Desde la época de la
dictadura militar y la política económica impuesta por Martínez de Hoz, el país
quedó amarrado hasta el día de hoy a los tribunales de EEUU y otros poderes y
al modelo de desarrollo consolidado bajo la fuerza extorsiva del endeudamiento.
Adolfo Pérez Esquivel / Rebelion
Ningún gobierno
cuestionó la legitimidad o legalidad de la deuda generada durante la dictadura
–con excepción del intento frustrado del Presidente Alfonsín y su primer
Ministro de Economía– pese a que afecta grave y continuamente al pueblo y a la
soberanía nacional.
Todos los gobiernos que
precedieron al actual actuaron de la misma forma: ocultaron la verdadera
situación del país y asumieron la deuda sin separar lo legítimo de lo
ilegítimo. Firmaron tratados de libre comercio y de “protección a las
inversiones”, ejecutaron las políticas de ajuste y privatización impuestas, y
así llegamos al 2001 con todas sus consecuencias.
Tanto los gobiernos de
Néstor como de Cristina Kirchner continuaron con la misma política, negándose a
bajar el cuadro de la Deuda de la pared y manteniendo el sometimiento del país
a tribunales extranjeros, cediendo la soberanía nacional. En otros términos,
consolidaron la transformación del país en una colonia de las grandes potencias
y empresas, que imponen las condiciones de financiamiento, inversión y comercio
y la jurisdicción de tribunales o foros arbitrales, como Nueva York o el CIADI,
que siempre los van a beneficiar.
Muchas organizaciones
intentaron acercarse al gobierno para tratar la situación de la deuda externa y
proponer alternativas ciertas, como la realización de una auditoria
participativa e integral y la nulidad de las renuncias soberanas.
Lamentablemente sin resultado, pese al antecedente valioso de Ecuador, ya que
hasta ahora tanto el gobierno como el Parlamento, se niegan a investigar para
determinar si realmente hay deuda legítima pendiente de pago.
Es preocupante que casi
todos – el gobierno más la gran mayoría de la oposición – parecen desconocer el
juicio sobre la deuda externa iniciado por el patriota Alejandro Olmos en el
año 1982 y concluido en el 2000. El Poder judicial no ha declarado aún las
nulidades respectivas ni seguido con ahinco las causas pendientes. El Poder
ejecutivo tampoco ha impulsado los juicios y acciones complementarias
correspondientes en función de las más de 470 ilicitudes comprobadas por el
juez Ballestero en su decisión en la causa Olmos. Y el Parlamento ha omitido
actuar sobre la misma para determinar las responsabilidades políticas de una
deuda que continúa provocando graves daños al país.
En varias oportunidades
fuimos al Congreso, con Alejandro Olmos y otros, tratando de reunirnos y a
conversar con diputados y senadores. Pero siempre fue casi imposible. Si
lográbamos reunir uno o dos, eran muchos; la indiferencia y falta de
conocimiento de la situación y consecuencias de la deuda externa para el país,
por parte de los legisladores, era casi total.
Hasta el día de hoy,
han pasado otros 14 años y los diputados y senadores no han mostrado todavía la
sabiduría y compromiso necesarios para cumplir con uno de sus mandatos
constitucionales, indelegables: el de “arreglar” la deuda. Por eso las
consecuencias de la misma siguen agravándose, provocando situaciones como la
actual con la transferencia permanente de capitales a la especulación y la
usura internacional y el juicio en los EEUU con sus fallos tan predecibles a
favor de los “fondos buitre” que compran por nada y quieren llevar todo. Las
consecuencias para el pueblo son siempre las mismas: mayor empobrecimiento,
falta de recursos para el desarrollo del país, la salud, educación y la
necesidad siempre pendiente de privilegiar la deuda interna con los derechos
del pueblo y de la naturaleza.
Lo ocurrido con el embargo
a la Fragata Libertad en Ghana fue grave y afectó la soberanía nacional, como
ahora pasa con las amenazas de posibles embargos y bloqueos de fondos del país.
