Los diagnósticos muestran que si continúa la
emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, el mundo
será mucho más caluroso dentro de 50 años, con efectos devastadores,
especialmente en las provisiones de agua y cosechas en África, Medio Oriente y
el sudeste asiático.
Iván Restrepo / LA JORNADA
Como muestran los datos
meteorológicos de este año, el clima en México ya no es como antes. Si bien se
registraron muy bajas temperaturas en los estados del norte y noroeste del
país, en el resto del territorio nacional la temporada invernal fue suave y la
primavera se dejó sentir semanas antes de lo determinado en el calendario.
Además, marzo ha sido uno de los meses más lluviosos. Los expertos nos dirán si
todo se debe a que el año pasado fue el más caluroso de los recientes nueve
lustros. En el promedio histórico la temperatura media se elevó 1.4 grados
hasta ser poco más de 22 grados. Entidades como Sonora, Nayarit, Sinaloa,
Colima y toda la península de Baja California padecieron los tiempos más
calurosos del medio siglo anterior. Y aunque las lluvias beneficiaron a la
mayor parte del territorio nacional, la sequía se dejó sentir especialmente en
los estados fronterizos del norte.
En el resto del mundo el
calor igualmente se hizo presente el año pasado, acompañado de graves
inundaciones. Aun donde se supone que el frío reina la mayor parte del tiempo.
Por ejemplo, en Noruega, que tuvo el año más caluroso de su historia.
Igualmente las altas temperaturas se dejaron sentir en Australia, Inglaterra y
el continente europeo. Cuando estos meses los casi 200 países contribuyen con
sus programas nacionales a elaborar la agenda que permita un acuerdo global
sobre el clima el próximo diciembre en París, se informa que la temperatura
aumentó en 2014 casi 0.7 grados centígrados por arriba de la media del siglo
pasado y en lo que va del presente siglo. Fue, pues, el año más cálido del
registro que llevan las instituciones internacionales. No debe extrañar
entonces que la extensión de la capa de hielo del Polo Norte figure como una de
las menos extensas desde que se recolectan datos vía satélite en esa parte del
planeta. Una prueba más de que el cambio climático prosigue su marcha y un
mentís a los que aseguran que el aumento de las temperaturas es algo normal y
no fruto de la acción del hombre por conducto de actividades que ocasionan la
generación de gases de efecto invernadero. Desde la quema de hidrocarburos y
carbón por el transporte y la industria, hasta la destrucción de bosques y
selvas.
El director de la
Organización Meteorológica Mundial, el francés Michel Jarraud, advierte al
respecto que prácticamente todo lo que va del presente siglo se distingue
porque hace más calor en el planeta. Y que en el futuro tendremos “casi con
toda seguridad periodos de calentamiento rápido y otros de parada del aumento
de temperatura o enfriamiento temporal”. Y en ello jugará un papel fundamental
la contribución del hombre y la propia naturaleza al cambio climático. Expertos
chinos se preguntan si el acelerado crecimiento industrial registrado en el
centro de la gran potencia no es origen de las olas de calor (las más elevadas
de los pasados 150 años) que ahora azotan Shanghai y sus provincias vecinas.
Otros especialistas
concuerdan en que la tendencia es hacia el aumento. Y si en cierto momento
pareciera que el calor desaparece, puede ser, como explican científicos de la
Universidad de Washington, a que se sume en las profundidades del norte y el
sur del océano Atlántico, lo que forma parte de un ciclo natural. Chris Field,
director del Departamento de Ecología Global de la Universidad de Stanford,
anota al respecto que “la parada del calentamiento atmosférico desde finales de
los años 90 ha sido un proceso de variabilidad natural que ha transferido más
calor al océano que a la atmósfera”.
De todas formas los
diagnósticos muestran que si continúa la emisión de dióxido de carbono y otros
gases de efecto invernadero, el mundo será mucho más caluroso dentro de 50
años, con efectos devastadores, especialmente en las provisiones de agua y
cosechas en África, Medio Oriente y el sudeste asiático. Cuando en México se
intenta imponer una ley que sustrae del sector gubernamental un bien social
como el agua, la realidad muestra la necesidad de administrarla racionalmente,
alejada de los vaivenes del mercado. Es la mejor y única forma de hacer
realidad el abasto suficiente a la población y las actividades humanas.
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