Los pasos dados por el
nuevo ocupante de la Casa Blanca en relación con la isla han sido sumamente
hostiles y basados en mentiras, condicionamientos y pretextos. Entre los
últimos es digna de una marca olímpica en materia de mentira la supuesta
agresión con un arma sónica a la que habrían sido sometidos 22 miembros de la
Embajada de Washington en La Habana.
Ángel Guerra Cabrera / La Pupila Insomne
La paliza, 191 a 2,
sufrida por Estados Unidos en la votación de la Asamblea General de la ONU
sobre el bloqueo a Cuba, no es una simple repetición de las anteriores. Es
cierto, hace más de un cuarto de siglo un número creciente de Estados apoya la
resolución cubana. En los últimos años solo votan en contra la potencia del
norte y su impresentable compinche Israel.
Si se piensa bien, el sufragio sobre el bloqueo se ha convertido también
en un símbolo del aislamiento de Estados Unidos, no solo en este tema, sino en
otros, que, como el cambio climático, son cada vez de mayor interés para las
naciones. Esto se ha acentuado con la política exterior unilateralista del
presidente Donald Trump.
De igual modo, la mayoría
de las intervenciones en apoyo al documento cubano, fueron también un llamado a
Trump para que retome el camino de diálogo y cierta apertura con la isla
iniciado por su homólogo Barak Obama. Cabe recordar que el segundo había pedido
al Congreso el levantamiento del bloqueo y, en concordancia con ello, Estados
Unidos se abstuvo por primera vez en la votación del año pasado. Aunque nunca
habló del carácter agresivo e inmoral del cerco económico y dijo que el cambio
de política hacia la isla no implicaba una modificación de su objetivo(de
derrocar a la Revolución), el primer presidente negro de la gran potencia sí
reconoció explícitamente el fracaso del bloqueo y aceptó una relación con Cuba
de iguales y mutuo respeto.
Sin embargo, los pasos
dados por el nuevo ocupante de la Casa Blanca en relación con la isla han sido
sumamente hostiles y basados en mentiras, condicionamientos y pretextos. Entre
los últimos es digna de una marca olímpica en materia de mentira la supuesta
agresión con un arma sónica a la que habrían sido sometidos 22 miembros de la
Embajada de Washington en La Habana. Washington dice que aun no puede acusar a
Cuba de la autoría de los “ataques” pero alega que no es capaz de proteger a
sus diplomáticos según establece la Convención de Viena. Esta ridícula
acusación se ha vuelto el hazmerreír de las comunidades científicas de Estados
Unidos y Cuba. No obstante, logró eco en los medios de difusión estadunidenses
dominantes y fue usada como excusa para
reducir sustancialmente, de forma unilateral y festinada, el personal en las
misiones diplomáticas de ambos países en La Habana y Washington.
En el primer caso,
mediante la retirada por Estados Unidos de la mayoría de su personal,
presuntamente enfermo por la acción de la hilarante arma sónica. En el segundo,
con la absurda y descabellada expulsión de buena parte de los diplomáticos
cubanos. Esta medida, junto a la orden presidencial de Trump dada a conocer el
16 de junio, reduce al mínimo lo que quedaba de las medidas de distensión de
Obama después de los discursos en que él y el presidente Raúl Castro anunciaron
la decisión de restablecer relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
Baste señalar que a partir de ahora un cubano se ve impedido de solicitar visa
estadunidense en La Habana y debe para ello viajar a Colombia y pedirla al
consulado en Bogotá. Ya hablaremos de eso próximamente.
Volviendo al debate sobre
la resolución cubana en la ONU, destacaron los pronunciamientos de los
representantes de América Latina y el Caribe, África y Asia, así como el apoyo
de la CELAC, el CARICOM, el Movimiento de Países No Alineados, el G77 + China,
la Organización de la Conferencia Islámica y la ASEAN. Fueron sobresalientes los discursos de
Jamaica, Bolivia, Venezuela, Paraguay, México, Vietnam, China, India, Rusia,
Unión Europea, Suráfrica y Argelia.
Los condicionamientos
alegados por Trump para no levantar el bloqueo recibieron la fulminante
respuesta del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla: “En las últimas semanas, el presidente Donald
Trump ha reiterado en cuatro ocasiones diferentes que su gobierno no levantará
el bloqueo a Cuba a menos que esta realice cambios en su ordenamiento interno.
Reafirmo hoy, que Cuba jamás aceptará condicionamientos ni imposiciones y les
recordamos al presidente y a su embajadora (en la ONU, Nikki Haley) que este
enfoque aplicado por una decena de sus predecesores no ha funcionado ni
funcionará. Será uno más en la cuenta de una política anclada en el pasado”.
Añadió que el mandatario estadunidense
se acompaña de “rancios batistianos(partidarios del dictador Batista),
anexionistas y terroristas”, que “alienta el odio y la división”, y pregona “un
peligroso supremacismo que disfraza de patriotismo y que generará más
violencia”.
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