Es verdad que los últimos años han visto un marcado incremento del gasto militar en América Latina. Pero tratar de culpar a Chávez por ese armamentismo es un sinsentido o bien ignorante o malintencionado. Resulta claro que es Colombia, y no Venezuela, la que intenta regionalizar su conflicto interno. Es Colombia, y no Venezuela, la que exporta una preocupante violencia política y delincuencial a sus vecinos.
La mayor fortaleza de los mal llamados “centristas” es pretender que son observadores equilibrados y objetivos. Y el típico escenario que permite reproducir su supuesta neutralidad centrista es la mal llamada escalada militar entre Chávez y Uribe. Los dos presidentes, de acuerdo a estas versiones, son a final de cuentas, las dos caras de una misma moneda populista y armamentista. La estrategia es por lo tanto culpar a los dos mandatarios por igual, pues fomentan de forma imprudente un nefasto armamentismo en los Andes.
De acuerdo a esta lógica “centrista”, las 7 bases norteamericanas en Colombia son iguales que las maniobras militares de Venezuela y Rusia. Se ignora de manera descarada cualquier diferencia de escala entre, por un lado, la presencia del mayor ejército del mundo en 7 bases suramericanas, y, por otro lado, maniobras militares bastante comunes, que EE.UU. realiza, asimismo, con frecuencia con varios países de la región.
Al poner a Colombia y Venezuela en el mismo saco, se ignora también que las Fuerzas Armadas de Colombia tienen a su disposición 285.554 efectivos militares, más 152.519 policías nacionales que, al mando del Ministerio de Defensa, también cumplen un rol esencialmente militar. Sin contar los miles de paramilitares cuyo papel bien se conoce, se trata, entonces, de más de 437.000 hombres armados al servicio del gobierno colombiano. En contraste, Venezuela sólo cuenta con 130.000 soldados, es decir, apenas un tercio del contingente colombiano.
Colombia, además, gastará en el 2009 entre 5 y 6 mil millones de dólares en defensa, un gasto que en los últimos años ha sido estimado, según versiones, entre el 3.4 y el 5% de su Producto Interno Bruto (PIB).
Venezuela, con ese “temible” militar al mando, presupuestó para el 2009 (y como cada año) cerca de la mitad de lo presupuestado por Colombia. Asimismo, Venezuela viene gastando entre el 1 y el 1.5% de su PIB en defensa a lo largo de los últimos años, es decir, muy por debajo del promedio regional del 1.7% del PIB. Esto significa que Venezuela es, por el contrario, uno de los Estados que, proporcionalmente, menos gasto militar tiene en una región que, no lo olvidemos, mantiene un gasto de defensa notoriamente bajo en relación con el resto del mundo.
Es verdad que los últimos años han visto un marcado incremento del gasto militar en América Latina. Pero tratar de culpar a Chávez por ese armamentismo es un sinsentido o bien ignorante o malintencionado. Resulta claro que es Colombia, y no Venezuela, la que intenta regionalizar su conflicto interno. Es Colombia, y no Venezuela, la que exporta una preocupante violencia política y delincuencial a sus vecinos.
Es, por otro lado, muy poco sorprendente que Venezuela muestre preocupación por bases militares en manos de los EE.UU. Recordemos que ya quedó comprobado que tanto Colombia como EE.UU. apoyaron al fallido golpe contra Chávez en el 2002. De este apoyo puede dar fe el líder golpista y presidente por un día, Pedro Carmona, que hoy vive en un caudaloso barrio de Bogotá, pero que sigue misteriosamente callado.
No caigamos en un nuevo engaño del mal llamado “centro político”. El origen del armamentismo es bastante claro.
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