El expresidente de EE.UU., Jimmy Carter, ha
dicho que “EE.UU. es la nación
más beligerante en la historia del mundo por haber disfrutado de tan solo 16
años de paz en sus 242 años de historia. China se está adelantando a
EE.UU., porque mientras Washington se dedica a atender guerras en otros países,
Pekín aprovecha para impulsar su economía. EE.UU., un país creado en
1776, ha pasado el 93% de su existencia, es decir, 222 años, implicado en
guerras y conflictos en diferentes países del mundo. Desde 1979, ¿saben
cuántas veces China ha estado en guerra con alguien? Ninguna. Y (nosotros)
hemos permanecido en guerra desde entonces”.
Julio Yao / Para
Con Nuestra América
Las confesiones de Carter nos exime de dar detalles de las guerras, agresiones, intervenciones, golpes duros y blandos, asesinatos, sanciones, guerras mediáticas (desinformación, “fake news”), guerras de quinta generación (“lawfare”), en que ha participado EE.UU. para imponer sus intereses al resto del mundo.
Washington aplica la llamada doctrina Rumsfeld-Cebrowski
para crear un “caos constructivo” y destruir el sistema de Nación-Estado que ha
regido desde el Tratado de Westphalia (1648). Su propósito no es solo
dictar quiénes deben gobernar un determinado país o región sino impedir que
haya gobiernos soberanos que decidan quiénes explotarán los recursos
energéticos del planeta. Washington ha dicho claramente, por ejemplo, que
el petróleo de Venezuela ¡le pertenece a EE.UU.!
Para cumplir sus objetivos, EE.UU. asesina
hasta el lenguaje.
Cuando Washington habla de gobiernos que no
se les someten, los llaman “régimen”. Ejemplos, el “régimen de Castro”,
el “régimen Noriega-Solís Palma” o el “régimen de Maduro”. En cambio, las
dictaduras y los gobiernos aunque sean los más criminales y fallidos, son “gobiernos
legítimos”. Ejemplos, Colombia y el México bajo Peña Nieto. La
diferencia entre régimen y gobierno depende, no de su naturaleza
constitucional, sino de su entreguismo o rechazo a Washington.
A la dictadura de Somoza nunca la tildaron
de “régimen”, como tampoco fueron “regímenes” las dictaduras de Paraguay,
Argentina y Brasil. Washington jamás habló del “régimen de Pinochet”.
Cuando EE.UU. dice que va a establecer una
“democracia” o la “libertad” en tal o cual país, lo que quieren decir es que
van a imponer gobiernos pro EE.UU. o que los van a destruir. La
invasión y destrucción de Irak se hizo bajo el pendón de “Enduring Liberty”, o
“Libertad Duradera.” A la invasión y destrucción de Panamá se le
llamó “Causa Justa”, y fue un verdadero crimen de guerra
El presidente Bush decía: “We
want a free and democratic Panamá”. Pero en diciembre de 1989,
militares de las “Fuerzas de Ocupación” (término legal correcto)
“juramentaron” al régimen Endara-Arias Calderón y Ford en una base militar, en
violación de la legalidad nacional e internacional y los llamó “gobierno”,
aunque la etiqueta correcta era “régimen de ocupación”, “títere”,
“marioneta” o colaboracionista. Algunos miembros del régimen títere
tenían expedientes por narcotráfico y lavado de dinero en EE.UU.
Dicho régimen inauguró la Dinastía de los
“satélites” que sometieron al país entre 1990 y 2019, imponiéndoles tratados
anulables, no aprobados por la Asamblea Nacional, que contradicen el Tratado de
Neutralidad.
Cuando EE.UU. habla de la “comunidad
internacional”, se refiere al Occidente; es decir, la Unión Europea (o lo
que queda de ella), Inglaterra e Israel, y no a los países
representados en la Asamblea General de la ONU. Pero la “comunidad
internacional”, es decir 50 Estados, según EE.UU., reconocen al diputado
Guaidó, autoproclamado mandatario, contra más de 160 países que reconocen
a Maduro.
EE.UU. es la única potencia que ha abjurado
del Derecho Internacional y de la ONU y que no está dispuesta a regirse por un
régimen internacional sino por sus propios intereses egoístas.
Además de su conducta anti ONU, con cuya
bandera se arropó en la Guerra de Corea (1950-1953), EE.UU. invadió y
estableció una dictadura títere en Guatemala (1954); Cuba (bajo agresión desde
1959); Vietnam (1963-1973); Panamá (1964); República Dominicana (1965); Granada
(1983); Argentina (1983) por su apoyo a Inglaterra en la guerra de Las
Malvinas); la invasión a Panamá (1989-93); invasión ilegal de la OTAN a
Yugoslavia (1999); Afganistán (2001); Irak (2003-2011); Honduras (2009) y Siria
(2011-2019), entre otros.
La pregunta que le hago a la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), hoy amenazada de desintegración,
es la siguiente: ¿qué van a hacer los miembros de la CELAC frente al reto
lanzado por Donald Trump, Mike Pompeo, John Bolton y Elliott Abrams, de que la
Doctrina Monroe está vigente, “vivita y coleando”, y que ningún Estado de este
continente, salvo EE.UU. y Canadá podrá ser independiente y soberano?
Analista Internacional y ex Asesor de
Política Exterior.
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