Una vez más la revolución cubana se ha defendido con hidalguía y dignidad y una vez más el imperio ha demostrado su necedad y vulnerabilidad.
Acceda desde aquí al sitio web LAS RAZONES DE CUBA
Abner Barrera / AUNA-Costa Rica
En las últimas semanas, la revolución cubana le ha dado algunas estocadas al imperio en lo que a servicio de inteligencia se refiere. Hoy no son sólo los cubanos, quienes viven en la isla, los que se han enterado del trabajo de esos hombres y mujeres de a pie, que se infiltraron en los grupúsculos de la contrarrevolución, sino que a través de internet, cientos de miles de personas en el mundo, frente a sus computadoras, gozamos –sin dejar de sorprendernos- al ver las distintas formas cómo el pequeño David, humilla al gigante Goliat. Parecen relatos literarios inéditos, que hubieran salidos de la pluma del extinto Mario Benedetti. Pero no son cuentos, sino hechos verídicos.
Lo que el gobierno cubano hizo en estos días fue transmitir y develar la identidad y el trabajo de algunos agentes de la Seguridad del Estado que ayer no pudieron estar en el asalto al Cuartel Moncada, en la Sierra Maestra, ni en Girón, pero que ahora se hacen presentes, porque les toca defender la soberanía de la patria, el derecho a la autodeterminación y todas las conquistas de la revolución. Fidel el 1 de mayo de 2003, lo expresó con estas palabras: “Pero jamás un pueblo tuvo cosas tan sagradas que defender, ni convicciones tan profundas por las cuales luchar, de tal modo que prefiere desaparecer de la faz de la Tierra antes que renunciar a la obra noble y generosa por la cual muchas generaciones de cubanos han pagado el elevado costo de muchas vidas de sus mejores hijos. Nos acompaña la convicción más profunda de que las ideas pueden más que las armas por sofisticadas y poderosas que estas sean”.
En estos más de cincuenta años, el imperio ha usado todo tipo de armas en su afán por destruir la revolución (guerra bacteriológica contra personas, animales y cultivos, guerra mediática, televisiva y radiofónica, atentados terroristas contra el pueblo, sus dirigentes políticos y sus instalaciones, bloqueo económico, comercial y financiero, secuestros de embarcaciones y aviones, etc.). Esa guerra contra el pueblo cubano ha costado la vida de 3 mil 478 cubanos y causado 2 mil 99 discapacitados; dejando mucho sufrimiento y dolor en cientos de viudas y miles de huérfanos, y causó enormes pérdidas económicas y daños materiales.
Pero Cuba siempre se ha defendido usando procedimientos compatibles con la ética y con los principios revolucionarios; jamás ha gastado un solo tiro contra los peones del imperio, ni ha habido en ninguna calle de la isla una sola gota de sangre derramada. Pero estos hechos no son los que informan los grandes medios. Éstos están acostumbrados a publicitar a alguna mercenaria -cubierta por la casa blanca- si se resbala en alguna calle por pisar una cáscara de banano o si algún “periodista independiente” se quedó dormido en el malecón por exceso de alcohol. En cualquiera de los dos casos, los titulares siempre serán los mismos: el gobierno cubano los reprime.
En estos días esos grandes medios no han dicho una sola palabra sobre las develaciones mostradas por la Seguridad del Estado cubano. Esas empresas comerciales -en Miami, Madrid o cualquier otra parte del mundo- no saben qué publicar sobre Cuba, porque quienes hasta hace unos días atrás les proporcionaban información de las “violaciones” de los derechos humanos en la isla, acaban de presentarse en la televisión cubana, dando a conocer su verdadera identidad. ¡Eso duele! La SINA, la SIP y las embajadas en La Habana que colaboraban con esos “disidentes” han recibido un garrotazo, o como diría Cesar Vallejo, “Golpes como del odio de Dios”.
Hasta hace algunas semanas veíamos cómo la derecha caverna internacional celebraba con grandes titulares en sus medios, el ‘avance’ de la contrarrevolución en Cuba. ¡Los pobres no sabían -no han aprendido la lección- que en ella estaban presentes agentes de la Seguridad del Estado! Ahora ya no tienen en quien más confiar, porque sus acólitos mercenarios no suman ni veinte gatos. Y ¡cuidado! De pronto, uno de estos días, alguna de las uniformadas de blanco -poco queridas por la población-, nos regala otra noticia, develándonos su verdadera identidad.
Como se ha podido ver, los agentes de la Seguridad del Estado cubano no han tenido que pasar por alguna academia militar o realizar estudios de contrainteligencia; se trata de hombres y mujeres del pueblo, que sin dejar sus trabajos habituales, defienden arriesgadamente la revolución; a diferencia de los contrarrevolucionarios que se mueven por los dólares, los premios y los viajes, ellos lo hacen por amor a la patria. Son de distintas generaciones, unos llevan más años que otros infiltrados en los grupúsculos, pero cada quien con la especialidad y las habilidades que le ha dado la revolución. Ellos escogen su nombre de lucha en memoria del padre o del abuelo, quienes, si estuvieran vivos asumirían la misma tarea o se sentirían orgullosos de verlos comprometidos en estas acciones.
Una vez más la revolución cubana se ha defendido con hidalguía y dignidad y una vez más el imperio ha demostrado su necedad y vulnerabilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario