Escudado
en la opereta "cláusula democrática contra Venezuela", el macrismo
retoma la mejor tradición de la política exterior mitrista y se dispone a
avanzar en aquello que Andrés Oppenheimer sintetizó el día después de las
elecciones a través de Twitter: "Se rompe el eje Buenos
Aires-Brasilia-Caracas".
Ya
en su nota del martes 17 Oppenheimer -a la sazón agente del Departamento de
Estado y furioso lobbista del terrorismo financiero y especulador
estadounidense- adelantaba que de ganar Cambiemos "se viene un gran cambio
en el mapa político de América Latina: Macri ha prometido tomar distancia del
régimen populista radical de Venezuela, y acercarse al bloque de la Alianza del
Pacífico, integrado por México, Colombia, Perú y Chile" (El Nuevo Herald -
17/11/2015). La orden de Washington es contundente: romper ese eje. En otras
palabras, quebrar el Consenso de Mar del Plata nacido en la Cumbre de las
Américas, en noviembre de 2005. El objetivo supremo: terminar de engullirse a
América del Sur desde la supremacía absoluta de la Alianza del Pacífico.
Suspensión de Venezuela del
Mercosur
Nos
cuenta Oppenheimer en esa nota que "en materia de Venezuela (sic), Macri
ha dicho que terminaría la estrecha alianza política de la Argentina con
Venezuela. Durante el debate presidencial del 15 de noviembre con el candidato
oficialista Daniel Scioli, Macri dijo que si es electo propondrá la suspensión
de Venezuela del Mercosur... por no cumplir con la cláusula democrática de ese
organismo. Esta requiere que los países miembros respeten principios
democráticos". El 21 de diciembre, en Paraguay, se realizará la cumbre del
Mercosur. Allí, el flamante presidente argentino pedirá lisa y llanamente la
suspensión de Venezuela del bloque. Las legislaturas paraguaya y brasileña no
tardarán en aceptar la moción. Se habrá dado entonces el primer paso para
someter al Mercosur y, de esta forma, avanzar para la incorporación plena de la
Argentina a la Alianza del Pacífico o, lo que es lo mismo, suscribir un acuerdo
entre ambos bloques con un Mercosur totalmente debilitado al estar Venezuela
suspendida y la Argentina en poder de la Sociedad Rural y el Departamento de Estado.
Orígenes de la Alianza del
Pacífico (AP)
El
antecedente de la AP -iniciativa librecambista impulsada por las oligarquías
nativas y los sectores industrialistas de EE UU- fue la Comunidad Andina de
Naciones (CAN), fundada en 1988 por Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela y México
(observador, junto a Panamá). Pero el año en el que se incorporaba Chile al
bloque, esto es, 2006, Venezuela lo abandonaba. El Tratado de Libre Comercio
(TLC) firmado entre Colombia y EE UU fue el factor detonante. Como sea, desde
la salida de Venezuela y, paralelamente, el fortalecimiento de la Alianza
Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA), la CAN quedó reducida
virtualmente a TLC bilaterales entre los países residuales y Estados Unidos, o
bilaterales entre ellos o con terceros países de la región. Las fuerzas
librecambistas se replegaron ante la derrota propinada por los "gobiernos
parecidos a sus pueblos". El crecimiento exponencial del Mercosur bajo el
paraguas del Consenso de Mar del Plata (lo que Oppenheimer denomina el eje
Buenos Aires-Brasilia-Caracas), la creación de la CELAC (febrero de 2010) y la
intención de Venezuela de sumarse al Mercosur derivaron en la creación de la
Alianza del Pacífico.
La
AP como envase de un TLC con los EE UU. La Alianza del Pacífico comenzó a
funcionar a comienzos de 2012. Sus miembros son Chile, Colombia, México y Perú.
Está constituido por 216 millones de personas y representa el 38% del PBI
latinoamericano y caribeño. Hasta el momento, la AP alcanzó una desgravación de
más del 90% de los productos comercializados internamente, aunque carece de
arancel externo para las importaciones desde EE.UU. como consecuencia indirecta
de los TLC suscriptos entre este último y la totalidad de sus integrantes. Se
comprende así que la potencia norteamericana sea el principal socio de la AP,
penetrando fuertemente gracias a México y el TLCAN de 1994. Cuando se examina
miembro por miembro, se comprende aun más la hegemonía estadounidense: primer
socio comercial de México y Colombia, y segundo de Chile y Perú. El portal
oficial del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia no nos deja
mentir: la estructura de las exportaciones del bloque en 2014 fueron explicadas
por EE UU " con una participación del 63,7%", seguida por China
(6,9%), Canadá (2,8%), Japón (2,2%), España (2,2%) y Brasil (2,2%). En cuanto
al origen de las importaciones: "EE UU (41,4%), China (17,8%), Japón
(3,9%), Alemania (3,6%), Corea del Sur (3,3%) y Brasil (2,5%)".
