El pensamiento y la acción política de Manuel Mora, durante la primera mitad del siglo XX, son parte de un proceso que contribuyó a la transformación de la sociedad costarricense.
Este costarricense nació el 27 de agosto de 1909, en la ciudad de San José, en una familia de clase media. Hijo de Lydia Valverde y José Rafael Mora, un maestro de obras y dirigente de un grupo de obreros josefinos.
Manuel Mora Valverde estuvo ligado a la vida política del país desde sus primeros años. En 1917, con menos de 15 años, tuvo que enfrentar el exilio de su padre Rafael Mora, obrero organizado de lo que hoy se conoce como el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, después de que su casa y su familia sufrieran un atentado.
Ese año, Federico Tinoco y su hermano José Joaquín dieron un golpe de Estado al gobierno de Alfredo González Flores e instauraron una dictadura militar. José Rafael Mora estuvo vinculado a González Flores y tenía afinidad con sus ideas. Como hemos dicho, abandonó el país con rumbo a Nicaragua y organizó, desde allá, un movimiento armado junto a su grupo de obreros, con el fin de derrocar la dictadura de los Tinoco. Por esos días, también mueren dos hermanas de Manuel Mora, por carecer la familia de fondos para atenderlas adecuadamente.
Siendo estudiante del Liceo de Costa Rica, Manuel Mora comenzó a asistir a reuniones políticas con los grandes intelectuales de la época, entre los que destacan escritores como Carmen Lyra, Joaquín García Monge, Carlos Luís Sáenz, Rómulo Betancourt y otros miembros de la liga antiimperialista, quienes eran mayoritariamente profesos militantes de la tradición ácrata, socialista libertaria, propia de nuestra América.
Mora cursó sus estudios en la Universidad de Costa Rica, donde se tituló como licenciado en Derecho, continuando con su participación política y su compromiso con la justicia social. Fue expulsado de la Universidad dos veces por persecución a sus ideas. Recibió la Orden de la Amistad de los Pueblos, distinción entregada en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La República Democrática Alemana lo distinguió con la Orden Carlos Marx. La República de Bulgaria le entregó la orden George Dimitrov y la República de Cuba le impuso la orden Playa Girón. En 1993, le fue otorgado el premio Rodrigo Facio de la Universidad de Costa Rica, y en 1994 la Universidad Estatal a Distancia (UNED) le otorga el Doctorado Honoris Causa. Finalmente, el líder político murió el 29 de diciembre de 1994, a la edad de 85 años. La Asamblea Legislativa de Costa Rica le otorgó el título de Benemérito de la Patria.
El filósofo Arnoldo Mora Rodríguez, en su libro la Historia del Pensamiento Costarricense (1993), expone algunas de las características de Manuel Mora: entre las que destacan el ser un notable orador y un verdadero revolucionario (Mora, 1993:155). Este autor presenta a Mora como un pensador del siglo XX quien, a partir del marxismo, logra hacer una lectura de la realidad nacional, al contar con la participación de los comunistas en la construcción de la democracia y elaborar el concepto de comunismo a la tica.
La participación política de Manuel Mora y la proyección de su pensamiento en el ámbito nacional y latinoaméricano, constituyeron un momento histórico significativo, en el cual se reflejaron las ideas filosóficas y políticas que permitieron al dirigente comunista desarrollar un pensamiento particular, influenciado por las teorías de la doctrina social de la Iglesia, la corriente marxista humanista característica de América Latina y por pensadores como Marx, Engels y Lenin, entre otros. Mora hizo acopio de este pensamiento revolucionario para analizar, a partir del contexto mundial, la especificidad de la realidad cosatarricense.
El pensamiento de Manuel Mora siguió un derrotero teórico ideológico bien definido, en su afán de comprender la política como una sucesión de procesos que surgen de la realidad. Ello le permitió hacer una identificación y sistematización de esa realidad, al utilizar el marxismo-leninismo como una guía, mediante la que estableció su desarrollo argumentativo. A partir de éste, buscó dar respuesta a las demandas de un grupo, sector, clase, organización social, o institución de forma particular (y) o global.
Consideró la sociedad dentro del marco de las posibilidades de un país o región, contó para ello con el parlamento y la estructura partidaria, con el fin de alcanzar un programa o propósito de Partido. Además, tomó en cuenta la situación interna y externa, así como las posibilidades del Estado y el grado de desarrollo alcanzado por las instituciones públicas y privadas.
