La democracia de la diversidad de los pueblos y de los países de las
dos Américas, debe ser éticamente respetuosa de los otros. No debe ser ya
impositiva y excluyente. Pero sobre todo la nueva democracia de los pueblos
americanos debe ser esencialmente respetuosa de las expresiones particulares
que tiene cada uno de los pueblos y naciones del continente.
Adalberto Santana / Especial
para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
"No puede haber otra Cumbre de las Américas sin Cuba"
Hugo Chávez Frías,
Cartagena de Indias (2012)
La VII Cumbre de las Américas realizada en Panamá entre el 10 y 11 de
abril de 2015, fue uno de los cónclaves de los mandatarios del conjunto del
continente americano más trascendentales de la historia continental. Se puede reconocer que esa cumbre marca el fin
de una época en el continente americano
y el nacimiento de una nueva era política. Tras largas décadas de historia, por
primera vez los gobiernos del continente han llegado a establecer un diálogo y
un debate respetuoso en el plano horizontal y no vertical como en el pasado.
Fueron treinta y cinco gobiernos los que representaron a sus países.
Cuba, fue el invitado especial. Con su presencia en ese foro parece que concluyó la exclusión continental
y culmina la Guerra Fría. Conflicto
impuesto de facto hace más de medio siglo entre las dos Américas.
Panamá fue un
explendido escenario de esa séptima Cumbre. Ahí, hace casi doscientos
años después, parece que comienza a realizarse el sueño supremo de Simón
Bolivar. Aquel que describió el 6 de septiembre de 1815 en la “Carta de
Jamaica”:
¡Qué
bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto
para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un
augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a
tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra.
Sin lugar a dudas, la Cumbre de Panamá de abril de 2015,
representó la idea bolivariana que
contemplaba también la diversidad política, económica, financiera, militar y
cultural que compone el perfil del nuevo continente americano. Asimismo el
cónclave de los mandatarios a su vez mostró junto al diálogo, un rico debate de
los viejos y nuevos paradigmas que se
desarrollan en los países de las
Américas. El dinamismo de la región se perfila por el rumbo de la paz como la
que se gesta en Colombia después de más de cincuenta años de guerra
contrainsurgente. Otro es el sano
restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los EU. Así como el combate conjunto de los países al
narcotráfico, sin lesionar las soberanías nacionales. Profundizar los
mecanismos de la democracia de acuerdo a los principios de la libre
determinación de la naciones. Del combate compartido a la defensa del medio ambiente. De plantear alternativas al problema de la
migración indocumentada, entre otros temas centrales de la agenda continental.
Con ello se puso de relieve que esta generación de mandatarios que gobiernan
nuestros países, es una generación histórica que comienza a ponerse a la altura
de los grandes desafíos. Ya lo pensaba
(en su ensayo: "Un pensamiento
sobre el Congreso de Panamá"), el gran Libertador:
"El
Congreso de Panamá reunirá todos los representantes de la América"(....)
Este Congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o más extraordinaria
o más fuerte que ha aparecido hasta el día sobre la tierra. La Santa Alianza
será inferior en poder a esta confederación..."
Si bien en la VII Cumbre de las Américas predominó el diálogo, no por ello se excluyó
el debate. Este también fue una constante paralela al diálogo, pero fue un
debate respetuoso en el marco de las diferencias ideológicas y políticas de los
representantes nacionales. Lo cual también hizo evidente que el poder hegemónico que predominó en manos de
los EU, en el momento actual muestra
otra realidad, mucho más compleja pero también más diversa ideológica y
políticamente en las formas de la
democracia del joven siglo XXI.
Democracia continental donde los diversos actores ya no pueden ser
intolerantes y excluyentes, sino por el contrario tienen que ser integrantes de
una nueva realidad donde el respeto al otro, a su soberanía es garantía del
desarrollo de la misma democracia regional.
Democracia americana -si se prefiere-, que ya no debe imponerse bajo
un exclusivo paradigma, como un planteamiento uniforme y unilateral. Por el
contrario, la democracia de la diversidad de los pueblos y de los países de las
dos Américas, debe ser éticamente respetuosa de los otros. No debe ser ya
impositiva y excluyente. Pero sobre todo la nueva democracia de los pueblos
americanos debe ser esencialmente respetuosa de las expresiones particulares
que tiene cada uno de los pueblos y naciones del continente.
En resumen, a Cuba nuevamente
la historia la absolverá y le da la razón.
Venezuela se confirma que no es
una amenaza para la seguridad de los EU
ni para nadie en el mundo. Por el contrario, los países de nuestra América,
forman una región de paz y de un
promisorio desarrollo social y económico. La otra América (EU y Canadá) ya no
tienen la hegemonía de otros tiempos,
hoy tienen que ser esas potencias respetuosas de sus treinta y tres buenos y dignos vecinos.
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