Por primera vez en 38
años, los militares que abrieron las puertas a la democracia en Portugal no
participaron este año – el 25 de abril - en los actos conmemorativos oficiales
de la Revolución de los Claveles, que derrocó en 1974 a la más antigua
dictadura europea. Por el contrario,
lanzaron una proclama en protesta por la "dictadura de los mercados
financieros" que afronta el país.
Marco A. Gandásegui, hijo. / ALAI
Al igual que Islandia,
Portugal no aparece en las noticias internacionales a pesar del empobrecimiento
de su población producto de la crisis del sistema capitalista mundial,
especialmente europeo y de EEUU. Mientras que Islandia resolvió su crisis
obligando a los especuladores ingleses y daneses a pagar las deudas que
acumularon mediante sus despilfarros con activos de ese país nórdico, los
grandes capitalitas del resto de Europa están obligando a los trabajadores a
pagar los platos rotos tras el escandaloso colapso del experimento neoliberal.
Sin embargo, en
Portugal hay una institución que se está oponiendo a las políticas pos
neoliberales leoninas que quieren acabar con las conquistas sociales de todos
los ciudadanos de ese país. Para sorpresa de la mayoría de los analistas, se
trata de los militares.
Por primera vez en 38
años, los militares que abrieron las puertas a la democracia en Portugal no
participaron este año – el 25 de abril - en los actos conmemorativos oficiales
de la Revolución de los Claveles, que derrocó en 1974 a la más antigua
dictadura europea. En la efeméride, designada Día de la Libertad, los militares
que dirigieron la gesta rechazaron ocupar la tribuna de honor, que cada año les
es asignada en el parlamento. Los militares sacaron una proclama en protesta
por la "dictadura de los mercados financieros" que afronta el país.
En cambio, los
oficiales convocaron a una manifestación en la que se destacaron los discursos
contra la crisis económica y financiera. La protesta fue apoyada por el
expresidente Mário Soares (1985-1995), considerado el patriarca de la
democracia lusa, que también declinó ocupar un lugar de honor en el hemiciclo
del Congreso.
El militar en retiro,
Vasco Lourenço, quien fue comandante de la Región Militar de Lisboa en el
período revolucionario, explicó que los militares no concurrieron a los actos
oficiales porque "la línea seguida por el poder político actual dejó de
reflejar el régimen democrático heredero del 25 de abril de 1974, plasmado en
la Constitución de la República".
Los llamados
"capitanes de abril" no fueron al parlamento, pero no dejaron de
conmemorar el levantamiento que puso fin a un régimen de extrema derecha
aislacionista y a un imperio colonial de casi 560 años.
Según el periodista
Mario Queiroz, de IPS, hace casi 40 años, todo comenzó a cambiar radicalmente
cuando el joven capitán Fernando José Salgueiro Maia (1944-1992), destituyó a
sus superiores del Regimiento de Caballería Mecanizada de Santarém y, al frente
de una larga columna de carros de combate, recorrió los 110 kilómetros que
separan esa ciudad de Lisboa.
Cuando los blindados de
Salgueiro Maia ocuparon la plaza Terreiro do Paço, durante medio siglo símbolo
del poder en Portugal, comenzaba el golpe de Estado más singular de la
historia: militares que se alzaban para imponer la democracia a punta de la
bayoneta.
Desde entonces,
Portugal no vive una situación de fuerte agitación social como ahora, provocada
por las medidas del gobierno conservador contra el bienestar de la población
para reducir el déficit fiscal, condición impuesta por la “troika” de
acreedores formada por el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el
Banco Central Europeo.
Entre estas políticas
se destacan el aumento generalizado de los impuestos, el fin de la salud
gratuita, alzas de las tarifas del gas, la electricidad y de combustibles, del
boleto del transporte de pasajeros y de las matrículas y de la cuota mensual para
los estudiantes de establecimientos estatales.
También está en curso
una reforma del Código del Trabajo que facilitará los despidos, eliminará
aguinaldos, limitará los subsidios por desempleo, quitará feriados, reducirá
los días de vacaciones obligatorias y permitirá el aumento del horario laboral.
En su discurso ante
miles de manifestantes de diversas generaciones, Lourenço recordó a las
autoridades en funciones que "el gobierno no es del elegido sino del
votante y que, por lo tanto, no pueden vender el país al poder económico y
financiero". "Los elegidos ya no representan a la sociedad
portuguesa", cuando tratan de "legitimar la dictadura de los
mercados, porque la gente no le concedió al parlamento el poder de entregar
esos poderes", afirmó el oficial retirado.
En Panamá y el resto de
América latina, aún cuando los balances de comercio exterior aún son positivos,
la situación es muy similar. A pesar de haber elegido a sus representantes en
elecciones democráticas, los gobernantes actúan en contra de los intereses de
los pueblos. En primer lugar no cumplen con sus promesas de gobernar en
beneficio del desarrollo nacional. Segundo, permiten que los especuladores
saqueen las riquezas naturales, aprueban leyes que desintegran a las familias,
se asocian al crimen organizado para promover la corrupción y reprimen las
protestas.
El expresidente Soares
le explicó a Queiroz que su actitud de protesta en este aniversario es "en
solidaridad con los héroes de abril", en momentos en que el gobierno
portugués está "destruyendo conquistas sociales tales como la seguridad
social, la educación y la salud", mediante privatizaciones y la limitación
de los derechos". Para Soares, la austeridad impuesta por la “troika”
(financiera) lleva al "empobrecimiento de millones de portugueses".
Panamá, 3 de mayo de 2012.
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