Barajar y dar de nuevo,
como en el truco que cabe recordar es un juego basado en la mentira, en correr
al adversario con la alpargata, como decimos los provincianos, ganando con la
carta más modesta, pero que, en el rostro del poseedor parece el “macho de
espadas”.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra
América
Desde
Mendoza, Argentina
Como en el popular
juego de naipes nacional llamado truco,
el presidente siempre dispuesto irse al mazo para barajar y dar de nuevo, borró
con el codo lo que había firmado con la mano la semana anterior. De entrada en
su reunión con los gobernadores de las 24 provincias y, a modo de palpar a la
audiencia con el envido – siguiendo el juego aludido – dijo que se iba a dejar
sin efecto los impuestos al vino y los productos electrónicos, intentando poner
paños fríos a los gobernadores de las provincias productoras, sobre todo
Mendoza y San Juan y de Tierra del Fuego. Táctica que parece haberse instalado
como un tic, haciendo gala de la viveza criolla. Situación que eriza tanto a
opositores como aliados que empiezan a dudar de la solidez de sus vínculos,
sobre todo porque deben explicar a los suyos estos vaivenes decisorios de la
máxima conducción, cuando los perjudicados saben que obedecen a su extrema
voracidad y no menos disimulada ignorancia. De modo que los propios (los
gobernadores de la Alianza Cambiemos) asumen como triunfo el volver al punto de
partida y el resto, perplejo, asiste una vez más a esa saga de recibir diez
zarpazos y, si hay quejas, dar marcha atrás en uno o dos, mientras el resto de
los arañazos dejan marcas en el lomo.
Si la cuestión de fondo
es discutir la reforma tributaria con el pretexto de disminuir la presión
alentando reducir el número de gravámenes distorsivos y, desde el vamos se
suprimieron retenciones, sobre todo al campo pampeano y las mineras, es lógico
suponer que esos ingresos se van a trasladar a otras regiones y bases
tributarias, porque no era un gesto menor nombrar al presidente de la Sociedad
Rural en la Secretaría de Agricultura, sino un reconocimiento explícito. Esta
discrecionalidad nunca pecó de ingenua, la ingenuidad fue de los socios, sobre
todo los del centenario partido Radical que le ayudaron al triunfo y se creyeron
sus pares, cuando la inmensa mayoría de sus dirigentes carecían de la fortuna y
de las vinculaciones externas de los paladares negros oligarcas y los ceos al
mando.
En este punto también
el presidente, su ministro del Interior y el de Finanzas, pretenden hacer
tabula rasa, dejar en cero la millonaria deuda que la Nación tiene con las
provincias, para acogerse a un nuevo sistema de redistribución. Tomemos por
ejemplo que el Fondo del Conurbano le otorgaría a la provincia de Buenos Aires
20 mil millones de pesos, mientras la deuda reclamada a la Nación es de 65 mil
millones, cuestión más o menos similar con el resto de las provincias pero de
menores montos. Razón por la que, ante el silencio de la mayoría, se decidió
suspender las negociaciones hasta la semana que viene, en donde los ministros
volverán con sus nuevas cuentas luego de los recientes ajustes.
Barajar y dar de nuevo,
como en el truco que cabe recordar es
un juego basado en la mentira, en correr al adversario con la alpargata, como
decimos los provincianos, ganando con la carta más modesta, pero que, en el
rostro del poseedor parece el “macho de espadas”[1].
Lo mismo le ha ocurrido
al complaciente triunvirato de la CGT que en plenario rechazó la reforma
laboral y descarta cualquier modificación a la Ley de Contrato de Trabajo LCT
y, consecuentemente, cualquier alteración en el régimen jubilatorio el que
aseguran, es una retribución por el ahorro anticipado que ha hecho cada
trabajador durante su vida laboral. Sus discursos elusivos, amañados y
mendaces, correlativos al oficialismo, ahora se suman al de las otras centrales
obreras como la CTA que, desde un primer momento advirtieron a quien se
enfrentaban, como el inmenso colectivo docente al que se le ha prometido
modificar su régimen jubilatorio como si fuera de privilegio.
Pero más allá de estas
discusiones en las que el macrismo triunfante desea imprimirle su ritmo de
gestión a los cambios anunciados y empezar a soñar con reelecciones y una continuidad política demostrándole a la
sociedad que llegaron para quedarse, el variopinto conjunto de periodistas que
día a día intentan, desde el conglomerado de los medios hegemónicos, alinear a
la desalentada opinión pública comienzan tímidamente a denunciar
incompatibilidades y “supuestos” actos de corrupción, como los de los ministros
Luis Caputo y Juan José Aranguren con los papeles del Paraíso, a los que la
titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso les ha pedido explicaciones
en medio de declaraciones públicas acaloradas y efusivas, intentando acallar un
mar de críticas por complicidad.
Lejos de la picardía
criolla con que se debaten las grandes cuestiones nacionales y las fintas
mentirosas del truco aludido, importantes dirigentes de la comunidad[2] con relevancia
internacional a través de Encuentro en Defensa de la democracia, convocó en el
Congreso para salvar la democracia plural, a defender el Estado de derecho y la
Constitución y las instituciones y a emprender la lucha desde todos los
ámbitos, sobre todo desde la educación, porque son los jóvenes los que deben
formarse en una sociedad justa y libre, en donde el Estado y no el mercado debe
distribuir la riqueza y ello debe realizarse con alegría, con renovado
entusiasmo porque este momento adverso pasará y el tiempo nos dará la razón.
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