Los preparativos de la
VII Cumbre de las Américas se caracterizaron más por los aprestos agresivos
-desde Estados Unidos de manera principal, aunque contando con el apoyo de las
cavernarias derechas del continente- que por una reunión distinguida por la
amistad y la cooperación.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
La amenaza por quien
dice sentirse amenazado, además del chantaje y la presión fue el signo unívoco
de los prolegómenos de esta magna reunión. Ya desde el encuentro del vice
presidente Biden con los países de Caricom, cuando les anunció que al gobierno
de Nicolás Maduro “le quedaba poco” y que debían aceptar la propuesta
energética que su país ofrecía, hasta la más reciente reunión del mismo
vicepresidente con los países del Triángulo del Norte de Centroamérica, en la
cual obtuvo la ampliación de la presencia militar estadounidense en la base de
Palmerola en Honduras, se anunciaban vientos de tormenta en Panamá. En esa
lógica, el 9 de marzo el presidente Obama emitió una orden ejecutiva intentando
intimidar a Venezuela, buscando de esa manera polarizar la región presionando a
los países más pequeños a fin de llegar a la Cumbre con América Latina y el
Caribe desunida, para hacerla presa fácil de sus políticas imperiales.
Tras la “decepción” que
según la subsecretaria de Estado Roberta S. Jacobson significó que ningún país
de la región apoyara la decisión de Estados Unidos respecto de Venezuela, el
presidente Obama viajó el pasado jueves 9 de abril a Jamaica a “torcer el brazo” a los países de
Caricom, por no hacer “lo que Estados Unidos quiere”, de acuerdo a sus propias
palabras. En la isla caribeña, el presidente estadounidense ofreció 20 millones
de dólares para sustituir a Petrocaribe, es decir el país más poderoso de la
tierra le ofreció a los ciudadanos de los países del Caricom, que son 18
millones, 1.1 dólar por persona para solucionar su demanda energética. Esos 20
millones representan la quinta parte de lo que vale un solo avión F-18 Hornet,
de los cuales Estados Unidos tiene cientos en sus portaviones alrededor del
mundo.
En este ámbito de
amenazas y chantajes y ante el apoyo del FMLN de El Salvador a Venezuela, el
cual se manifestó a través de miles de firmas de rechazo al decreto
presidencial de Obama, la Embajadora de ese país en la nación centroamericana
Mari Carmen Aponte, en clara expresión
injerencista expuso que “el apoyo que el FMLN ha mostrado a la derogación del
decreto de Barack Obama contra Venezuela dificulta la obtención de fondos
estadounidenses para El Salvador”. Chantajes como ese, propios del siglo XIX,
parecían desvanecidos en la región, pero la administración demócrata se ha
esforzado por traernos a la realidad sobre la persistencia de la política
exterior imperialista hacia América Latina.
Con ese marco comenzó
la Cumbre de Panamá, arropados en 5000 efectivos de seguridad, la ocupación de
la base Howard por la Fuerza Aérea de Estados Unidos y el anclaje de un
portavión de la Armada de ese país en la Bahía de Panamá, según informó el
destacado académico e investigador panameño Marco A. Gandásegui h. La previa
Cumbre de los pueblos que nadie sabe quién organizó, (si la presidencia de
Panamá, la OEA o la NED y la USAID), estuvo caracterizada por la exclusión del
movimiento social cubano y los intentos de dar protagonismo a mercenarios y
terroristas que por lo visto tienen derechos que se les pretenden conculcar a
los pueblos. No podía ser de otra manera cuando se acude a una cita convocada
por la OEA a fin de seguir prolongando la idea panamericana creada bajo el
paradigma monroista de integración continental, el cual, desde el mismo momento
de su concepción en 1823, recibió el contundente rechazo del Libertador Simón
Bolívar como lo atestigua la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá,
escrita en fecha tan temprana como el 7 de diciembre de 1824.
A pesar de esto, uno de
los hechos más importantes del evento fue la Cumbre de los pueblos, su
desarrollo y consolidación es lo único que apunta al verdadero afianzamiento de
los procesos de integración para darles a estos un carácter irreversible. En la
medida que nuestros pueblos, a través de sus organizaciones, se encuentren, se
conozcan, debatan e intercambian experiencias, se hagan diagnósticos sobre la
situación de la región y se propongan medidas para solventar los problemas podrán
generarse mecanismos de participación real que conduzcan a que los ciudadanos
sean los actores protagónicos de los procesos de transformación fecundando una
práctica que dará piso político y sustento estructural a las luchas por la
liberación definitiva.