El pensamiento de Manuel Mora estaba constituido por un cuerpo de principios humanistas y marxistas-leninistas que, al no ser rígido, permitió hacer una interpretación de la realidad costarricense y sirvió para establecer una corriente política, la cual llamó Comunismo a la tica. Este influyó en las organizaciones, en los partidos políticos, en la institucionalidad y finalmente se tradujo en leyes y documentos que llevaron a la transformación del modelo político nacional, es decir, a la construcción del Estado costarricense.
Al analizar la vigencia de su pensamiento, se hace necesario considerar la teoría marxista, en su corriente humanista (tal como lo hizo notar Pablo Guadarrama en 2006). Desde la tradición marxista, Manuel Mora practicó la reformulación de la teoría del Estado, no solo con el afán de comprender la forma efectiva de la dominación por simple gusto gnoseológico, sino, también, de configurar alternativas viables para la revolución social. En la comprensión de la esencia de la dominación, de sus mecanismos y características, está implícito el diseño de la estrategia viable para su transformación económica y social.
“En cuanto a las luchas antiimperialistas, desarrolladas desde principios de siglo, la segunda mitad de esta década fue rica. La Sección costarricense del APRA, en la cual estaba Carmen Lyra, Luisa González y Gonzalo González; La Liga Cívica Juan Rafael Mora, en la que participaban Alejandro Alvarado Quirós y Ricardo Fournier crearon una conciencia sobre la defensa de los recursos y de la soberanía nacionales. Así Manuel impulsa también la Sección costarricense de la Liga Antiimperialista de las Américas, organización que se suma a esas tradiciones haciéndola un instrumento importante de lucha orientada a salvaguardar la identidad nacional de América Latina, cuando el continente era presa de constantes intervenciones norteamericanas, como la que sufría entonces Nicaragua que dio origen a la gesta heroica de Augusto César Sandino, en 1927”( De la Cruz,1985:13).
A lo largo de su trayectoria política, Manuel Mora Valverde, participo en la fundación y desarrollo de organizaciones revolucionarias en Centroamérica desde la década de 1930. En 1931 fundó el Partido Comunista de Costa Rica, del cual fue secretario general por varias décadas. En la década de 1950 fue uno de los principales ideólogos de la segunda fundación del Partido Comunista de Honduras. Participó junto a los partidos comunistas de Centroamérica y el Caribe en la tarea de establecer el socialismo en la región a partir de la realidad de cada país, y fue un inclaudicable amigo de la Revolución Cubana.
En 1961, con motivo de la conferencia para valorar la situación internacional y enfrentar las posiciones que enarbolaba el Partido Comunista de China, con Mao Tse Tung, en la cual participaron 81 partidos comunistas del mundo, Mora fue convocado a formar parte de la comisión que analizó la situación. Tal como lo anota De la Cruz, de los dirigentes comunistas de América Latina, don Manuel era de los de mayor trayectoria de lucha y prestigio.
El pensamiento de Manuel Mora propuso, desde los primeros años del siglo XX en Costa Rica, un proyecto alternativo: planeamientos que van a contribuir significativamente en las transformaciones más importantes en el modelo de Estado liberal en Costa Rica vigente desde 1871. Producto de las reformas sucesivas, como la promulgación de las Garantías Sociales y el Código de Trabajo, parte de una gran reforma constitucional que llevó a un cambio en el plano político, social y económico de la república, su pensamiento se expresa en las instituciones del Estado que buscaban la justicia social y el beneficio de las mayorías, al tener como fin el ser humano.
Partimos de que las ideas de Manuel Mora elevaron la política costarricense a la categoría de ciencia (tal como lo ve Konstantinov en 1957), al fundamentar su accionar en el materialismo histórico, como su posición epistemológica al entender “por tanto, que la fuente de las ideas socialistas, las concepciones sociales, las teorías e instituciones políticas, deben buscarse en la condiciones de la vida material de la sociedad”.
Manuel Mora tomó en consideración estas formas de hacer política y a partir de ahí conforma la organización para establecer la estrategia del partido, frente al aparato estatal, en tanto representante de la clase dominante; y distinguió en este, a la burocracia, la administración, la policía y el ejército, como lo exponía Carlos Marx.
