"En América Latina, la herencia de Medellín no está totalmente perdida. Claro está que la Iglesia de hoy es muy diferente de la Iglesia de entonces. Predominan los nuevos movimientos de los años 40 de Europa, el movimiento carismático y un nuevo clero que tiene nostalgia de los tiempos anteriores a Vaticano II. Sin embargo, la Conferencia episcopal de Aparecida (2007) afirma que quiere estar en continuidad con Medellín y Puebla; renueva el compromiso con los pobres y defiende las comunidades eclesiales de base por lo menos en algunos países", explica José Comblin en esta entrevista.
José Comblin pertenece a esa generación que se alimentó ya antes del Concilio de la nueva teología y sobre todo de la nueva actitud pastoral. Los movimientos de Acción Católica especializada a partir del análisis de la realidad, la teología renovada de Congar, De Lubac y Rahner, la sociología religiosa de Boulard y Le Bras… El ambiente clerical de su primera parroquia en Bélgica como coadjutor le resultó insoportable y pronto levantó el vuelo… Hoy, a sus 85 años, es un testigo cualificado de la historia de la Iglesia latinoamericana en estos últimos cincuenta años.
-¿Por qué dejaste tan pronto tu patria para enraizarte en América Latina?
Salí de Bélgica en 1958, cinco años después de haber hecho la petición a mi arzobispo cardenal Van Roey. Estaba convencido de que el proceso de secularización en Europa era irreversible y no quería asistir a esa lenta decadencia de la Iglesia en Europa, sobre todo con la convicción de que ese proceso era el resultado de errores gigantescos de la jerarquía católica que nunca había entendido la evolución del continente, porque quería defender sus privilegios de la cristiandad medieval. Sucedió que el mismo Pío XII abrió la puerta para América Latina. Llegué a Brasil para descubrir. Vi que había una evolución diferente. La JOC me hizo recordar que era belga. Los jocistas vinieron a buscarme en Campinas, pensando que era un amigo de Cardijn por ser belga él también. Me pidieron que fuera su consiliario, porque ningún sacerdote quería serlo. Pronto me di cuenta de que una revolución se estaba gestando en América Latina: desde 1960.
-Fuiste testigo del nacimiento de una nueva Iglesia en Latinoamérica antes del Vaticano II. ¿Cómo empezaron esos cambios en algunos obispos que después fueron tan influyentes?
-En 1960 se inició en Brasil un proceso revolucionario que interrumpió el golpe militar de 1964. Poco a poco la mayoría de la Iglesia entró en la oposición al golpe militar participando en la preparación de una sociedad diferente. Vaticano II dio apoyo a una política social más acentuada. En la historia de América Latina, de 1960 a 1985 fue una época gloriosa para la Iglesia (hasta 1990 en América Central). Dom Helder Camara fue uno de los líderes de la Iglesia en esa época. Su gran conversión fue en 1955. Había sido un brillante sacerdote en su diócesis natal de Fortaleza y en Río de Janeiro. Fue obispo auxiliar de Río, director de toda la educación católica, asesor nacional de la Acción Católica, miembro del Consejo federal de educación. Había fundado la Conferencia episcopal con la colaboración de Montini en el Vaticano. Fue el organizador del Congreso Eucarístico internacional de Río de Janeiro en 1955. Después del Congreso, el cardenal Gerlier, de Lyon, fue a despedirse y le dijo que le felicitaba por el triunfo del Congreso. Pero le dijo que durante la misa final los obispos tenían ante sus ojos el triste espectáculo de las favelas. Le preguntó por qué la ciudad de Río toleraba ese espectáculo. Sugirió a Dom Helder que hiciera algo en esa materia. Dom Helder le tomó las manos y le dijo: "Hoy mismo mi vida cambia". Su vida cambió. Desde entonces se dedicó al problema de los pobres y de las favelas. Hasta tal punto que, después de algunos años, el cardenal de Río ya no lo soportó y pidió al nuncio que lo sacara de Río de Janeiro. Leer más...
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