En el ámbito de la
Cumbre de los Jefes de Estado y gobierno, el carácter histórico de esta cita
viene dado por dos hechos fundamentales: en primer lugar la presencia de Cuba
que como dijo la presidente argentina Cristina Fernández estaba en Panamá “por la
dignidad de su pueblo en más de 50 años de resistencia”. El apoyo unánime de
los países de América Latina y el Caribe para el regreso formal de Cuba a una
reunión de jefes de Estado y de gobierno del continente fue un elemento
esencial que obligó a la OEA a convocar al presidente cubano a estar presente
en igualdad de condiciones en la magna reunión. El discurso de Raúl Castro
expresó el pensamiento y el sentimiento de dignidad y valor de un pueblo
contenido de hablar en este tipo de reuniones, que sin embargo, nunca perdió el
contacto solidario y fraterno con sus hermanos de toda la región. Resistencia,
dignidad, honor y valentía resumen el regreso de Cuba a este tipo de eventos.
Por otro lado, vale
destacar la contundencia de las intervenciones de los jefes de Estado o
gobierno de Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia, Trinidad y Tobago, Jamaica
y San Vicente y las Granadinas entre otros mostrando una región en la que, la
manera de relacionarse con la potencia hegemónica ha cambiado. La cobardía del presidente
estadounidense lo llevo a huir de la sala plenaria antes de seguir escuchando
los reclamos bicentenarios. ¿Qué se puede esperar de un estadista que como
avestruz mete la cabeza en el hueco ante las evidencias de una historia
repulsiva de agresiones e intervenciones de la que contrariamente a lo que dijo
Raúl Castro, él también es responsable? Incluso con Cuba, porque la
imposibilidad de que la misión cubana en Washington pueda utilizar cuentas
bancarias en Estados Unidos es una decisión tomada durante el gobierno de Obama
bajo las reglas del bloqueo a la isla.
En el tema de
Venezuela, la opinión de los países de la región fue concluyente y definitiva,
el apoyo unánime no sólo fue manifestado de manera previa a la reunión en
sendas declaraciones de Unasur y Celac,
sino que en los discursos de los participantes se dejó sentir un punto de vista
abarcador, sólo diferenciado del de Estados Unidos y una insignificante Canadá
que se ha asumido como provincia estadounidense acompañando a su vecino en todas
sus aventuras intervencionistas a lo largo y ancho del mundo.
Otros temas relevantes
para América Latina y el Caribe fueron obviados por Estados Unidos, entre ellos
las ocupaciones ilegales y de carácter colonial de Puerto Rico y Malvinas por
parte de Estados Unidos y Gran Bretaña respectivamente. Así mismo, una
declaración final fue imposible por la negativa de las dos potencias
anglosajonas de Norteamérica que se negaron a declarar la salud como un derecho
del pueblo y no aceptaron rechazar el armamentismo y el espionaje y escucha
ilegales.
Panamá ha significado
una nueva victoria de los pueblos de América Latina, aunque los corifeos
imperiales se apresuren a cantar una melodía distinta cuya partitura fue
elaborada en Washington por lo que sin duda será, -como ya es costumbre-
vomitada profusamente por los mercenarios de las comunicaciones a través de sus
transnacionales.
Al finalizar la Cumbre,
vale preguntarse sin embargo, qué importancia puede tener un foro en el que por
segunda vez (lo cual marca una tendencia) no se puede consensar una declaración
final que si es posible lograr en el ámbito de América Latina y el Caribe bajo
el paraguas de CELAC, también surge la interrogante de hasta cuando América
Latina y el Caribe va a seguir aceptando ser convocada por la OEA, un
instrumento de la idea panamericana y monroista, aunque como señalara el propio
Comandante Chávez ya no es el “ministerio de colonias” de Estados Unidos.
Sigo pensando que es
incongruente continuar sosteniendo una idea contraria al ideal bolivariano de
integración, idea que hoy tiene su manifestación organizativa en la OEA y en
esas Cumbres a las que los jefes de Estado y gobierno asisten para no ponerse
de acuerdo en nada. Si como región hemos logrado ser reconocidos como bloque por
otras potencias mundiales como China, Rusia e incluso la Unión Europea, que han
aceptado reunirse con nosotros a partir de la magna organización que nos hemos
dado, qué sentido puede tener, seguir asistiendo a estas asambleas, a partir
del interés de Estados Unidos de vernos las caras individualmente, para saber a
quién le “quiebra el brazo” y a quién atrae a su regazo tentador y diabólico.
Le damos una
emocionante bienvenida Cuba a la unión de nuestras naciones, agradecemos el
apoyo afectuoso y solidario de los pueblos y gobiernos de América Latina y el
Caribe ante la amenaza imperial, pero nuestro camino de futuro no transita por
esa vía. Nuestro amanecer de segunda independencia debe recorrer la ruta
trazada por el Libertador. Su alerta debe estar siempre presente, queremos un
futuro de paz y amistad, con todos incluso con Estados Unidos y su pueblo, pero
no debemos olvidar que Bolívar con su infinita visión de futuro nos previniera:
"…los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la
América de miseria en nombre de la libertad". Que yo sepa, eso no ha
cambiado.
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