Lo que se está
imponiendo es un cambio de estrategia por parte de EE.UU por lograr los
objetivos que no pudieron lograr
mediante el bloqueo. Esta fórmula ha sido efectiva en otros países otrora
socialistas que han acabado siendo de
nuevo sus más rastreros aliados. La incógnita es si con Cuba también dará
resultado.
Juan Félix Montero / Especial para Con Nuestra América
En EE.UU la opinión
pública se había puesto ya muy desfavorable para continuar con el bloqueo contra Cuba que ha durado más de cinco décadas.
Además de esto, XIX condenatorias
consecutivas de la Asamblea General de la ONU y por si fuera poco, la presión
de sectores tan importantes como los agricultores por relaciones comerciales
que les serían muy favorables.
Por ahora se trata de
restablecer relaciones diplomáticas pero lo otro-el fin del bloqueo- vendrá por
añadidura. Es mentira lo que afirman
algunos despistados, que el bloqueo
no le causaba daño a Cuba, todo lo
contrario, están exhaustivamente demostradas las pérdidas económicas y de todo
tipo sufridas durante todo este tiempo. La lucha del pueblo cubano por terminar
con el bloque ha sido legítima y la solidaridad internacional ha sido
manifiesta. Cuba estaría sobradamente legitimada si exigiera compensaciones.
Ahora bien, lo que se
está imponiendo es un cambio de estrategia por parte de EE.UU por lograr los
objetivos que no pudieron lograr
mediante el bloqueo. Ahora se trata de ingresar por la cocina, estimular la creación en Cuba de una burguesía que
progresivamente vaya logrando poder económico. Ellos apuestan a que una mayor
apertura económica, con más intercambio, más aporte de capitales a los
emprendedores, etc., termine en cambios políticos. Esta fórmula ha sido efectiva
en otros países otrora socialistas que han acabado siendo de nuevo sus más rastreros aliados. La
incógnita es si con Cuba también dará resultado.
Consideran en EE.UU que
está el camino abierto con las reformas que ha venido implementando Cuba para
la modernización de su modelo socialista. Por otra parte, estas decisiones se
dan en medio de una coyuntura muy interesante: La Cumbre de las Américas.
Panamá ya había invitado a Cuba. Quedaba pendiente resolver que actitud
asumirían los Estados Unidos. Los países latinoamericanos y del Caribe que
integran la CELAC ya habían tomado la decisión de no asistir si una vez más no
era invitada Cuba. Menudo problema si, como respuesta, se vieran obligados los
EE.UU a no asistir.
Definitivamente la
entrega de los prisioneros cubanos a cambio de Alan Gross venía a ser la
fórmula salvadora, la salida airosa. Si bien las conversaciones secretas habían
iniciado hace meses en Canadá con la mediación del Papa Francisco, lo cierto
del caso es que el momento surgió como anillo al dedo.
Ahora ambos podrán
presentarse a esta Cumbre con la frente muy en alto. La política es así, pero
no da para asumir poses triunfalistas que pueden rayar en la ingenuidad. USA
siempre guarda sus agendas ocultas, interpretar que ha habido algún cambio en
sus posiciones hegemónicas e imperialistas sería llamarse a engaño. A riesgo de
jugar el papel de aguafiestas, debo advertir que la vida continúa, solamente se
abren nuevos escenarios que aun cuesta creer por ser los esperados como una
quimera durante largo tiempo.
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