El presidente Martinelli hizo su campaña electoral pregonando el “cambio”. Los panameños ya están a la expectativa. Su fracaso le dará paso expedito a una nueva generación para asumir los desafíos. Más aún, surgirá una generación de panameños de una clase diferente de hombres y mujeres llamada a enrumbar el país en otra dirección que beneficie a todos.
El 1º de julio, el presidente Ricardo Martinelli al entrar al palacio de Las Garzas (Presidencia) se encontró con un país cuyos últimos gobiernos perdieron su rumbo en materia de desarrollo social y económico. Durante varios lustros se ha hecho énfasis en políticas neoliberales que han debilitado la capacidad productiva del país y ha empobrecido a la mayoría de los panameños.
A esta situación se le agrega, actualmente, la recesión norteamericana que ha paralizado las inversiones e intercambios comerciales a escala mundial. Los indicadores presentan fuertes deterioros en áreas estratégicas como la educación, la salud, el desarrollo urbano y otros aspectos sociales claves. En materia económica, después de un crecimiento del producto interno bruto promedio del 8 por ciento entre 2005 y 2008, en el presente año se proyecta un incremento de apenas el 2 por ciento.
La estrategia neoliberal, que dominó aquel período, también agudizó los problemas asociados con el crimen organizado. Un relajamiento de las leyes abrieron las puertas a la corrupción y al abuso en negocios turbios como los juegos al azar, el lavado de dinero y el tráfico de drogas y seres humanos. La violencia, pareja íntima de la corrupción, ha saltado a la palestra multiplicándose los delitos y los crímenes. De la corrupción no se escapan los grandes proyectos públicos, negocios particulares y la vida cotidiana del panameño.
En materia política Martinelli pretende no sólo ser el gran ganador de la contienda electoral del pasado 3 de mayo. En la primera semana en la Presidencia ha enviado mensajes en el sentido de querer desplazar al Partido Revolucionario Democrático (PRD) – actualmente pasando por una profunda crisis dentro de sus filas partidistas - del centro de gravedad de la vida política panameña. Es la posición que ha ocupado desde su creación por el general Omar Torrijos en 1978. Los voceros de Martinelli abanican el surgimiento de un partido de izquierda que acabaría con el PRD. Un diario de la localidad, anuncia un “relevo” del PRD y su reemplazo por la “izquierda”.
Más que análisis de la realidad panameña, son especulaciones de “cabezas calientes” que reciben líneas provenientes de alguna embajada en la capital panameña. Martinelli es políticamente de extrema derecha, que logró capturar el centro político mediante una campaña mediática acertada, alianzas oportunas y mucho dinero.
Según una atinada comentadora, “se pretende armar un escenario en que el PRD, además de perder el gobierno también pierda el liderazgo de la oposición”. Para ello abanican a una alternativa de izquierda. Sin embargo, la misma observadora señala que ve “tres frentes políticos opositores beligerantes: 1. El PRD y las centrales sindicales. 2. El FRENADESO con el SUNTRACS y 3. Las diversas agrupaciones sociales que confluyen en el Partido Alternativa Popular en formación”.
El presidente Martinelli hizo su campaña electoral pregonando el “cambio”. Los panameños ya están a la expectativa. Su fracaso le dará paso expedito a una nueva generación para asumir los desafíos. Más aún, surgirá una generación de panameños de una clase diferente de hombres y mujeres llamada a enrumbar el país en otra dirección que beneficie a todos.
La extrema derecha está condenada a pasar a la historia como un desliz producto de las malas políticas neoliberales aplicadas en los últimos 20 años.
Panamá, 9 de julio de 2009.
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