por lo realizado en estas tierras desde la llegada
de Colón. Saqueo y despojo que continúa
hasta el momento, como si sus palabras sólo estuvieran dirigidas a las cortes,
las elites o esa alta burguesía enriquecida últimamente. Que esperen entonces
el merecido desprecio popular. Y… mientras más rápido se vayan, mejor.
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