El comportamiento de la justicia estadounidense – no sólo el juez Griesa sino
además, la Cámara de Apelaciones y la propia Corte Suprema de EE.UU. – muestra
con todo su peso que no toda ley es justa, ni tampoco ciego el Poder judicial.
Pero son conclusiones
absolutamente previsibles y seguirán corriendo, y mal, a nuestro país, si no se
encare a fondo el raíz del problema que no son los buitres precisamente, sino
la entrega de nuestra soberanía a toda calaña de buitres que anda volando,
tanto por aquí como por allá, y la negativa a asumir la ya comprobada ilicitud
e ilegitimidad de la deuda. No sólo es repudiable la deuda hoy en garras de los
buitres reconocidos sino toda la deuda pública, acumulada desde tiempos de la
dictadura sobre la base de la represión, el fraude y la complicidad, la
nacionalización de las deudas de las grandes empresas privadas, la fuga de
capitales y otros crímenes más.
El gobierno debiera
repensar la política a seguir y no caer en el “masoquismo político”, sabiendo
los resultados que le espera, pero insistiendo en la misma receta. Es necesario
recuperar la soberanía y fortalecer la capacidad de nuestro pueblo e
instituciones para defendernos. Pero en vez de avanzar por ese camino, el
gobierno con total impunidad e irresponsabilidad continúa sometiendo al país a
tribunales extranjeros y ocultando al pueblo las cláusulas secretas, como en
los acuerdos con Chevron.
Hemos denunciado en
reiteradas oportunidades que Chevron es una empresa que escapó del Ecuador,
siendo condenada por la justicia de ese país a pagar 9 mil millones de dólares
por los daños ambientales, como a las comunidades indígenas, que rechazó
reparar. Chevron se niega a pagar, y la justicia ecuatoriana logra embargar sus
inversiones en Argentina por los daños causados. Sin embargo, la Corte Suprema
de Justicia de la Argentina levanta el embargo a Chevron, a fin de acordar con
el gobierno nacional la explotación con el sistema del fracking en Vaca Muerta,
en la provincia del Neuquén.
Una empresa con esos
antecedentes actúa con total impunidad; hay que estar atentos a la situación y
la explotación de los recursos energéticos, como el petróleo y el gas en la
Provincia del Neuquén, en un país que ha renunciando a su soberanía y quedado a
la merced de quienes pretenden ser sus acreedores.
El otro antecedente
preocupante a tener en cuenta es el acuerdo reciente con China, ya que reitera
el gobierno la misma política de renunciar a la soberanía nacional,
sometiendose incluso a los tribunales de Gran Bretaña.
¿Pueden explicar por
que el gobierno se niega a actuar sobre las investigaciones y decisiones de la
justicia argentina, o de realizar una Auditoria para separar la deuda legítima
de la ilegítima e investigar los daños causados por la deuda externa e
ilegítima al país? ¿Cuales son los motivos para que el Parlamento y el Poder
Judicial omiten impulsar las acciones que les competen al respecto?
Hoy el país sufre las
consecuencias de la incapacidad y falta de voluntad política de parte de sus
diversas autoridades, situación que genera mayor empobrecimiento, marginalidad
y pérdida de los bienes comunes, que son patrimonio del pueblo y de la
naturaleza y no del gobierno de turno.
Organizaciones
sociales, de derechos humanos, sindicatos, movimientos populares y religiosos
están movilizados reclamando a los tres poderes estatales argentinos –el Poder
Ejecutivo, el Legislativo, el Judicia-l, que asumen sus responsabilidades de
acuerdo a la Constitución Nacional y los derechos humanos. Y que abren
instancias de dialogo con todos los sectores sociales, sindicales y políticos,
que deben ser escuchados en el ejercicio democrático para buscar salidas
superadoras de los errores cometidos.
Adolfo Pérez Esquivel
es Premio Nobel de la Paz.
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