Mientras algunos
dirigentes políticos sudamericanos, tanto neoliberales como nacionalistas
populares, se empecinan en fomentar las exportaciones primarias e incluso
aseguran que para salir del extractivismo hace falta más extractivismo (en
opinión del presidente Rafael Correa), se acumulan datos que indican un fracaso
económico.
Comprobamos que Brasil
registró en 2014 un déficit de 3 mil 930 millones de dólares en su balanza
comercial, el primer saldo rojo en 14 años. Mientras las exportaciones
alcanzaron 225 mil 101 millones de dólares (7 por ciento menos que el año
anterior), el monto de las importaciones fue de 229 mil 31 millones. La causa:
el menor precio del mineral de hierro y de la soya. Brasil sigue exportando muchísimas
más toneladas que las que importa, pero vende barato, “a precio de banana”,
como se dice en portugués. La reacción irracional de algunos ministros es
fomentar más las exportaciones primarias.
En Colombia, entre enero
y noviembre de 2014 el déficit comercial alcanzó 4 mil 807 millones de dólares,
y eso no va a mejorar, pues los precios del carbón y del petróleo siguen bajos,
ya que existe sobreoferta mundial. El valor de las importaciones subió 7.5 por
ciento en los 11 meses analizados de 2014, a 55 mil 868 millones de dólares, en
comparación con el mismo periodo del año previo. En contraste, las
exportaciones colombianas totalizaron 51 mil 60 millones de dólares, lo que
equivale a una caída de 4.7 por ciento.
Hace pocos años se
hablaba en América del Sur de la “enfermedad holandesa”: crecía la entrada de
divisas por el buen precio de las exportaciones. Eso hacía subir el valor de la
moneda nacional y perjudicaba la industria frente a importaciones baratas (como
había ocurrido en Holanda en su momento, hace décadas, mucho antes del euro,
cuando el florín se apreció por la exportación de gas). Ahora no hay enfermedad
holandesa, sino depreciación del peso o del real. Hay un “contagio chino”. La
economía china estornuda y va a estornudar más, y Sudamérica agarra una gripe y
hasta una pulmonía.
Perú registró en 2014 el
mayor déficit comercial de su historia, debido a la caída de los precios
internacionales de los metales, los cuales representan 60 por ciento de sus
exportaciones. El déficit comercial de Perú el año pasado (2014) se ubicó en 2
mil 555 millones de dólares, mientras en 2013 la cifra era de solamente 40
millones de dólares. Las exportaciones peruanas en 2014 cayeron 9.3 por ciento,
para ubicarse en 38 mil 252 millones de dólares, mientras sus importaciones
sumaron 40 mil 807 millones de dólares, una caída de 3.3 por ciento. En
Colombia las importaciones aumentaron, pero en Perú ya cayeron.
Sin embargo, Perú, Brasil
y Colombia exportan, en toneladas, mucho más de que lo importan, y no consiguen
ni pagar sus importaciones. Lo mismo ocurre en Ecuador, que registró en 2014 un
déficit en la balanza comercial de 727 millones de dólares por la caída en los
ingresos por la venta de petróleo, según ha informado en febrero el banco
central. Aquí, en Ecuador, el “contagio chino” se nota de manera particular: un
menor ritmo de la economía china disminuye en general la demanda de materias
primas y en Ecuador (y otros países sudamericanos) aumentan al mismo tiempo las
deudas financieras con los chinos, encubiertas a veces de ventas anticipadas de
materias primas.
Muchos daños ambientales
y sociales en los lugares de la extracción y transporte de materias primas,
mucha contaminación de agua, muchos agrotóxicos que afectan la salud y, sin
embargo, esos países no alcanzan ni a pagar las importaciones. Se ha llamado
“post extractivistas” a los autores, activistas y algunos ex ministros que, en
pleno boom de los precios de las materias primas, alejados de los gobiernos
neo-libs o nac-pops, gente como Eduardo Gydynas, Maristella Svampa, Alberto
Acosta, Carlos Monge, Edgardo Lander, Raúl Prada Alcoreza, ha advertido de los
males sociales, ambientales y económicos de las políticas extractivistas,
incluso si han ido unidas a una mayor captura de rentas y a su reparto entre la
población. Señalaron que los términos de intercambio eran estructuralmente
negativos (en promedio, una tonelada importada ha sido siempre más cara que una
tonelada exportada, incluso en pleno boom de precios de materias primas)
y que además podía llegar un ciclo de baja de las materias primas. Apoyaron los
cientos de protestas sociales del ecologismo popular. Se llamaron “post
extractivistas”. Su hora está llegando.
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