Plan Belgrano, Malvinas y
narcotráfico
La
destrucción del eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas es fundamental al plan
estadounidense de sometimiento regional. Y la administración macrista es su
pieza medular. De hecho, sus principales propuestas están en sintonía fina con
los postulados de los países firmantes de la AP y los reclamos del Congreso de
EE UU hacia América del Sur. Veamos. En primer lugar, el ya anunciado ataque
contra Venezuela. En segundo lugar, el "plan de infraestructura" más
promocionado por Macri y supuestamente el más importante de sus cuatro años.
Hablamos del denominado Plan Belgrano, plan destinado al norte del país.
¿Genuino interés por el desenvolvimiento regional? Lejos de eso, tiene que ver
con el desarrollo de una infraestructura de vinculación con la AP y el Océano
Pacífico, infraestructura contraria a la Iniciativa de Integración Regional
Suramericana (IIRSA) implementada por el Mercosur. En tercer lugar, la cuestión
Malvinas. Nuevamente e impulsado por EE UU, la posición de Macri se encuentra
en las antípodas de lo avanzado desde el Mercosur, UNASUR y la CELAC.
Claramente a la OTAN no le interesan amenazas políticas que puedan hacer
tambalear su base militar más poderosa en suelo latinoamericano. En cuarto y
último lugar, la "lucha" contra el narcotráfico, tan presente en el
discurso de Macri. ¿Por qué? Es una demanda del sector industrial y corporativo
estadounidense que lo utiliza como mecanismo de protección indiscriminada de
sus inversiones, activos y operaciones de lobby.
Aquí
debemos remitirnos al TLCAN, que si bien se trata de un TLC signado por el
Congreso mexicano, implícita y explícitamente está regido por la Alianza de
Seguridad y Prosperidad de América del Norte. En un trabajo sumamente
interesante al respecto, el economista mexicano Rodolfo González Molina
(Revista Economía Informa - Mayo/Junio 2015) explica que la política de la
ASPAN en materia de negociaciones comerciales "... después del ataque a
las Torres Gemelas, tiene como objetivo, según declaraciones del presidente
Bush "la protección de las fronteras y avanzar en medidas coordinadas sin
fisuras dentro y más allá de nuestras fronteras para ofrecer a los ciudadanos
protección contra terroristas, criminales y desastres naturales comunes".
Desde los primeros ensayos de TLC en la región (Plan Mérida, Plan Puebla Panamá,
etc.) hasta los últimos en México y Colombia, todos quedaron sometidos a la
aprobación de planes de combate al narcotráfico y al crimen organizado, sofisma
para contratos multimillonarios de compra de material bélico y financiamiento
para la militarización de las fronteras. Por ejemplo, la ayuda de EEUU a México
se estima en U$S 1400 millones en los últimos años para la militarización de la
frontera sur, la modernización de sus fuerzas militares y policiales, la compra
de equipo (a EE UU) y la capacitación impartida por agencias también
estadounidenses (ver "Del Tratado de libre Comercio de América del Norte a
la Alianza de Seguridad y Prosperidad", 2009). En suma, control comercial,
financiero, militar y geopolítico.
La depredación colonial
La
suspensión de Venezuela y su eventual expulsión del Mercosur, sumados a la
destrucción del aparato industrial y productivo argentino como consecuencia de
la administración neoliberal macrista insertará a la Argentina de lleno en la
AP, lo cual en definitiva y en razón de lo expuesto será equivalente a
suscribir informalmente un TLC entre nuestro país y EE.UU. Las manufacturas
estadounidenses nos lloverán a través de Chile, Perú, México y Colombia.
Nuestras exportaciones se primarizarán, como sucedió con las exportaciones de
la AP (el principal producto de exportación es el petróleo), como con México
desde la firma del TLCAN (analizado oportunamente) y Colombia en años
recientes. Efectivamente, a sus socios de la AP, Colombia les vende carbón
(17%) en primer lugar, e importa Maquinaria y equipo (24,6%), Automotor (20,8%)
y Metalurgia (11,7%). Yendo al caso argentino: ¿Nuestro producto exportable de
mayor interés para Washington? El petróleo y el gas natural de Vaca Muerta.
¿Las empresas encargadas? Las multinacionales del país del norte, con sus
socias europeas, apuntaladas jurídicamente por el acuerdo con los fondos buitre
y resguardados por estrictas normas de protección comercial y militar basadas
en aranceles cero de la Alianza del Pacífico, la militarización de las
fronteras y la lucha contra el narcotráfico. La infraestructura del Plan
Belgrano, financiado por las mismas empresas involucradas, garantizará el
saqueo de nuestros recursos vía Chile y con rumbo al Pacífico norte. En verdad
nada nuevo, sino el histórico círculo vicioso de la depredación colonial”.
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