Se abre esta última semana de enero, en Porto Alegre, un año de particular importancia para la reflexión sobre el futuro del planeta, las alternativas y los actores principales de los cambios.
Diez años después, la temática apuesta al futuro: “Desafíos y propuestas para otro mundo posible”. El gran Porto Alegre —ciudad y zona aledaña— vuelve a recibir, como exactamente una década atrás, al Foro Social (FSM) que vio nacer. Aunque con un matiz mucho más brasilero y regional que en 2001, el evento que se celebrará entre el 25 y el 29 de enero próximo en la capital de Río Grande do Sul se propone realizar un balance de este espacio-proceso altermundialista en marcha.
Miles de participantes anticiparon su inscripción. Decenas de intelectuales y dirigentes de movimientos sociales, también. Entre ellos el portugués Boaventura de Sousa Santos, David Harvey e Immanuel Wallerstein de Estados Unidos, Francisco Whitacker y Joao Pedro Stédile (MST) del Brasil, Diana Senghor de Senegal, Samir Amin de Egipto, el francés Christophe Aguitton, por citar sólo algunos nombres.
Varios Jefes de Estado de la región habrían anunciado su presencia: Lula, Evo Morales, Fernando Lugo y José Mujica.
Durante las mañanas de los cincos días, además del balance pasado y del análisis de la crisis actual del sistema, se discutirán “los elementos necesarios para una nueva agenda” social. En la clausura, se intentará una “sistematización de las grandes cuestiones y la contribución para el proceso del Foro Social Mundial (FSM)”.
Las tardes de esos mismos días, como es ya habitual en estos tipos de encuentros, se realizarán centenas de actividades autogestionadas, propuestas por los movimientos sociales.
En paralelo, en idénticas fechas, en Santa María (Canoas) se realizará el Primer Foro Social y la Primera Feria Mundial de la Economía Solidaridad y en San Leopoldo, el Foro Mundial de la Teología de la Liberación. En tanto en Novo Hamburgo —todo en el mismo estado de Río Grande do Sul—, durante diez días, a partir del 18 de enero, se convoca el Campamento Internacional de la Juventud. En total, más de 500 actividades descentralizadas en seis ciudades del Estado, según anticipan los organizadores.
El del Gran Porto Alegre de la última semana de enero será el primero de los casi treinta eventos “forísticos” que se llevarán a cabo durante todo el 2010. Entre ellos, el Foro Social de Estados Unidos, en Detroit, del 22 al 26 de junio (los organizadores esperan 20 mil participantes) y el IV Foro Social de las Américas, entre el 11 y el 15 de agosto, en Asunción, la capital de Paraguay. Año particularmente intenso que desembocará en la última semana de enero del 2011, en el próximo Foro Social Mundial, (en este caso centralizado y planetario) en Dakar, Senegal, en lo que constituirá la segunda convocatoria africana. La anterior había sido en Nairobi, Kenia, en el 2007.
Nuevos conceptos, grandes desafíos
Nacido como el anti-Davos del Sur e inscribiéndose en el movimiento antiglobalización, el FSM pasó de 20 mil participantes en la primera edición de 2001 a más de 150 mil en la última de enero 2009 en Belén de Pará, en la Amazonia brasilera.
En igual período, se multiplicó en numerosos eventos continentales —entre ellos los europeos con su 5ª edición pasada en Estambul—, regionales, nacionales y temáticos. Lo que permitió el encuentro de los más activos movimientos sociales y ONG que coinciden en que “otro mundo es posible”, fortaleciendo redes y consensuando agendas comunes de movilización y acción.
“Cumplimos con el objetivo inicial que fue romper con la dominación del pensamiento único”, en el que se basaba el Foro Económico Mundial de Davos, evalúa el sociólogo brasilero Francisco Chico Whitaker, uno de los promotores del FSM y miembro de su Consejo Internacional.
Sin duda, el proceso del FSM va permitiendo, desde la sociedad civil, visualizar cada vez mejor “cómo debe ser construido el mundo que queremos y qué valores deben regir nuestras vidas para escapar de aquellos valores impuestos por la lógica capitalista”, subraya.
“Regido” por la Carta de Principios de junio 2001, el FSM se define como “proceso” y “espacio” pero no se reconoce ni como entidad, ni como internacional partidaria, ni como superestructura de la sociedad civil planetaria. No tiene una jerarquía orgánica (sino instancias “facilitadoras”), ni portavoces oficiales.
Como lo afirma el periodista francés Bernard Cassen, presidente honorario de ATTAC Francia, y uno de los “fundadores” europeos, el FSM pasó a una segunda etapa. “Que se tradujo en el abandono del término antiglobalización a favor de altermundialismo, es decir el paso del rechazo a la propuesta”.
Cassen anticipa un eventual debate sobre una nueva y futura etapa a transitar: lo que él denomina como el post-altermundialismo, “que sin sustituir el altermundialismo, puede significar una continuidad posible”.
Uno de los desafíos clave de esta nueva etapa, sería, para Cassen, “la búsqueda de nuevas formas de articulación entre movimientos sociales, fuerzas políticas y gobiernos progresistas”.
La viabilidad de esta hipótesis, para el presidente honorario de ATTAC/Francia, habría quedado demostrada, por ejemplo, en la reciente Cumbre del Clima de Copenhague, donde la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que agrupa a nueve nacionales latinoamericanas y caribeñas, asumió posiciones convergentes con las principales coaliciones de ONG “que exigen justicia climática y cuestionan directamente al capitalismo”.
Se abre esta última semana de enero, en Porto Alegre, un año de particular importancia para la reflexión sobre el futuro del planeta, las alternativas y los actores principales de los cambios.
Debate que está marcado por ciertas preguntas esenciales, muchas de ellas todavía sin respuesta y que se repiten cada vez que el Foro aparece sobre la mesa de debate.
A pesar de la consolidación ya significativa de importantes redes internacionales en el marco del FSM, cómo asegurar que todos los actores y movimientos promotores de una reflexión de cambio se sientan parte de este proceso en marcha.
Por otra parte, cómo lograr que el FSM encuentre una pedagogía propia para sistematizar las hasta ahora aisladas alternativas locales al sistema, darlas a conocer, sistematizarlas y “popularizarlas”.
No menos importante, el desafío de acciones cada vez más comunes, impactantes, significativas a nivel mundial, para ir demostrando la viabilidad de cambios sistémicos. Y el rol particular de los movimientos sociales en esa dinámica de cambio.
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