Hacer frente a los males que aquejan a la humanidad requiere del
compromiso intelectual y social de quienes pretendemos un mundo mejor; la
guerra ideológica que hoy acompaña las nuevas arremetidas de la ultraderecha
mundial, particularmente la latinoamericana, buscan desarticular la vinculación
entre el pensamiento crítico, los movimientos sociales y los gobiernos
progresistas de la región.
Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán. México
La reconfiguración del orden mundial tiene en América Latina una nueva
etapa de conflagración por el creciente avance de la derecha ultraconservadora.
Las pretensiones neocoloniales de los Estados Unidos sobre Venezuela,
encaminadas a explotar la riqueza natural del país sudamericano (principalmente
el petróleo), son acompañadas por gobiernos regionales abiertamente
conservadores como los casos de Brasil, Colombia y Argentina. La estrategia
imperialista de desarticular a todos los gobiernos progresistas y todas las
formas de resistencia social mediante una serie de acciones que van desde la
simulación legal a la directa agresión militar, son muestras de sus deseos de
acumulación, se encubren con una constante y cada vez más feroz campaña
mediática, la distorsión de la verdad o mejor dicho la creación de mentiras
difundidas a nivel global, les permiten que algunos sectores poblacionales de
diversos países caigan en la trampa y reproduzcan o crean esas mentiras y
distorsiones. La opinión pública es sujetada al engaño que repetido una y otra
vez como hicieran los nazis, se interioriza y convierte en un pensamiento
aparentemente crítico, pero que en la realidad es sólo el manto de la hegemonía
imperialista distribuida por sus lacayos en los medios de comunicación masiva.
Esa implantación de la mentira para edificarla como hegemonía, requiere
también, introducirse en todos los aparatos ideológicos del estado, para así
generar un consenso que facilite la dominación, lo que pretenden es adormecer a
los pueblos mediante la utilización de la información falsa en todos los
extractos de la vida común, para ello requieren de las instituciones
generadoras y repetidoras de pensamiento, la educación en todos sus niveles y
los centros de enseñanza y de investigación están nuevamente amenazados, esa
fue la estrategia utilizada en México durante décadas por los gobiernos
neoliberales, infiltrando ideas y supuestas teorías sociales que relativizaron
la interpretación y compresión real de la sociedad, cuyo resultado fue el que
hoy observamos en la sociedad; una descomposición social profunda, la violación
de los derechos elementales y la falta de conocimiento histórico y cultural de
la realidad mexicana, la corrupción que hoy se combate en el país por el
gobierno federal se interiorizó ante la falta de esperanza y de perspectivas de
cambio que la educación inyecto en las mentes de forma perversa y aparentemente
silenciosa. Las abiertas agresiones que vemos hoy sobre la soberanía y la
autodeterminación de los pueblos en el mundo, logran tener eco en algunos
sectores sociales de toda índole, gracias a esa estrategia de implementar la
razón imperialista en lo profundo de la sociedad. El combate a la corrupción y
la defensa de la autodeterminación de nuestras naciones requieren reforzarse en
el plano de las ideas, replantear la educación como un ejercicio crítico, como
una herramienta que sirva para restituir todos y cada uno de los derechos
violentados, una educación con clara perspectiva histórica basada en teorías
sociales que fomenten el cambio y la mejora de la vida humana.
La agresión contra la educación y el pensamiento crítico es constante a
nivel mundial, los gobiernos neoliberales en Latinoamérica, permitieron que las
universidades fueran adormecidas con teorías proclives al individualismo, a la
negación de leyes fundamentales de la sociedad, impidieron el análisis profundo
del sistema capitalista y rompieron los valores de solidaridad, soberanía y
autodeterminación, la sumisión que hoy vemos de gobiernos y sectores sociales
de muchos países, son el resultado de esa intervención flagrante contra el
pensamiento crítico. La interpretación de la realidad quedó en el mejor de los
casos, como una búsqueda de mejoras sistémicas, quien se atreve a ir más allá
del orden establecido y plantea la necesaria reformulación de la sociedad
basándose en sus propias contradicciones, es señalado o perseguido, al
pensamiento se le ha puesto una cadena para adormecerlo y controlarlo. Sin
embargo, contrario a los deseos imperialistas, la realidad es siempre compleja,
los sujetos sociales que en ella actúan formulan y reformulan a partir de las
contradicciones mismas de la realidad el camino por el cual andar, los
movimiento sociales y sus pensadores contribuyen a la resistencia ante esa
pretendida hegemonía cultural e ideológica. Hoy volvemos a hablar de la defensa
de la autodeterminación de las naciones y del combate a la corrupción gracias
al permanente empuje de la crítica a través de las voces disidentes de los
poderes imperialistas.
