El pueblo
estadounidense gana con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con
Cuba, pero también y sin lugar a dudas los pueblos del mundo y especialmente
los de América Latina y el Caribe, pues con ésta nueva victoria cubana se
refrenda lo que sabiamente apuntaba el gran prócer cubano, José Martí: “Ayudar al
que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad”.
Especial para Con
Nuestra América
Desde
Ciudad de México
En el 184 aniversario
luctuoso de la partida de Simón Bolívar,
el 17 de diciembre de 2014, es también una fecha cardinal para la
historia de Cuba, pero también de la historia latinoamericana y mundial. El
anuncio dado a conocer ese día tanto por el presidente cubano Raúl Castro Ruz y
el mandatario estadounidense Barack
Obama sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos
países, sin lugar a dudas, es uno de los hechos históricos más
trascendentales del nuevo siglo XXI.
Las conversaciones que
se iniciaron en la segunda mitad del año 2013, tuvieron un excelente resultado.
Entre ellos la liberación de los tres presos
políticos cubanos (Gerardo Hernández, Ramón Labaniño y Antonio Guerrero)
que en su lucha antiterrorista en EU, mostraron al estar más de diez años
presos injustamente la dignidad de Cuba.
Asimismo las participaciones del Papa Francisco así como del gobierno de
Canadá, contribuyeron en mucho a lograr un diálogo muy constructivo. Desde hace largo tiempo los dos gobiernos mantienen oficinas de intereses tanto en Washington
como en La Habana, seguramente en el corto
plazo esas representaciones se
convertirán en embajadas. Con ello dichas sedes diplomáticas a mediano plazo
alentarán mejores intercambios. Particularmente por parte de la Casa Blanca, en
el sentido propiciar enriquecedores intercambios políticos, económicos, financieros,
comerciales, educativos, sociales, culturales, migratorios, sanitarios
y deportivos entre otros.
Sin embargo, todavía al
interior de los EU se presentarán posiciones intolerantes contra el
restablecimiento de esas relaciones diplomáticas y todavía mucho más en contra
del levantar el bloqueo. Las principales oposiciones ya han comenzado a figurar
por parte de los sectores políticos republicanos más conservadores y
anticubanos. La llamada mafia cubano-americana, en la que figuran los más
veligerantes y furibundos representantes
de la ultraderecha estadounidense y terrorista, han comenzado a vociferar en
contra de esa correcta política de Obama.
Pensamos también que los inmensos recursos financieros otorgados por la
Casa Blanca y por el Congreso estadounidense, van a disminuir el potencial contrarrevolucionario de una minoría anticastrista.
La postura del
presidente Raúl Castro Ruz fue muy elecuente al haber creado las mejores
condiciones para dar el primer paso con
la reanudación de esas relaciones
diplomáticas. Sin embargo, también apuntó que “eso no quiere decir que lo
principal se haya resuelto que es el bloqueo económico, comercial y financiero,
que provoca grandes daños y debe cesar”. En efecto, este es un punto cardinal
en el nuevo curso de las relaciones cubano-estadounidenses. Desmontar por parte
de las fuerzas políticas más incluyentes en el Congreso de los EU es una tarea
política que va a requerir mucha audacia, convencimiento y habilidad política
para alcanzar la mayoría que logre el levantamiento del bloqueo. Para la
ultraderecha norteamericana sin duda será una política a la que se va a aferrar
para impedir lo que el mismo Obama calificó como “un modelo caduco”. En tanto
que oficialmente la Casa Blanca ha tenido que reconocer en su “Nota informativa
sobre el cambio de política hacia la Isla”, vertida el mismo día en Washington,
sobre la nueva victoria de la Revolución Cubana, al apuntar:
No podemos seguir haciendo lo
mismo y esperar obtener un resultado diferente. Intentar empujar a Cuba al
abismo no beneficia a Estados Unidos ni al pueblo cubano. Hemos aprendido por
propia experiencia que es mejor fomentar y respaldar las reformas que imponer
políticas que convierten a los países en estados fallidos. Hoy, al tomar estas
medidas, hacemos un llamamiento a Cuba para que desencadene el potencial de 11
millones de cubanos poniendo punto final a las innecesarias restricciones
impuestas en sus actividades políticas, sociales y económicas. Con ese mismo
espíritu, no debemos permitir que las sanciones de EE. UU. impongan una carga
aún mayor a los ciudadanos cubanos a los que estamos intentando ayudar.
El pueblo
estadounidense gana con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con
Cuba, pero también y sin lugar a dudas los pueblos del mundo y especialmente
los de América Latina y el Caribe, pues con ésta nueva victoria cubana se
refrenda lo que sabiamente apuntaba el gran prócer cubano, José Martí: “Ayudar al
que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad”.
* El Dr. Adalberto Santana es
director e investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el
Caribe (CIALC), UNAM.
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