El
chavismo no puede pensar que ya superó este difícil trance que experimenta
desde inicios de abril, aún quedan muchas cartas por ser jugadas por la
oposición, y la población que vemos con anhelo la profundización de una
alternativa al capitalismo, debemos hacer el mejor esfuerzo para construir una
paz desde la participación, no desde la negociación claudicante.
Contra
todo pronóstico, amanecimos al 16 de Julio en Venezuela, sin habernos matados
unos a los otros. En un país caracterizado por la extrema polarización, por el
manejo de un repertorio de protestas muy violentas, por la persecución extrema
de las posiciones políticas, todo se desenvolvió en relativa calma (con
excepción de los acontecimientos en Catia – en la región capital- y en algunos
otros lugares). Los que indicaban que el 16 de julio sería el fin del mundo, el
apocalipsis now, se quedaron con las
ganas.
Había
los que han apostado en estos más de 100 días de protestas violentas, no
convencionales, (pues bajo ningún concepto puede considerarse pacífica la
tranca de calle, el incendio de vehículos y personas, el linchamiento de
sujetos por la presunción de su piel en relación con su militancia) por un
escenario de elevación del conflicto, hasta los extremos de una guerra civil,
que fue contundentemente torpedeado por ambos sectores de la polarización e
incluso, por aquellos que alejados de la polarización, rechazan la violencia.
Por nuestra parte, nos declaramos críticos de los errores cometidos (pésima
administración pública, casi nulo castigo a la corrupción, burocratismo y
clientelismo), pero hacerlo no significa ignorar (o simplificar) los avances
que en términos de derechos sociales y económicos se han alcanzado en estos 19
años de gestión del proyecto bolivariano. No podemos andar como Calimero
quejándonos de todo. Hoy vimos un pueblo, que amenazado, que en los intentos de
coaccionarlos, respondió con bravura, con hidalguía.
En
nuestro criterio, la MUD cometió diversos errores. Uno, apostó es este
escenario al “todo o nada”, basado en un análisis errado de la “aparente
tranquilidad” del chavismo. El hecho que el pueblo militante de la utopía de
Chávez se haya quedado expectante ante la violencia irrestricta desatada, fue
asumido como un signo de cobardía y de “paralización”. En ese escenario, la
MUD, con Julio Borges y compañía, llegó a pensar que había logrado desmovilizar
al chavismo, sometido a una andanada de noticias falsas, de operaciones
psicológicas y de presiones sociales y económicas. Dos, creó – otra vez, tal
como lo hizo con el referendo revocatorio en 2016- una “falsa expectativa” en
sus bases. Diversos representantes de la MUD anunciaron que obtendrían en la
consulta un apoyo superior a los “11 millones”, tal como lo habían anunciado a
través de algunas encuestadoras, pensando en transformar ese proceso – ilegal
ante la no participación del CNE- en una especie de referendo revocatorio.
Buena
parte de la dirigencia de la MUD, contaba con crear una gran movilización, que
mayoritariamente le diera apoyo a la asamblea nacional en su confrontación con
el presidente Nicolás Maduro, pero al mismo tiempo, obligará a la FANB a
intervenir de manera violenta en este empate catastrófico en que se encuentra
el país. Cumplir con la expectativa de llamar a votar 11 millones o más, era,
operativamente imposible. Veamos: el CNE ha indicado en diversos procesos, que
el promedio mínimo de ejercicio del voto en el sistema venezolano, que es 100%
automatizado, es de unos 3 minutos. Eso significa, que en una hora, votan
aproximadamente 20 personas. La MUD habilitó 1.700 centros, en un proceso que
tendría una duración de 8 hrs (de 8 am a 4 pm). Eso significa que en 8 hrs, votarían
por centro, unas 160 personas. Al multiplicarlo por el número total de centros,
eso da una votación de 272.000 votos. Agregándole a cada centro, un total de 10
mesas electorales (cuestión que nunca ha ocurrido en Venezuela), el máximo en
las horas estipuladas por la MUD, habría sido 2.720.000 votos, como máximo.
¿Cómo obtienen 7.186.170 votos? ¿Por arte de magia o por arte del fraude?
Tres,
parte de la creación de expectativas, fue el recurrir a las autoridades de
Universidades Públicas y Privadas, que usurpando funciones exclusivas del poder
electoral, establecido en la Constitución de la república Bolivariana de
Venezuela (CRBV), se abrogaron la responsabilidad de realizar el proceso. Un
proceso donde no existió registro de votantes, no se procuró ningún elemento
anti-fraude de identificación y verificación del votante, no se utilizaron
testigos de otras organizaciones, ni acompañantes de ningún tipo. Una acción de
desconocimiento del Estado, que sólo tendría sentido en la medida que
obtuvieran una cifra significativa de votos. La presencia de rectores, que en
mi criterio deberían enfrentarse a procesos legales, por usurpación de
funciones y cooperación en el delito de fraude electoral, no significó una
masiva participación.
Cuatro,
el uso del miedo, de la violencia, pensaba la MUD, que serviría para movilizar
a los más radicalizados, lo que pasó – aceptando que no hubo ningún fraude,
aspecto que hemos demostrado que sí ocurrió- en realidad fue que buena parte de
la población, que posiblemente esté molesta con el gobierno y la MUD por el
desorden en que ha estado sumido el país, decidió no aprobar la consulta.