Su pensamiento, entonces, respondería al grado de reflexión sobre las contradicciones fundamentales de esa época. Se puede hablar de un marxismo criollo humanista, en el sentido de que dentro del pensamiento crítico del continente americano, el marxismo ha sido un elemento evidentemente central, enriquecido, particularizado, con aportes locales directos o indirectos; podemos pensar, por ejemplo, en José Carlos Mariátegui y en otros pensadores, sobre todo del sur del continente y del Caribe latinoamericano, al utilizar el marxismo como herramienta de lucha.
El eje del pensamiento de Manuel Mora estuvo ligado como cuestión central al Estado. Ello resulta fundamental porque el Estado es el gran tema del marxismo y del Partido Comunista costarricense.
De esa manera, se empezó a generar una conciencia social que se profundizó con la crisis del decenio de 1933, producto de la recesión económica y la baja en los precios de las exportaciones, y sobre todo en el año 1934, cuando los obreros dirigidos por el Partido Comunista derrotan las políticas de United Fruit Company (UFC). Durante la década de 1940, resultado de la política de alianzas, el Partido Comunista, junto a la Iglesia Católica y el presidente Calderón Guardia, promovieron la reforma social más radical del país, con la creación de instituciones públicas que son referente obligado de la democracia costarricense, tales como la Universidad de Costa Rica, en 1940; la Caja Costarricense del Seguro Social, en 1941; la promulgación de las Garantías Sociales, el Código de Trabajo y la Ley de Casas Baratas, en 1943.
Los cambios sucedidos en la década de 1940 marcaron el derrotero por donde transitó el Estado Costarricense durante casi todo el siglo XX. La habilidad política de Mora se hizo evidente en el Congreso, del cual fue diputado durante cinco periodos legislativos. Su último período inicio en febrero de 1970. Don Manuel nos decía en esa época: “Nos falta una concepción nueva y revolucionaria de la política. Necesitamos un Gobierno de nuevo tipo, un Gobierno realmente del pueblo y dispuesto a apoyarse en el pueblo para enfrentarse a la cobardía y la falta de visión a fin de acabar con los viejos métodos de gobernar. Necesitamos unirnos alrededor de una propaganda realista y audaz, formar un bloque poderoso de fuerzas democráticas y patrióticas para eliminar todo lo que está podrido, para transformar todo o que esta caduco, para defender y fortalecer todo lo que es noble y todo lo que tiene vitalidad, y para reconstruir nuestra Patria sobre bases nuevas de justicia, democracia y dignidad, es decir de una patria socialista”.
También destacó en la plaza pública, donde quedó manifiesta su capacidad para lograr consensos, los que posibilitaron las reformas necesarias en las leyes que permitieron la consolidación de un tipo de Estado que abriera el camino al socialismo. Estas leyes deben ser consideradas parte de una revolución en las ideas desde el punto de vista ideológico, como un pensamiento alternativo.
El pensamiento y la acción política de Manuel Mora, durante la primera mitad del siglo XX, son parte de un proceso que contribuyó a la transformación de la sociedad costarricense.
Ambos, pensamiento y acción, son ejemplo de un pensar y actuar basados en el respecto a dignidad humana, a la libertad y a los derechos de todos y cada uno de los miembros de la comunidad, desde una cosmovisión comunista. Manuel Mora creía en la libre determinación de los pueblos, y sobre el particular decía:
“Creemos que cada pueblo tiene el derecho de darse el régimen social y el Gobierno que mejor le plazca y que ninguna potencia tiene derecho a interferirlo. Si tal es nuestro pensamiento, es lógico y comprensible que estemos de acuerdo en que se coordine la solidaridad de todos los países sojuzgados o interferidos por el imperialismo para poder desarrollar con éxito la defensa común. Pero eso no significa que estemos de acuerdo en que se imponga desde fuera a ningún pueblo el método que debe seguir para independizarse del imperialismo o para defender sus riquezas o su soberanía. Tampoco creemos que pueda o deba indicársele desde afuera a un pueblo, o a sus dirigentes, el momento y la forma de hacer una Revolución Social. Nosotros sabemos que la Revolución no se importa ni se exporta. La Revolución se desarrolla en cada medio de acuerdo con sus características, y son los respectivos pueblos los llamados a realizarla, cuando lo juzguen conveniente, y sin imposiciones externas. Nosotros tenemos una concepción clara y definida de la lucha política y social en nuestro país…” (Mora, 1981:572)
Manuel Mora es de esos hombres que nunca mueren porque viven en el corazón del pueblo.
* El autor es sociólogo costarricense. Académico del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional.
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