La libertad de expresión se
mide en el marco de la correlación de fuerzas que caracteriza un país o también
globalmente. Quien habla más alto define los parámetros de la libertad de
expresión dentro del sistema. Los que están fuera del sistema no cuentan y por
lo tanto su expresión no tiene valor.
Desde Ciudad Panamá
Nuevamente el gobierno de EEUU tiene al borde del
precipicio los diarios panameños La Estrella de Panamá y El Siglo.
Actuando de manera unilateral, por encima de las leyes nacionales y el orden
jurídico internacional, el gobierno norteamericano se abroga el derecho de
prohibir a sus ciudadanos a efectuar transacciones comerciales con ciertas
empresas panameñas. Los dos periódicos mencionados son propiedad de una
sociedad cuyo accionista principal es el empresario de la Zona Libre de Colón,
Abdul Waked.
El caso surgió a mediados de 2016 cuando la justicia
norteamericana procedió a acusar a un sobrino de Waked de realizar
transacciones ilícitas. Esta persona fue arrestada y su caso se está
procesando. Mientras tanto, Abdul Waked fue declarado sospechoso e incluido en
una lista de personas non gratas para EEUU. La ‘Lista Clinton’, creada en la
década de 1990, sirve para identificar a todas las personas naturales o
jurídicas con las cuales EEUU no quiere tener relaciones comerciales. ¿Es su
derecho? Obviamente, nadie tiene derecho para obligar a terceros a limitar sus
relaciones con otros. EEUU no es la excepción. Sin embargo, EEUU tiene la
fuerza para imponer una medida totalmente a-jurídica sobre otros.
En Panamá la opinión pública se ha volcado a favor del
empresario Waked y en contra de EEUU y su embajador. Es un caso excepcional en
la medida en que el pueblo panameño nunca ha sido proclive a inclinarse a favor
de los empresarios como clase. Estos últimos no son muy bien vistos ya que
tradicionalmente lucran con los bienes de la nación y se colocan a menudo por
encima de la ley. Además, son quienes siempre están en posiciones de
gobernantes asociados con el control y la represión de las protestas
populares.
Ha habido casos similares en la historia panameña en
que empresarios se convierten en ‘héroes’ populares. Otros empresarios han
intentado levantarse como ‘héroes’ nacionales. Aún hoy, el presidente Roberto
Chiari (1960-1964), dueño del emporio azucarero Ofelina y de La Estrella Azul,
es venerado por algunos sectores sociales que recuerdan que rompió relaciones
diplomáticas con EEUU por la agresión de ese país contra la juventud el 9 de
enero de 1964. Otros anti-héroes son Pancho Arias y Tito Arias (sin relación
familiar con el anterior), para mencionar sólo dos.
Waked quizás no llena esas dimensiones – que tiene
ribetes políticos - y probablemente no será recordado por su posición frente a
los atropellos de fuerzas extranjeras. Waked se vió obligado a vender todas sus
propiedades, pero se paró firme con los diarios de la capital panameña. Dijo
que no vendería La Estrella de Panamá y El Siglo. Sucumbiría
junto con los dos rotativos. Sus amigos han señalado que realizó todo lo
posible acercándose a los agentes norteamericanos para conversar y buscar la
solución del problema.
En Panamá un comunicado inusual suscrito en un
principio por 50 representantes de diferentes sectores del país, refleja en
parte el apoyo a la causa de los periódicos atacados por EEUU. El comunicado es
corto y contundente: Primero señala que la medida norteamericana va en contra
de la libertad de prensa y también de la libertad de expresión. Sobre el
particular hay que señalar que tanto uno como el otro siempre han sido
coartadas por los grandes intereses.
Los firmantes del comunicado concluyen que “con la
subsistencia de los referidos diarios, EEUU no pierde. En cambio, Panamá pierde
mucho con su desaparición”. Los intereses de EEUU son claros. No han variado
mucho desde que comenzó a cotizar las riquezas de la región hace más de 150
años. En cambio, en Panamá la lucha de La Estrella de Panamá no sólo
tiene que enfrentar a los intereses de EEUU, también tiene que tener en cuenta lo
que significa la pérdida de un vocero independiente.
Si Waked sale del escenario al frente de la empresa
editora, ¿quién o quiénes lo reemplazarán?
La libertad de expresión se mide en el marco de la
correlación de fuerzas que caracteriza un país o también globalmente. Quien
habla más alto define los parámetros de la libertad de expresión dentro del
sistema. Los que están fuera del sistema no cuentan y por lo tanto su expresión
no tiene valor. En el caso de Panamá, EEUU lo considera parcialmente fuera del
sistema. Puede intervenir en su vida política y económica cuando lo considere
necesario. Igualmente, define que es la libertad de expresión de acuerdo con
sus intereses.
20 de julio de 2017.
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