La versión simplista que conocemos de Alberto Masferrer no hace justicia a la estatura del intelectual salvadoreño. Masferrer era una figura fascinante que se nutría de diversas corrientes de pensamiento y dejó un legado rico y complejo. En el siguiente artículo, la historiadora guatemalteca Marta Elena Casaús Arzú investiga las amplias redes intelectuales en las que se movía Masferrer.
Marta Elena Casaús / ElFaro.net (El Salvador)
Las redes intelectuales de Masferrer se vincularon a cuatro círculos de sociabilidad muy concretos, que constituyeron los pilares fundamentales de creación de opinión pública y fueron la plataforma intelectual y política a través de la que se generó una gran disputa por la hegemonía cultural e ideológica de la época frente al positivismo y al marxismo.
El círculo de sociedades teosóficas de Centroamérica, constituidas como sociedades centroamericanas y unionistas, fue una de las principales redes de sociabilidad de la época, generó sólidos vínculos entre los intelectuales de la región y nuevos espacios públicos de debate y difusión de la filosofía espiritista y espiritualista. Estas redes estrechamente vinculadas entre sí en toda la región las formaron: el coronel Patrik Brannon Vega, introductor de la teosofía en El Salvador y padre de la poetisa Claudia Lars; Alberto Guerra Trigueros, uno de los principales amigos y discípulos de Masferrer, y otros intelectuales espiritualistas, Geoffroy Rivas, Lars, Gavidia, Rivera y el poeta Salarrué, casi todos ellos vinculados entre sí y con los teósofos guatemaltecos aglutinados en torno a uno de los intelectuales orgánicos más sólidos e influyentes de la época: el poeta, colombiano Porfirio Barba Jacob que fue el núcleo alrededor del que giraron muchos de los intelectuales centroamericanos.
Las redes de intelectuales estaban vinculadas al unionismo, red de inmensa importancia en los años veinte, cuando se firmó el Pacto de Unión, y Masferrer jugó un papel destacado junto con uno de sus amigos y colaboradores unionistas salvadoreños, como Rubén Rivera, con quien mantenía una fluida correspondencia y al que había dirigido una carta en 1898, en la que expresaba su pesimismo sobre aquel intento de unión centroamericana, que fue la República Mayor, que encabezaba como “La nueva Centroamérica”. Integraban estos unionistas aquella red que desarrolló los principios de la Constitución federal de 1921, entre los que figuraban Salvador Mendieta, Alberto Velásquez y Joaquín Rodas. Este círculo estaba dominado por algunas sociedades teosóficas guatemaltecas, hondureñas y nicaragüenses, a las que pertenecían intelectuales como Flavio Guillén, Carlos Wyld Ospina, Tácito Molina Izquierdo y José Miranda y especialmente el grupo de teósofos unionistas quezaltecos que apoyaron a Masferrer durante su estancia en Guatemala. En concreto: Joaquín Rodas, Francisco Ocheita, Manfredo y Carlos Déleon y Efrén Castillo, todos ellos miembros del Comité central teosófico centroamericanista de Quetzaltenango y, por tanto unionistas convencidos. Leer más...
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