La raíz del genocidio
palestino se encuentra en el extremismo
sionista expresado desde la fundación del Estado de Israel en mayo de 1948. En
aquellos momentos Chaim Weizmann, primer
presidente del naciente estado, dijo: “Nuestra intención es establecer una
sociedad para que Palestina sea tan judía como Inglaterra es inglesa o América
es americana”.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El 20 de julio de
2014 los palestinos asesinados por el
Estado israelí ascendían a 472. Ocho días después tal cifra llegaba a 1,109
mientras que los israelíes reportaban 3 civiles
y 48 soldados muertos. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu
ha dicho que no hay guerra más justa que la que Israel está llevando
actualmente en Gaza. En realidad lo que estamos observando actualmente allí no es sino la continuación del genocidio
del pueblo palestino. Y la raíz del mismo está en que la versión más extremista
del sionismo es la que ha prevalecido en Israel. Hoy sionismo es sinónimo de un
fundamentalismo racista y genocida.
El sionismo en su
versión inicial, la ideada por su fundador Theodor Herzl a fines del siglo
XIX, era la lucha política y
diplomática por la fundación de un Estado israelí en el territorio palestino.
Una reivindicación justa mantenida por el pueblo judío desde que inició su diáspora en el siglo I D.C., cuando
fue expulsado de la antigua Palestina. Esta idea fue acompañada por otra
concepción del sionismo que pregonaba la paulatina ocupación de Palestina por
población judía. A principios del siglo XIX había en dicho territorio 6,700
judíos; en 1931 tal cifra llegaba a 174 mil (21% del total de la
población), hasta llegar en 1947 a 630
mil (48%). Esta emigración se dio en el contexto del odio a los judíos, el
antisemitismo, que tuvo en el genocidio judío a manos de los nazis, su expresión más feroz.
La raíz del genocidio palestino se encuentra en el extremismo sionista
expresado desde la fundación del Estado de Israel en mayo de 1948. En aquellos
momentos Chaim Weizmann, primer
presidente del naciente estado, dijo: “Nuestra intención es establecer una
sociedad para que Palestina sea tan judía como Inglaterra es inglesa o América
es americana”. El líder de la extremista
organización Irgún, después primer ministro Menahen Beguin, también afirmaría que un territorio
compartido entre judíos y palestinos era ilegal y que nunca sería reconocida:
“la Tierra de Israel será restaurada para la gente de Israel”. Fueron estas
concepciones las que finalmente
prevalecieron. La idea de un territorio compartido, combatida igualmente por
extremistas judíos y palestinos, finalmente fracasó. La resolución de la ONU de
1947 entregó 57% de Palestina a Israel, 42% a Palestina y 1% a Jerusalén que
quedaría bajo administración internacional. La primera guerra árabe-israelí
provocada por el descontento árabe por la partición del territorio palestino,
le sirvió a Israel para ocupar el 74% del territorio, “la guerra de los seis
días” de 1967 le facilitó la ocupación del 100% del territorio palestino.
Israel aceptó a regañadientes la partición territorial a
través de Gaza y Cisjordania. Sin embargo mantiene a Gaza como un enorme campo
de concentración y favorece los asentamientos judíos en Cisjordania que tienen
un carácter etnocida. Israel se preocupa por recordar las aberraciones del
antisemitismo que terminaron en el genocidio judío. Pero al mismo tiempo, el sionismo extremista efectúa la matanza contra
el pueblo palestino que hoy con horror e impotencia contemplamos.
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