Lo que acontece hoy con Thelma Aldana, es la versión
actual del asesinato y el fraude que la dictadura militar ejercía para salvarse.
Guatemala vive hoy el retroceso democrático de una democracia de bajísima
calidad.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial
para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
“Jalisco
nunca pierde y cuando pierde arrebata” reza el conocido dicho mexicano que
alude a alguien que si no gana a la buena, lo hace a la mala. El refrán vino a
mi mente cuando me llegó la noticia de
que Thelma Aldana, pese a ser candidata inscrita, tiene orden de captura porque el Tribunal
Supremo Electoral de Guatemala aceptó como válida la acusación de corrupción en
su contra. Parafraseando el refrán diremos que “la derecha nunca pierde y
cuando pierde arrebata”. Sucedió con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en
Colombia en 1948, con Arbenz en 1954, con Allende en Chile en 1973, con Ríos Montt en Guatemala en 1974, con Fuentes Mohr y Colom Argueta nuevamente en Guatemala en
1979, con Andrés Manuel López Obrador en México en 2006 y 2007, con Dilma Rousseff y Lula da Silva en Brasil
en 2016 y 2018 respectivamente. Ya se fragua una artimaña parecida contra
Rafael Correa. Los ejemplos de ese ganar “a la mala” pueden multiplicarse.
Sabido
es que a la ex Fiscal le queda todavía el recurso de apelar a la Corte Suprema
de Justicia y posteriormente todavía le queda el recurrir a la Corte de
Constitucionalidad. En el mejor de los
casos, llegará con retraso a la justa
electoral. En el peor, se le impedirá participar siendo ella actualmente una de
las candidatas presidenciables más viables en Guatemala. El proceso electoral
guatemalteco a estas alturas, me parece un juego de futbol americano con una
defensiva del establishment cleptocrático, que derriba a posibles competidores
para abrirle paso a quien se considere el candidato que menos daño podría hacer al Pacto de Corruptos.
No
me es novedoso este escenario. En el México de 2005 vivimos una situación
similar a la de Guatemala con la candidata Aldana. López Obrador era el
candidato ascendente en aquel año, cuando el establishment neoliberal le
inventó un delito (desacatar un fallo judicial que le prohibía construir un
camino de acceso a un hospital) para quitarle el fuero que tenía como Jefe de
Gobierno del entonces Distrito Federal. Al desaforarlo la cámara de diputados,
se le sometería a juicio y ello le impediría ser candidato presidencial en
2006. Tal era el perverso plan de la derecha neoliberal mexicana. Andrés Manuel
retó al sistema, se negó a pagar la fianza que le permitiría seguir el juicio
en libertad, por lo que rápidamente la derecha se apresuró a pagarla para que
no lo encarcelaran. Sabía que el ascenso
electoral de López Obrador se
potencializaría vertiginosamente si lo apresaban. Millones de personas salimos a las calles a
protestar y el gobierno de Fox (2000-2006) tuvo que echar marcha atrás. No nos
alcanzó para impedir el fraude del año siguiente, pero el escenario político
mexicano ya no volvería a ser el mismo de antaño.
Lo
que acontece hoy con Thelma Aldana, es la versión actual del asesinato y el
fraude que la dictadura militar ejercía para salvarse. Guatemala vive hoy el
retroceso democrático de una democracia de bajísima calidad.
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