Perdón, pero ¿los gringos se hacen los
tontos o son tontos? Después del informe de la comisión del Senado
norteamericano en el que se develan las torturas a las que la CIA sometió a
prisioneros sospechosos de terrorismo, todo mundo se rasga las vestiduras en
los Estados Unidos.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Pero, ¡por favor! ¿es que no lo sabían?
Los Estados Unidos de América, su ejército, la CIA, el FBI y la policía han
torturado siempre. No solo eso: han enseñado a torturar, y las torturas que
describe el mentado informe son las menos truculentas.
En América Latina, enseñaron formas de
tortura que no están dirigidas contra individuos sino contra conglomerados
sociales completos. La famosísima y archiconocida Escuela de las Américas dio
clases de tortura a militares latinoamericanos durante décadas. De sus aulas
salieron algunos de los más consumados genocidas, los asesinos de más sangre
fría, sicópatas que torturaron a hombres y mujeres de las formas más aberrantes
que se puedan concebir.
¿Ha oído hablar alguien de lo que
militares y policías latinoamericanos adiestrados en esa escuela o asesorados
por la CIA le hicieron a mujeres militantes de izquierda en Chile?: las
violaron en grupo, las aparearon con animales y les introdujeron ratas en la
vagina.
Fueron diestros consumados en la tortura
sicológica. Hicieron creer a familiares de desaparecidos políticos que sus
deudos se encontraban vivos, alimentaron su esperanza para prolongar su
angustia; insinuaron durante años que estaban vivos y sugirieron que si se
portaban bien, eventualmente, podrían encontrarse con ellos. Desgarraron el
corazón de los que se aferraban al más tenue hilo de esperanza y no dudo que
secretamente se morían de la risa. Lo sé porque lo viví en carne propia, porque
mi familia vivió este tipo de tortura sicológica durante años.
Salen diciendo por ahí algunos de los
que son involucrados por el informe que lo que ahí se dice es mentira, y que no
se informaron bien los que lo redactaron. Puede ser que no se informaran bien,
y por eso se quedaron cortos. Lo que ahí dicen no es ni la cuarta parte de lo
que los norteamericanos han hecho no solo en América Latina sino en el mundo
entero. ¿Quieren un cuadro más completo? No tienen más que dar un paso al otro lado
de la frontera y se van a encontrar con un historial frente al cual el informe
se quedará pálido.
Aunque negando las torturas, dicen los
responsables que, de todos modos, si las hubieran hecho se justificaban porque
se hacían en nombre de la democracia, la libertad y el progreso. Lo dicen sin
ningún empacho, cuando a la vista de todos están la democracia y el progreso
que dejaron en países como Libia, Irak o Afganistán, o las consecuencias que
vivimos hoy en América Latina, cuando asesinos acuerpados por ellos,
adiestrados por ellos, sostenidos por ellos, viven en la más rampante impunidad
y desparraman su ejemplo por toda la sociedad, haciendo evidente el mensaje que
no hay por qué preocuparse porque de puede ser asesino, torturador o genocida
y, a la larga vivir como si nada hubiera pasado, sin consecuencia alguna.
Que no nos vengan con cuentos: nosotros
sabemos perfectamente que “el submarino”, forma de tortura a la que
eufemísticamente llaman “inmersión” en el informe, es una de las formas de
tortura más corrientes y leves que siempre han aplicado aquí y en todos los
rincones del mundo, al principio de un procedimiento de “ablandamiento”, porque
después venía lo más serio, lo que acaba llevando a la muerte tras una agonía
larga y dolorosa.
Si no fuera porque estamos hablando de
algo que ha creado tanto dolor e indignación, estos señores serían dignos de
risa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario