Sea cual sea el
resultado de la gran final por la Copa Libertadores, lo único que podemos
augurar es el final que tendrán las políticas de gobierno: habrán sepultado en
la miseria a millones de argentinos, dejando una deuda impagable como jamás ha
tenido el país en toda su historia.
Roberto
Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
La aprobación por parte
del Congreso de la Nación del Presupuesto 2019 no sólo daría un gran alivio al
gobierno nacional para poder prever y garantizar la gobernabilidad de los
próximos meses, sino que blanquearía la crisis irreversible a la que ha llevado
a todo el país, involucrando o complicando a la oposición que formaría parte de
esta conspiración contra los sagrados intereses de la patria, hoy en riesgo.
Pero además, aseguraría ante el Fondo Monetario Internacional, el cumplimiento
de los compromisos firmados – el logro del déficit cero – en torno de
garantizar el pago de los préstamos concedidos y, a la vez con ello, tener una
presentación exitosa ante los países del G20 que se reunirán a fines de este
mes en Buenos Aires.
Fieles a la tónica de
gobernar para afuera, apertura económica mediante desbalanceando el comercio
exterior, recesión y achicamiento del mercado interno mediante, con desempleo
galopante y cierre de empresas y, desde luego, zozobra colectiva dada la inflación
imparable y el continuo aumento de tarifas y combustible que sigue semana a
semana, para que las multinacionales y las grandes empresas no dejen de ganar.
Este amplio espectro de
conflictos internos y presiones de los organismos financieros y los nuevos
aliados al gobierno podrían significar, en cualquier administración
responsable, un escenario de discusión y búsqueda de consensos donde deberían
participar las principales espadas de la Alianza Cambiemos en funciones
ejecutivas o legislativas y, sobre todo, del Primer Magistrado, con el objeto
de construir decisiones convenientes. No. En este momento la obsesión
presidencial está centrada en el próximo encuentro entre River Plate y Boca
Juniors por la Copa Libertadores.
No es para menos, por
primera vez en la historia de este certamen van a enfrentarse los dos
principales equipos de fútbol del país. Y esto, sabemos cuán caro es para el
Señor Presidente. Y, en estas lides, bueno es reconocerlo, él participa de la
pasión de millones de compatriotas y otros tantos hinchas del mundo que siguen
al Xeneixe. No sólo reconocer, sino también comprender lo que significa una
pasión tan visceral como esta. Tan o más argentina como el asado o el mate, que
tanto nos define y tan metida en nuestra cultura e identidad nacional. Al punto
de formar parte de nuestro folclor y tema de conversaciones cotidianas
permanentes. Charlas de café y discusiones de trabajo después de los partidos
de fin de semana. Cada argentino es director técnico del equipo de sus sueños.
Ir a la Bombonera
boquense o al Monumental de River, para los hinchas de los pueblos del
interior, es como para los musulmanes hacer una peregrinación a La Meca: hay
que ir una vez en la vida.
En cada partido los
hinchas “renuevan su pacto de amor” con el equipo, como suele decir el
sociólogo y escritor Pablo Alabarces, especialista en el tema y autor de varios
libros al respecto, quien dice también que Macri, Angelici y Tapia, representan
“la sagrada trinidad” de Boca.
Por eso hay que
entender al presidente que, al fin y al cabo, mucho le debe a Boca Juniors, el
club de sus amores. Hace 24 años que fue su presidente. 24 años en que fue
tejiendo su carrera hacia la presidencia, justamente en el club que representa
“la mitad más uno” de los argentinos, esos argentinos que pensamos con los
pies, dado que con los pies no nos gana nadie.
Toda una metáfora
simbólica de la percepción de la realidad de un país. Nos guste o no. Pero que
dio resultado, por lo menos a Macri que fue dos veces Jefe de la CABA y actual
presidente argentino.
Hoy no da pie con bola,
como tampoco bola le pasa la gente. Esa gente que corea el hit del verano cada
vez que aparece. Por eso cuando aparece va rodeado de la guardia pretoriana
dispuesta a dar palos.
Sea cual sea el
resultado de la gran final por la Copa Libertadores, lo único que podemos
augurar es el final que tendrán las políticas de gobierno: habrán sepultado en
la miseria a millones de argentinos, dejando una deuda impagable como jamás ha
tenido el país en toda su historia.
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