En los cinco años de
gobierno del presidente Martinelli, se calcula que todos los panameños se
endeudarán en 5 mil millones de dólares gracias a las políticas financieras del
mandatario. La mitad de esa deuda la pagarán nuestros hijos y nietos castigando
sus niveles de vida. Con el Fondo Soberano, la otra mitad será pagada a los
especuladores con la cuenta de ahorros creado para ese fin.
Marco A. Gandásegui, h. / ALAI
Para muchos analistas
neoliberales, liberales o simplemente pragmáticos, las políticas económicas del
actual gobierno son contradictorias y conducen inevitablemente a un callejón
sin salida. Los últimos pasos dados por el presidente Ricardo Martinelli auguran
la venta de activos públicos que producen dividendos para las arcas fiscales
del país: acciones de la empresa telefónica Cable &Wireless (C&W) y
terrenos propiedad de la Zona Libre de Colón (ZLC) fundada a mediados del siglo
pasado.
Para contradecir estas
iniciativas, el gobierno anunció un proyecto de ley que crearía un Fondo
Soberano donde serían depositados anualmente cerca de mil millones de dólares
provenientes, en gran parte, de los excedentes producidos por el incremento
espectacular de los ingresos de la operación del Canal de Panamá.
Por un lado, el
presidente Martinelli dice que necesita dinero “fresco” para sus obras viales
y, por el otro, admite que no puede invertir todos los ingresos de la vía
acuática para lo cual tiene que crear una “cuenta de ahorros”.
Los analistas
neoliberales, tanto del gobierno como de la oposición, no pueden hacer públicas
sus opiniones sobre la iniciativa financiera. Algunos no la entienden y otros
se alarman por el significado real de las pretensiones gubernamentales. Los
políticos más pragmáticos han manifestado sus sospechas, señalando que la venta
de las acciones de C&W y de las tierras de la ZLC tienen como destino los
cofres electorales que regarán las campañas electorales con miras al 2014.
Los rectores de la
política financiera panameña le han dado la espalda a los consejos de EEUU y de
la CEPAL en cuanto a la forma en que deben manejar los recursos económicos del
país. Hace poco la CEPAL congratuló a los gobernantes de la región señalando
que "los actuales flujos de inversión ratifican el buen desempeño de las
economías de América Latina y el Caribe, pese al escenario de turbulencias
económicas” a escala mundial. Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la
institución regional de la ONU, agregó, sin embargo, que “en materia de
inversiones extranjeras directas nuestro mensaje a los países ha sido que
aprovechen estos ingresos con políticas de desarrollo productivo e
innovación". En otras palabras, todos los países, incluyendo a Panamá,
deben utilizar sus excedentes en impulsar las áreas productivas que le aseguran
un crecimiento económico a largo plazo.
La CEPAL señala que
“el aumento de los ingresos de las inversiones extranjeras directas se explica
por la estabilidad y el dinamismo económico en la mayoría de los países y los
altos precios de las materias primas, que continúan incentivando la inversión
en la minería”. En el caso de Panamá, en la actualidad, los ingresos
extraordinarios provienen de las operaciones del Canal de Panamá que en el
último año tuvo ingresos que sumaron 2.3 mil millones de dólares. Mientras que el resto
del mundo ve con recelo el futuro económico, Panamá no define una política y
menos un plan de desarrollo nacional. La agricultura ha sido arruinada por los
tres últimos gobiernos y el proceso de des-industrialización se ha completado
en su totalidad.
La secretaria de la
CEPAL, Alicia Bárcenas, enfatiza que “a pesar de las buenas perspectivas
respecto de los ingresos económicos extranjeros, la crisis de deuda soberana en
los países europeos, el dilema fiscal de EEUU y la volatilidad financiera
global (crean) incertidumbre sobre el financiamiento de las empresas
transnacionales y sus futuros planes de inversión”.
En otros países de la
región también se han creado “Fondos Soberanos” con el fin de ahorrar parte de
los enormes ingresos producto de sus exportaciones mineras y agrícolas a China.
Las reglas de juego, sin embargo, son muy diferentes a las de Panamá. Los
ahorros son destinados a proyectos nacionales que estimulan el desarrollo en
áreas estratégicas de la economía (innovación agrícola e industrial) y de los
sectores sociales como la educación, la ciencia y la salud.
En el caso de Panamá,
el ministro de Economía y Finanzas, Frank de Lima, explicó que el Fondo
Soberano tendría dos objetivos. Por un lado, mitigar los desastres causados por
la falta de planificación. La ley del ministro de Lima los llama “desastres
naturales”. Los ahorros panameños deben pagar por los desastres cometidos por
la falta de planificación de los contratistas de gobierno.
Por el otro, el Fondo
Soberano es un seguro que pagamos todos los panameños para salvar a los
financistas y especuladores que hace varios años y en la actualidad están
haciendo inversiones multi-millonarias en proyectos que seguramente quebrarán
cuando se termine el “boom” económico de la ampliación del Canal y regresemos a
las tasas deprimidas de crecimiento económico.
En los cinco años de
gobierno del presidente Martinelli, se calcula que todos los panameños se
endeudarán en 5 mil millones de dólares gracias a las políticas financieras del
mandatario. La mitad de esa deuda la pagarán nuestros hijos y nietos castigando
sus niveles de vida. Con el Fondo Soberano, la otra mitad será pagada a los
especuladores con la cuenta de ahorros creado para ese fin. El actual gobierno
le está asegurando a los especuladores que si la economía panameña colapsa a
corto o mediano plazo su inversión será cubierta por el Fondo Soberano.
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