Podemos observar la falta de voluntad política sobre una buena gestión
de las fuentes hídricas y el manejo de los desechos de la región. Por otro
lado, también se observan las prioridades del sistema en relación al uso del
agua y las necesidades de la población. Esta gestión del agua y el aumento de
la población en la región llevan a algunas ciudades al estrés hídrico.
Florencio Díaz / La Estrella de
Panamá
La relación
población – agua se observa siempre en el desarrollo de la humanidad. En las
riberas de los ríos y de cursos de agua, cerca de un pozo, de un oasis han
prosperado pueblos y civilizaciones completas. Cinco mil años antes de Cristo,
civilizaciones como los sumerios lograron desarrollar la agricultura altamente
productiva en los deltas del Éufrates, el agua les dio alimento y riqueza.
También el Tigris, el Nilo, el Ganges o el Río Amarillo dieron luz a las
primeras civilizaciones, así como el Amazonas para Suramérica; el Chagres, en
Panamá, aportan al desarrollo de nuestras culturas.
El agua
como recurso natural a través de la historia ha servido para producir
alimentos, para beber, como forma de transporte, como arma y para la
acumulación de riqueza en el nuevo orden mundial. Hemos aprendido a
almacenarla, a depurarla, a tratarla. Pero no hemos aprendido a distribuirla de
manera equitativa y racional, variables que han incido en la crisis mundial y
nacional del agua generando conflictos entre culturas e internas de los países.
Desde esta
mirada de desarrollo y crisis potencial en el acceso al agua, de un alto
porcentaje de la población mundial, la Asamblea General de las Naciones Unidas
se pronuncia en su Resolución 64/269 ‘El Derecho Humano al Agua y el
Saneamiento', aprobada el 28 de julio de 2010, reconociendo: ‘…que el derecho
al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno
disfrute de la vida y de todos los derechos humanos…'. (Naciones Unidas, 2010).
Resolución
que según las Naciones Unidas necesita del compromiso de todos los actores que
conforman la sociedad mundial; de ahí que insta a los Estados y a los
organismos internacionales que propicien recursos tecnológicos y financieros con
el fin de abastecer a todos de agua potable y contribuyan a su saneamiento.
CRISIS MUNDIAL
Según las
estadísticas de las Naciones Unidas, 1,100 millones de personas (18% de la
población mundial) no tienen acceso a agua potable. Por otro lado, la Organización
Mundial de la Salud plantea que 768 millones de personas no tienen acceso al
agua potable y 2,500 millones carecen de servicios básicos de saneamiento. En
el caso de Latinoamérica, 26 millones de habitantes urbanos y 51 millones
rurales carecen del servicio de agua potable.
Esta
realidad contradice con la disponibilidad de agua que cuenta la población de la
región en relación al resto del mundo. Las personas en América Latina y el
Caribe cuentan con 24,400 metros cúbicos de agua. (Cirelli, 2013)
Latinoamérica
tiene el 33% de los recursos hídricos del mundo; es decir, cuenta con la
disponibilidad más alta en el planeta. Contar con 3,100 m³ de agua per cápita
por año, duplicando el promedio mundial. La gran mayoría de los países de la
región cuentan con disponibilidades catalogadas entre altas y muy altas en
razón de su superficie y población.
Tener el
mayor porcentaje de recurso hídrico no significa que toda la población tenga o
acceda al mismo. El 97% de la población latinoamericana que vive en las
ciudades accede a fuentes de aguas mejoradas. Para los que disfrutan de este
suministro en casa, es fácil olvidar que se trata de un recurso limitado. Tan
limitado que, según organismos mundiales, el déficit mundial será de un 40%
para 2030.
