En esta entrevista, el
investigador John Holloway sostiene que “el auge de las luchas de rebeldía y
resistencia en América Latina en los recientes 15 o 20 años son de una
importancia fundamental para el mundo entero. América Latina se ha vuelto un
faro de esperanza. Claro que este auge se puede ver como una confluencia
explosiva de muchas grietas, de muchas dignidades”.
Arturo Jiménez / LA
JORNADA
El investigador irlandés John Holloway |
La única forma de
concebir una “revolución anticapitalista” es en términos de la creación,
expansión, multiplicación y confluencia de “grietas o rupturas” en el tejido de
la dominación del sistema capitalista.
Ese es uno de los
planteamientos centrales del libro Agrietar el capitalismo. El hacer contra
el trabajo (Bajo Tierra Ediciones/ Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla), de John Holloway,
investigador irlandés radicado en México desde hace dos décadas.
“Capitalismo y humanidad
son incompatibles, irreconciliables; la humanidad es una lucha contra el
capitalismo”, afirma este profesor del posgrado de sociología del Instituto de
Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego, de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y autor de varios títulos, entre ellos Cambiar
el mundo sin tomar el poder.
Interrogado sobre la
llamada “teoría del cambio social”, comenta en entrevista:
“Me interesa más
específicamente el cambio radical. Parece que estamos atrapados dentro del
capitalismo, una forma de organización social que nos está arrojando hacia la
destrucción de la humanidad. ¿Es todavía posible romper con esta dinámica de
destrucción?; ¿cómo? O, para usar un vocabulario más tradicional: ¿cómo
concebir una revolución comunista? Es más urgente que nunca, pero hay que
repensar el significado de ‘revolución’ y de ‘comunista’.”
Con Agrietar el
capitalismo, Holloway pretende “fortalecer la rebeldía”, y recuerda que en Cambiar
el mundo sin tomar el poder desarrolló un argumento ya articulado por el
movimiento zapatista y por muchos otros movimientos anticapitalistas recientes.
“La toma del poder
estatal no es la clave para realizar un cambio revolucionario de la sociedad.
La reacción de muchos fue ‘muy bien, de acuerdo, pero entonces ¿cómo?, ¿qué
hacemos?’ En el libro actual trato de dar una respuesta que es más una
pregunta. Propongo que la única forma de concebir una revolución
anticapitalista es en términos de la creación, expansión, multiplicación y
confluencia de grietas o rupturas en el tejido de la dominación capitalista.”
–¿A qué se refiere con “grieta” o “debilidad del
capitalismo”?
–Más que una debilidad es
un rechazo, una rebeldía, una dignidad. Un “No”, pero un No que va abriendo
otro hacer. Una negación-y-creación. Todo el tiempo nos estamos rebelando
contra la lógica agresiva del capital, tratando de crear espacios o momentos
donde hacemos lo que nosotras o nosotros consideramos necesario o deseable, y
no lo que nos impone la lógica del dinero.
“El levantamiento
zapatista es un ejemplo brillante, pero también podemos pensar en todo el
movimiento de los indignados y los ocupas del último año, donde
las personas están tratando de crear otra forma de hacer las cosas, de pensar
la democracia, desde abajo, colectivamente, o en las luchas contra la sujeción
del agua a la lógica del mercado, o en las simples luchas cotidianas para vivir
con dignidad. El mundo está lleno de estas grietas.”
–¿Es posible que la gran mayoría de las personas
del mundo se convenzan de compartir este proyecto?
–Casi todas y todos nos
sentimos agredidos por la dinámica del sistema capitalista, casi todas y todos
resistimos de alguna forma, tratamos de caminar en el sentido opuesto. No
quiero convencer a nadie, simplemente quiero que reconozcamos que el
anticapitalismo es la cosa más común del mundo, que ser anti-capitalista es
parte de la experiencia de vivir bajo la agresión capitalista.
–¿A qué se refiere cuando asume que en las acciones
individuales y colectivas por un cambio social no existe la “pureza” y que
“somos autocontradictorios” al vivir en la sociedad capitalista?