II
Hacer frente a los males que aquejan a la humanidad requiere del
compromiso intelectual y social de quienes pretendemos un mundo mejor; la
guerra ideológica que hoy acompaña las nuevas arremetidas de la ultraderecha
mundial, particularmente la latinoamericana, buscan desarticular la vinculación
entre el pensamiento crítico, los movimientos sociales y los gobiernos
progresistas de la región. La postura declarada desde su campaña y reafirmada
al asumir el poder por Jair Bolsonaro en Brasil, es el ejemplo medular de esta
nueva ofensiva contra la crítica, la razón y la esperanza. A sus expresiones en
contra de la izquierda, ahora se agregan sus declaraciones en las que afirma
que “Uno de los objetivos para sacar a Brasil de las peores posiciones en las
clasificaciones educativas internacionales es combatir la basura marxista que
se ha extendido en las instituciones educativas”. Su postura manifiesta el
deseo de arremeter contra todo aquello que considera adversos a su intensión de
profundizar el neoliberalismo en Brasil, introducir las ideas fascistas en el
orden moral y ético, además de extender el dominio de la ultraderecha a las
universidades, centros de investigación y de enseñanza.
Entre sus objetivos manifiestos esta el
destruir el legado de Paulo Freire, pedagogo brasileño, quien fue uno de los
fundadores de la pedagogía crítica y cuya influencia se extendió mediante la
educación popular a lo largo de Nuestra América y mundo. Freire estuvo preso
durante la dictadura militar que Bolsonaro tanto ha elogiado, él mismo durante
su campaña presidencial mencionó que deseaba “entrar al Ministerio de Educación con un lanzallamas para eliminar a Paulo
Freire”. La batalla ideología busca eliminar cualquier herencia de Freire de
los centros educativos, los ultraconservadores brasileños asumen como enemigo
las ideas de compromiso, conciencia y educación que Freire desarrollara como
parte de su praxis dirigida a los más necesitados del mundo.
La intensión de extender el neoliberalismo en el campo
educativo de Brasil, es contrapuesta con la postura que sostuviera Freire, el
pedagogo abogó para que una de la misiones fundamentales del Estado fuera la de
educar al pueblo brasileño, mientras que la tenencia marcada por las declaraciones
y actos del nuevo gobierno del gigante sudamericano, se dirigen a entregar sin
reparo la educación como una mercancía más al interés privado, haciendo
hincapié, en sus tendencias machistas, homofóbicas y conservadoras con raíz
fascista. Hace pocos días anunciaron sus planes de revisar los contenidos de
los libros de texto y dejar fuera de ellos cualquier referencia al feminismo, a
la homosexualidad y a la violencia contra las mujeres, previendo la posibilidad
de que el ejército tome el control de varias escuelas públicas, el corte
militar del gobierno es fácil de notar. El ministro de educación, Ricardo Vélez
Rodríguez, se comprometió a poner fin a la “agresiva promoción de la ideología
de género”, el funcionario invocó lo que considera los valores tradicionales
como la familia, la religión, la escuela y la nación. Estas declaraciones
acompañan la postura de Bolsonaro quien exteriorizó que pondrá a revisión los
contenidos del examen nacional de secundaria con el objetivo de eliminar
cualquier información o cuestionamiento sobre género o movimientos LGBT. La
homofobia es un sello marcado en la medula del gobierno brasileño.
La oleada de agresión es grave, la eliminación de
conocimientos y teorías claves para comprender la realidad social, extendería
un manto de oscurantismo sobre la sociedad brasileña con claras repercusiones
en el contexto regional, en el cual además, se vive un recrudecimiento de las
agresiones imperialistas a la soberanía y la autodeterminación tal como afronta
Venezuela con el nuevo intento de golpe de Estado y/o de invasión militar
estadounidense. La ultraderecha busca las formas de perpetuarse en el poder, la
educación es una pieza clave para el dominio de las conciencias y las
poblaciones, la hegemonía de su ideología de muerte pudiera implantarse de
consumarse los planes de privatizar y militarizar los centros de enseñanza,
esto junto a la persecución que sufren y sufrirán los pensadores críticos, la
censura a libros y revistas de izquierda o por lo menos cuestionadoras de
diversas políticas, las universidades entrarán en un periodo complejo en donde
nuevamente, como en los años álgidos de las dictaduras, se pudiera querer
convertirlas en verdaderos claustros conservadores. El pensamiento crítico está
amenazado, los intelectuales y movimientos sociales deben alzar la voz para
hacer frente a esta agresión. La filosofía latinoamericana tiene mucho que
aportar en estas horas de los hornos, las voces anticoloniales y
antiimperialistas de su matriz, pueden ayudar a dar forma a la resistencia y la
organización por la emancipación del pueblo brasileño y de todos nuestros
pueblos latinoamericanos.