Cuando se ve la votación de la MUD desde el 2013, cuando Henrique Capriles se
enfrenta a Nicolás Maduro, observamos que obtuvieron 7.363.980 votos. De ahí
pasaron a obtener en las elecciones parlamentarias de 2015, unos 7.707.422 y
ahora, decayeron a 7.186.170. Es decir, que el resultado de más de 103 días “de
lucha y resistencia”, no solo ha permitido que el Presidente Maduro siga
ejerciendo su cargo, sino que además, han experimentado un “voto castigo”, que
ha reducido sus expectativas de desestabilizar al Gobierno legítimamente
electo. La MUD perdió 521.252 votos. Terrible ese resultado.
Cinco,
el apoyo internacional, tan anhelado en este escenario de confrontación, queda
ahora seriamente sentido, pues la medición electoral llevada a cabo –
insistimos, en forma ilegítima e ilegal- no alcanza para hacer un “llamado”
para que el presidente “renuncie”. Hay que recordar, que los votos “sacados” por
la MUD, son menores que la votación con la cual fue elegido Nicolás Maduro en
2013.
¿Qué
escenarios devienen de estos resultados? ¿Qué podemos esperar los venezolanos y
el mundo en general? Lo primero, es un incrementó de las acciones de los
sectores más radicalizados de la MUD. Primero Justicia y Voluntad Popular, las
dos organizaciones de mayor extremismo, seguramente seguirán con sus esfuerzos
de desconocimiento y violencia. Tienen la dificultad de tener que explicar por
qué no obtuvieron 11 millones de votos. En segundo lugar, el Gobierno se la
jugó todo en este proceso. Pudo tener la tentación de “impedirlo”, pero
prefirió dejarlos correr y la MUD quedó enredada en su propia trampa. La jugada
del Gobierno de Nicolás Maduro funcionó: no ayudó, pero tampoco impidió la
elección fraudulenta. La MUD seguramente esperaba una acción represiva del
estado, en correspondencia con su responsabilidad de mantener el orden. No fue
así, y la MUD fue castigada por el agotamiento, el cansancio generado por el
cierre de calles y las amenazas de incendio.
En
tercer lugar, el Gobierno quedó fortalecido, pues los errores de la MUD, las
amenazas de “incendiar el país” ante la “hora cero” (la hora de la rebelión,
según algunos diputados opositores), hicieron que salieran masivamente al
simulacro de elección de la ANC, que sí contó con la validez del poder
electoral y todos los procedimientos de verificación. El ánimo que observamos
en las bases del chavismo, auguran – aún en contra de nuestra apreciaciones
iniciales- una participación que podría superar la votación de 8.100.000 votos
que obtuvo Hugo Chávez en octubre de 2012. Sin embargo, esto que parece una
ventaja, pudiera traducirse en una escalada violenta de la oposición, sobre
todo la más radical, que observó atónito como se movilizó con efectividad la
maquinaria electoral del PSUV. Y ante ello, puede actuar con mayor violencia,
pues no lograron ellos (la MUD) equiparar su movilización de forma de dar una
demostración numéricamente inobjetable.
Cuarto,
el chavismo debe revisar no sólo su sistema de movilización, sino además la
competencia desleal que hemos visto entre algunos candidatos. Hay el
surgimiento de tendencias, que se muestran ambiciosas de poder y no entienden
que los demás candidatos que han surgido, tanto en el ámbito electoral
territorial y sectorial, no son los “enemigos”. El presidente Maduro, debe
llamar al orden, para evitar que se infrinjan heridas que pueden ser mortales
en esta etapa o punto de no retorno.
Quinto,
los apoyos internacionales, particularmente de los llamados Imperialismos
Colectivos (EEUU, Unión Europea y Japón) van arreciar sus acciones en estos 14
días de campaña. La desaparición de productos, el bloqueo de importaciones, la
presión paramilitar con soporte en Colombia, posibles atentados contra actores
claves del chavismos o la propia oposición, pueden ser efectuados en los
próximos días. La campaña de advertencia del Gobierno del Presidente Maduro,
debe ser contundente para alertar sobre estos peligros.
Finalmente,
el chavismo no puede pensar que ya superó este difícil trance que experimenta
desde inicios de abril, aún quedan muchas cartas por ser jugadas por la
oposición, y la población que vemos con anhelo la profundización de una
alternativa al capitalismo, debemos hacer el mejor esfuerzo para construir una
paz desde la participación, no desde la negociación claudicante, tal como han
manifestado algunos actores políticos, que en algún momento jugaron papeles
claves en la administración pública. Argimiro Gabaldón, decía “el camino es
duro, pero es el camino”. Tenía razón, nadie dijo nunca que construir una
alternativa a la democracia liberal sería fácil. Seguimos en el debate de ideas
y creemos en el diálogo como opción.
Dr. Juan
Eduardo Romero
Director
Centro de investigaciones y Estudios Políticos estratégicos (CIEPES)
Historiador/politólogo
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