–Vivimos en una sociedad
antagónica y estos antagonismos nos atraviesan a nosotros. Nos declaramos
anticapitalistas pero tenemos la cabeza llena de ideas generadas por el
capitalismo. Nos declaramos procapitalistas pero en la práctica cotidiana
luchamos de mil maneras contra la agresión del dinero y por hacer las cosas de
otra forma. Nuestra existencia es una existencia contradictoria y en la lucha
contra el capitalismo tenemos que reconocer y manejar estas contradicciones, no
buscar una pureza revolucionaria que no puede existir. La búsqueda de la pureza
nos lleva muy fácilmente a descalificar a todos los que no comparten nuestra
perspectiva precisa. El reto revolucionario es más bien promover la confluencia
de las rebeldías que existen dentro de todos nosotros.
–¿A qué se refiere cuando afirma que la oscuridad
en la que estamos (autodestrucción de la humanidad y de su entorno) puede
empeorar, o ser el umbral de una posible nueva sociedad, justa y digna?
–El mundo tiene dos
caras. La cara que predomina mira hacia la subordinación total de la vida
humana a la lógica del dinero, de la ganancia, y nos está llevando hacia la
destrucción total de la vida humana. La otra cara es la de la rebeldía, de
todas estas rebeldías que están explotando en todas partes, de todos estos
experimentos, locos y no tan locos, que buscan crear una sociedad basada en el
reconocimiento mutuo de la dignidad humana y en otro modo de convivencia con
las formas no humanas de vida.
–El movimiento social y electoral que encabeza
Andrés Manuel López Obrador en México no propone agrietar el capitalismo, pero
sí buscar justicia social, freno a la violencia, educación, dignidad. ¿Quedaría
excluido de los movimientos progresistas del mundo?
–La reproducción del
capital es una agresión constante contra la humanidad. Todos los políticos que
aspiran a gobernar quieren promover la reproducción del capital: no puede ser
de otra manera, ya que el Estado es una forma de organización integrada a la
reproducción del capital. Por lo tanto participan en la agresión contra la vida
humana (y no humana). Por eso estoy contra ese tipo de política, lo importante
es la otra política, es decir, las formas de acción que buscan romper con la
lógica del sistema, que buscan una forma de determinación que viene desde
abajo.
“Dicho eso, hay que reconocer
que existen formas más brutales y menos brutales de promover la agresión
capitalista y puede ser que tenga sentido para nosotros votar por un gobierno
en lugar de otro, pero sólo si tenemos claro que lo importante para la
humanidad son las luchas de resistencia y rebeldía contra cualquier
reproducción del sistema.”
—¿Cuál es su reflexión sobre la llegada al poder de
movimientos sociales y partidos de izquierda en países de América Latina como
Venezuela, Bolivia y Brasil? ¿No representan ningún tipo de grietas, o una
plataforma de avance con mejores condiciones para lograr más cambios?
–El auge de las luchas de
rebeldía y resistencia en América Latina en los recientes 15 o 20 años son de
una importancia fundamental para el mundo entero. América Latina se ha vuelto
un faro de esperanza. Claro que este auge se puede ver como una confluencia
explosiva de muchas grietas, de muchas dignidades.
“Algunos de estos
movimientos han enfocado sus esfuerzos en el Estado y habría que preguntar
¿cuáles son las consecuencias de adoptar formas estatales de organización?
Tiene dos importantes. Primero, implica adoptar formas de organización
jerárquicas que excluyen a las personas de su propio movimiento, de su propia
rebelión.
“Segundo, implica
inevitablemente buscar la reconciliación de las rebeldías con la reproducción
del capital, ya que el ingreso y la existencia misma del Estado como forma de
organización depende de la acumulación del capital. Esto es lo que hacen los
Estados, incluyendo los que mencionas. Puede ser que se logren algunos cambios
significativos en términos de justicia o redistribución de ingresos, no lo dudo
ni lo desprecio. Creo que en esos países sí se ha logrado una redistribución
significativa.
“Pero esta redistribución
sólo se puede lograr dentro de los límites fijados por la necesidad de promover
la reproducción del capital, y no detiene en nada la agresión que está
destruyendo el mundo. Lo que está en juego es más grande que la redistribución
de ingresos: el futuro de la humanidad.”
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