Lo que muchas personas
esperamos es que este paraíso del saqueo y crimen impunemente organizado sea
transformado desde sus raíces, reconstruyéndose desde sus propios recursos y
masacradas identidades.
Desde Lima, Perú
Verónika Mendoza, candidata a la presidencia de Perú por el Frente Amplio. |
Como está claro, el
neoliberalismo político-económico no solo se encargó de sepultar las bases
intelectuales de un Perú del primer cuarto del siglo XX contestatario y
vehementemente creativo, también se sepultaron las bases del clamor por la
implantación de la decencia y genuinidad política. En los últimos meses el Perú
ha sufrido una de las más ignominiosas síntesis de la descomposición
institucional de un mercantilizado Estado putrefacto - no laico - convertido en
una real cueva de sinvergüenzas. Territorio de piratas que siguen creyendo que
el Perú fue perpetuado como el salvaje paraíso del saqueo y la impunidad
sacralizada por un Dios cómplice del arrebato patológico de una jauría de
voraces cleptómanos de lo ajeno. Esto es
historia conocida, una escalofriante pagina de autoengaños y falsas
imágenes de una nación que no existe. En palabras de Cesar Hildebrant: “Nos
creemos un país especial, tocado por la fortuna, privilegiado por el poder de
nuestra gente, por la diversidad de nuestros cutis y paisajes. Lo que no somos es
una nación y eso es lo que no nos atrevemos a reconocer. Lo que no somos es un
proyecto superior y eso es lo que los políticos nunca dirán por que su proyecto
es el autoengaño”. [1]
¿Qué se puede esperar de una seudo democracia que blinda calcos, copias y falsificaciones con dogmática y férrea defensa de un “orden constitucional” vergonzoso y pisoteado por un grupo inescrupuloso de lobistas. Mercaderes de la voluntad de un pueblo maltratado por su propia desorientación y letargia política? ¿Que se puede esperar de un sacrosanto concordato dirigido por un controversial personaje - el Cardenal Juan Luis Cipriani - acusado por plagiar, entiéndase apropiación ilícita de ideas, importantes fragmentos del libro “Communio” de Joseph Raztinger ex Sumo Pontífice Benedicto XVI? [2] El prelado peruano incurrió en un eficiente acto de auto-absolución señalando: “Toda mi labor pastoral, también este artículo periodístico, tiene como base y sustento las enseñanzas del mismo Cristo, de los Papas y de la Doctrina social de la Iglesia (...) Este patrimonio común de nuestra fe no tiene, por decirlo así, una propiedad intelectual…Lamento que la brevedad del espacio me llevó a omitir las fuentes y reconozco este error”[3] Y, esta no fue la primera vez, reincidió en el error.[4]
¿Qué se puede esperar
en el paraíso eterno del saqueo y el crimen impunemente organizado cuando un
presidente nacido en Japón quien falsificó su partida de nacimiento haciéndose
nacer en el Perú se auto organizó un autogolpe de Estado para legitimar – constitucionalmente
- el ingreso del sistema económico responsable de la perpetuación de políticas
de saqueo y repartición de bienes de este sangrante paraíso de ilusiones?
En este contexto de
“aventureros de la política”, profesionales de la retorica de la mentira y
especialistas del saqueo y robo legitimado, el Perú sufre la acción
desvergonzada de una desequilibrada pareja presidencial acompañada de un
entorno inescrupulosamente cómplice, fieles seguidores de la maestría criminal
de los mandatarios anteriores y la mano “oscura” del lobby de asesores
provenientes del intocable Washington y de las megas corporaciones financieras.
¿Qué podemos seguir esperando en un paraíso del saqueo y el crimen impunemente
organizado donde el mandatario “democráticamente elegido” no es – al final de
cuentas – quien “manda” sino aquel poder oculto detrás del trono? ¿Qué podemos
esperar en el paraíso del saqueo y crimen impunemente organizado si el
mandatario y la primera dama traicionaron la razón por la cual habían sido
elegidos – devolver la decencia soberana al Perú – accediendo al secuestro de
Washington y las corporaciones financieras y comerciales?
Como parte de una
agredida generación de los ’80, maltratada por el terror financiero de
políticas foráneas y erradas estrategias de resistencia, no espero nada de
aquellos representantes del sistema de la falsificación y el fraude impune. Sin
embargo, considero que el optimismo debe rebasar atroces errores y desquiciados
kamisaques de la política. Coincido en mucho con el maestro de la comunicación
César Hildebrant, pero considero no apropiado su – razonable – descargo
pesimista, cuando coloca en la misma “canasta de hierbas” a la candidata a la
presidencia Verónika Méndoza de la coalición de partidos políticos y movimientos
sociales Frente Amplio. Hildebrant sostiene: “De Verónika – y otras hierbas –
no es preciso decir mucho. Sólo que no tiene ninguna posibilidad de ganar.
Felizmente”. [5]
Como uno de los poquísimos representantes de la decencia periodística César, en
mi opinión, sin lugar a dudas, es el abanderado, pero como agorero de la
voluntad del pueblo – de la cual me siento parte, aun encontrándome fuera de mi
tierra - creo que es una aventura adivinatoria que se podría alinearse con las
más cuestionadas agencias encuestadoras como parasitarias representantes del
statu quo, y él lo sabe perfectamente.
Lo que muchas personas
esperamos es que este paraíso del saqueo y crimen impunemente organizado sea
transformado desde sus raíces, reconstruyéndose desde sus propios recursos y
masacradas identidades. Basta caminar los cerros de la periferia limeña de los
conos y poblados del interior del Perú para darnos cuenta de la inhumana
insensibilidad y populismo político de esta podrida república satélite del
poder y el saqueo institucionalizado, a las pruebas nos remitimos. Esperamos
que las siguientes elecciones no sean puestas en la tarima de las discusiones
de que lo joven es “inútil” y lo viejo “sabio”. Cuando una periodista le
observó a Verónika Méndoza sobre la decepcionante gestión del otrora joven Alan
García Pérez, ella respondió que no es cuestión de juventud sino de
responsabilidad y es eso lo que no solo esperamos, sino queremos construir
colectivamente, una generación, no de jóvenes o viejos responsables, sino una
generación decente, que ni copie, ni falsifique modelos politicos-economicos,
todo por el contario, que sea capaz de desbordarse de autenticidad y humano
compromiso codo a codo con los sectores excluidos en este paraíso del saqueo y
crimen impunemente organizado. Apostamos por la decencia, creemos en la
honestidad de personas como Verónika Mendoza y la fuerza ético-moral que la
respalda. [6]
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