III
Entre los últimos hechos de la guerra que sostiene la humanidad frente a
la crueldad imperialista, se observa la intensificación de la campaña mediática
contra el pueblo y gobierno de la República Bolivariana de Venezuela efectuada
por los Estados Unidos y demás gobiernos lacayos; difunden la idea de una
supuesta “crisis humanitaria” al interior de la sociedad venezolana como
pretexto para influir en el ánimo de otros gobiernos en el mundo y recibir su
apoyo, justificando delante de la sociedad internacional la intervención
militar y el Golpe de Estado que vienen pretendiendo realizar desde tiempo
atrás, esa supuesta crisis conllevaría a la necesidad de organizar por parte
del exterior “ayuda humanitaria” (envío de alimentos, medicinas y demás
productos), queriendo mostrar como una “acción solidaria y democrática” lo que
en realidad es un mecanismo de injerencia e intromisión en el país latinoamericano,
esa “ayuda humanitaria” es la vieja trampa del caballo de Troya que permitiría
a los Estados Unidos penetrar la resistencia del pueblo venezolano que está
defendiendo su soberanía y autodeterminación.
La realidad histórica tiene muestras puntuales de que las acciones de
los Estados Unidos nunca han estado dirigidas a prestar ayuda humanitaria a
ningún país, su constante injerencia e intervención a lo largo del orbe
únicamente responde a sus intereses económicos y políticos, llevando consigo
dependencia, sumisión y depredación a las naciones, véanse los resultados de
sus últimas guerras en el medio oriente ¿realmente mejoró la vida de la
población en Irak y Afganistán luego de su intervención? ¿puede alguien
argumentar con verdad que esos países alcanzaron armonía y desarrollo gracias a
la injerencia e invasión norteamericana? Las respuestas son claras, el
incremento del hambre, la violencia, la dependencia y la inestabilidad política
son el resultado. La destrucción de pueblos y culturas, el saqueo de la riqueza
natural y la sobre-explotación de la población son los botones de muestra de
una constante amenaza a la vida en el planeta. La actual crisis que enfrenta la
humanidad es el resultado de la existencia del imperialismo, nos enfrentamos al
hecho de que para sobrevivir la humanidad tiene que superar todo tipo de
dominación, hegemonía y explotación. El respeto a la soberanía de las naciones
y a la vida humana es un imperativo para el bienestar mundial.
En América Latina hay muchos ejemplos del cinismo del gobierno de
Estados Unidos, habla de llevar “ayuda humanitaria” a Venezuela pero deja
morirse de hambre en la frontera de su territorio a cientos de miles de
inmigrantes que llegan hasta ahí buscando un poco de esperanza, encarcelan a
niños inmigrantes separándolos de sus padres y llevándolos incluso a la muerte,
generan crisis económicas en los países centroamericanos como el caso de
Honduras y cuyo éxodo migrante hemos podido constatar en los meses recientes,
éxodo provocado por la política implantada desde Washington a raíz del Golpe de
Estado de 2009 que efectuaron sobre el gobierno de Manuel Zelaya. Estados
Unidos viola sistemáticamente todos los tratados internacionales referentes al
respeto entre naciones, niega o desconoce los acuerdos sobre el medio ambiente
cuyo cumplimiento ayuda a evitar más tragedias ecologías y desde luego sus
efectos sobre la vida humana, llevan a otras partes de mundo la palabra
“libertad” pero no la conjugan en hechos reales, cierran los ojos ante la
permanente condición de hambruna que se vive en países africanos donde
literalmente miles de personas mueren de hambre y quienes sobreviven lo hacen
en condiciones extremas e insalubres. Las dictaduras que registra Latinoamérica
en su historia iniciaron con el pretexto de la liberación de países con
gobiernos contrarios a los intereses imperialistas, Chile, Argentina, Uruguay,
Brasil, República Dominica y otros, han padecido la bota militar de lo que
llaman “ayuda humanitaria” y democracia.
Sí hoy hay una agudización de necesidades económicas en Venezuela es por
el bloqueo que le han impuesto, igual que lo han hecho con Cuba desde décadas
atrás, y sin embargo, los pueblos dignos de Simón Bolívar y José Martí resisten
y persisten en esas duras condiciones consientes de que son agredidos,
sabedores de que el sacrificio que realizan es para defender a su patria, su
riqueza natural y a la humanidad misma. La guerra mediática e ideológica contra
los pueblos del mundo tiene que ser enfrentada por todos los medios posibles,
debatiendo cada una de las mentiras y difamaciones, mostrando los avances de
los gobiernos progresistas y de los movimientos sociales, poniendo por encima
de todo la defensa de la humanidad ante la barbarie de la sinrazón imperial.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas
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