Según datos
del Tribunal Latinoamericano del agua, 77 millones de personas aún no cuentan
con acceso al agua. La cobertura de servicio sanitario presenta niveles aún más
bajos. Aunque la región ha experimentado mejoras considerables, tan sólo el 49%
de la población cuenta con servicios sanitarios. Esto significa que la
población sin acceso al saneamiento sea superior a los 100 millones de
habitantes. [Tri10] Ahora bien, si observamos las asimetrías que imperan entre
lo urbano y rural en relación al acceso al agua, de los 77 millones de personas
que no cuentan con servicios de agua potable, 51 millones se localizan en áreas
rurales y los 26 millones restantes, en áreas urbanas.
Desde esta
perspectiva podemos observar la falta de voluntad política sobre una buena
gestión de las fuentes hídricas y el manejo de los desechos de la región. Por
otro lado, también se observan las prioridades del sistema en relación al uso
del agua y las necesidades de la población. Esta gestión del agua y el aumento
de la población en la región llevan a algunas ciudades al estrés hídrico. Para
organismos como World Resources Group (WRI) las principales ciudades de
Latinoamérica caminan sobre el estrés hídrico son, México DF., Río de Janeiro,
Lima, Santiago, Caracas, Salvador, Haití, entre otras. Es decir, la demanda es
más grande que la oferta del agua en estas ciudades.
CRISIS EN PANAMÁ
La
Organización Mundial de Meteorología dice: Panamá es un país que no tiene
problemas de escasez de agua, ya que cuenta con alrededor de 500 ríos, ubicados
así; 350 en el litoral Pacífico y 150 en el Caribe. Teniendo una oferta de agua
de aproximadamente 144,119.52 hm³/año, de los cuales, el 60% desagua en los
océanos, coloca al país como el segundo de la región con mayor disponibilidad
hídrica. La realidad no se evidencia en la gestión y acceso al agua de la
población.
Prevalece
la relación entre distribución del agua y la capacidad económica de la
población, es decir, por la capacidad que brinden los espacios económicamente
desarrollados o por la capacidad económica del individuo. Ahora bien, de los
3.9 millones de habitantes censados en el país, 600,000 no tienen agua de forma
estructural, 800,000 no tienen agua las 24 horas del día; un millón usan
letrinas y 500,000 no tienen baño dentro de sus casas.
Entre
algunos de los indicadores que evidencian la condición económica y acceso al
agua, la diferencia entre las áreas urbanas de las rurales es el acceso a
fuentes de agua mejorada. Para el caso de la población urbana casi el 100% de
la población tiene acceso a fuentes de agua mejorada. Es relevante mencionar
que el 88.8% de la población tiene acceso al agua mejorada a través de la
gestión pública del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales
(Idaan), mientras que en el área rural sólo el 22% de la población se
aprovisiona de agua.
Por otro
lado, se plantea que en 2015 la población de la urbe metropolitana ha llegado a
consumir 415 millones de galones diarios, mientras que por esclusajes se
consumen aproximadamente 52 millones de galones de agua, justificando la
dualidad distribución del agua y espacios económicamente desarrollados.
REFLEXIONES FINALES
La
mencionada crisis del agua no ha encontrado en el discurso público argumentos
que la relacionen con el modelo de desarrollo de país y mucho menos a las
élites económicas y a los gobernantes, quienes son los mayores responsables por
las consecuencias ambientales en el país producto de la acumulación, en
detrimento de los derechos de los ciudadanos. Tal es el caso de Petaquilla
Gold, Barro Blanco y otros proyectos hidroeléctricos que han ocasionado daños
irreversibles a la calidad de vida de las comunidades que demandan el derecho a
la vida con respeto a su cultura y al ambiente.
En este sentido, más allá de una política de reforestación de un millón
de hectáreas en 20 años, del Plan Estratégico de 100% agua y cero letrinas, se
deben desarrollar políticas del manejo del agua capaces de ser sostenibles en
la gestión y protección de todas las fuentes hídricas del país. Es decir,
promover educación ambiental y detener la política irracional de explotación de
minerales metálicos y no metálicos, las concesiones hídricas y la falta de una
política coherente sobre la protección de los bosques, agua, suelo y demás
recursos comunes.
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