El campo popular presiente y siente que su tiempo va llegando aunque
aún no esté totalmente unido, aunque no haya definido candidatos. Candidatos
que sólo les resta aparecer públicamente para aglutinar rápidamente los trozos
de patria y liquidar la perversión reinante, derrotar la ignominia y recuperar
la dignidad de país que siempre hemos sido.
Roberto Utrero Guerra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
Si hay algo que es persistente en tiempos negros y de gobernantes
anodinos, es la perversidad; se cultiva en un corazón podrido y se expande
furiosamente por todo el cuerpo. Por desgracia es contagiosa y prende con
mensajes cortos, exhortando a la violencia, la xenofobia, al racismo, la
homofobia. Estos privilegiados de la posmodernidad apelan a la sospecha y
desprecio del otro. Como acuden a extremos, al blanco o negro, no distinguen la
diversidad cromática que los rodea. Se pierden la maravillosa variedad de la
realidad o, simplemente – que es lo más directo y concreto –, no le interesa.
Se identifican con los de su mismo círculo estrecho: algunos compañeros de
colegio, la burbuja artificial del country, tan virtual e insustancial como las
redes; aquellos que, como él, cotizan en bolsa. Porque él siempre embolsa. Su
avidez de dinero los enloquece, los desvela, tanto como se desentienden de todo.
Sobre todo para lo que han sido elegidos: gobernar. Ignoran básicamente que, en
democracia, gobernar responde al pueblo, en quien reside la voluntad y la
soberanía. Sin embargo se manejan como tiranos o emperadores, dioses con pies
de barro que se deshacen en la fugacidad del tiempo y no quedará recuerdo de
sus vacuas letanías. Por eso se irritan con cualquiera que les recuerde el
mandato de la voluntad popular. Como reitera Evo Morales: “mandar obedeciendo”.
Frase que les irrita y repugna porque jamás se someterían a nadie, menos al
pueblo. Sin embargo, cabe recordar que como colonizaron al esclavo y éste,
piensa como rico, puede que siga apostando a idéntica estrategia ganadora.
De allí que estos personajes en bandada hayan salido a enfrentar al
legítimo presidente Nicolás Maduro y coreen los sofismas imperiales que,
descaradamente, esconden los intereses materiales de las grandes corporaciones
que ya destruyeron por lo mismo a varios países de África y Asia, aniquilaron a
millones de inocentes y condenaron a otros tantos erradeos a deambular
miserablemente por un mundo que los desprecia. Repiten y reclaman elecciones
libres, cuando éstas le dieron el aplastante triunfo a Maduro.
Las organizaciones internacionales – salvo escasas excepciones – responden
fielmente al mandato plutócrata e invaden los medios masivos de comunicación
con su prédica infecta, como el reconocimiento de presidente encargado a Juan
Guaidó por parte de la Comunidad Europea. De allí que la horda neoliberal,
sedienta de sangre, se pliegue dócil a la consigna. De allí también que, esa
respuesta engañosamente “masiva” los lleve a pensar en reelegirse (como el
vasallo local), para continuar su derrotero destructivo.
Nada los detiene: pagaron a sus amos buitres, crearon una crisis para
generar un endeudamiento abismal para el beneficio de unos pocos que cotizan en
dólares. Impulsaron un blanqueo para traer capitales familiares del exterior.
Se auto condonaron deudas, como en los ’80 las estatizaron. Abrieron la
economía sin ningún escrúpulo. Favorecieron a los grandes sojeros exportadores.
Armaron por Decreto un Tribunal Supremo aliado y dócil de injusta justicia.
Suprimieron subsidios y dolarizaron servicios para propios y aliados. Lejos de
D’Artagnan y la perinola: Todo y todos para ellos y ellos para ninguno.
Fuera del círculo rojo, terror, sufrimiento, abonar la angustia de
cada día para que cunda el pánico y la gente siga el rumbo de dócil rebaño,
mientras ellos roban y engordan. Ese era el plan, el único plan o, como repiten
constantemente: “estamos en el camino correcto”. Más que nada, camino sin
retorno.
En esto, enero de 2019 es ejemplo de subas, ya que piensan que
incrementar la energía eléctrica en verano es equilibrar el incremento de gas
en invierno. Primer mes del año que augura mayores aumentos según el cronograma
impuesto por el Fondo. Reitero, perversidad sin límite. El Leviatán resucitado,
alimentado por la ambición infinita.
Además, usurparon el Fondo de Garantía de Sustentabilidad Provisional
aplastando a la masa de jubilados ya perjudicados con la fórmula de ajuste,
dejando la puerta abierta para que en un futuro, vuelvan la AFJP que tanto daño
hicieron. Hay suba de medicamentos y promoción del monopolio de ventas. Todo
según el sacrosanto mandato del FMI que opera como la ayuda humanitaria de las
FFAA estadounidenses en los países ocupados.
Imposible no pensar en tanto daño efectuado en tres años. Imposible no
pensar en el elevadísimo costo de tal deterioro. Imposible contabilizar las
víctimas de esta guerra silenciosa.
Las levaduras políticas vienen fermentando silenciosamente sin que los
medios hegemónicos puedan acallarlas. Venezuela profundizó la grieta y una vez
más, el reconocimiento de un autodenominado presidente encargado mostró los
personeros “peronistas” aliados al macrismo, es decir, más de lo mismo. Juan
Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto y Sergio Massa – posibles candidatos
presidenciables –, salieron a reconocerlo la semana pasada, exponiendo ese
blanco sobre negro necesario para que engañados e indecisos se definan. Sobre
todo aquellos que siguen creyendo en un movimiento peronista amplio y plural.
El campo popular y nacional defiende a Maduro, consciente que
intervenir en Venezuela es intervenir en América Latina, más allá de la
definición de Rusia y China salga al cruce al imperio. Cuestión nodal que
define acciones posteriores en materia de política internacional y, desde
luego, relaciones con los organismos financieros y el establishment; hablando
en criollo, a favor o en contra del pueblo.
El campo popular presiente y siente que su tiempo va llegando aunque
aún no esté totalmente unido, aunque no haya definido candidatos. Candidatos
que sólo les resta aparecer públicamente para aglutinar rápidamente los trozos
de patria y liquidar la perversión reinante, derrotar la ignominia y recuperar
la dignidad de país que siempre hemos sido.
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