Pensar América Latina es aprender a destejer la historia oficial, para recuperar las señales casi imperceptibles que cada gesto popular de resistencia a la opresión inscribe en nuestra subjetividad, guarda en nuestros cuerpos, y siembra en nuestras tierras.
Quiero agradecer la invitación a este curso, en el que intentaré realizar un panorama rápido de la historia y la realidad de las luchas revolucionarias y populares en América Latina. Un tema demasiado amplio, aún cuando trataremos de circunscribir el análisis a los últimos 50 años, y a una perspectiva desde el Cono Sur.
Me parece importante aclarar desde qué concepto de historia realizo estos comentarios. Decía Walter Benjamín que es necesario “escribir la historia desde el punto de vista de los vencidos” ... a lo que yo agregaría “… y de las vencidas”, teniendo en cuenta que la presencia de las mujeres es desaparecida en las versiones hegemónicas de la historia universal, y suele ser omitida también en las historias de las luchas revolucionarias. Agregaba Benjamín: “Encender en el pasado la chispa de la esperanza, es un don que sólo se encuentra en aquel historiador que está compenetrado con esto: tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y este enemigo, no ha dejado de vencer”.
Walter Benjamín escribió en el contexto de una Alemania en la que la revolución y los sueños de revolución habían sido aplastados violentamente, y líderes fundamentales como Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht habían sido asesinados: la Alemania en la que se había instalado el fascismo, con su rostro cotidiano de terror y barbarie.
Dando una nueva vuelta desde el punto de vista de los vencidos y vencidas, pero afirmándome en la perspectiva latinoamericana sobre la memoria, quisiera agregar con Roque Dalton, que “los muertos están cada día más indóciles”.
Cada día más indóciles, cada día más rebeldes… y así como el enemigo no ha dejado de vencer, los pueblos no han dejado de resistir y crear nuevos espacios y posibilidades para que vivan los sueños de cambiar el mundo, y se vayan materializando en transformaciones sociales populares. Los muertos y muertas, los caídos y caídas en nuestra América Latina, son una realidad lacerante que sigue escribiendo día a día la historia. Porque el capitalismo en estas tierras es hijo del colonialismo, del imperialismo, del patriarcado, de las muchas formas de violencia y de dominación; y también es hijo de la impunidad y del olvido, del ocultamiento, de la tergiversación de la memoria realizada por los vencedores.
Pensar América Latina es aprender a destejer la historia oficial, para recuperar las señales casi imperceptibles que cada gesto popular de resistencia a la opresión inscribe en nuestra subjetividad, guarda en nuestros cuerpos, y siembra en nuestras tierras. Leer más...
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