El sentimiento de engaño crece cada vez
más en sociedades como la española, la griega, la italiana o la portuguesa, que
ven como menguan los recursos para las escuelas y los hospitales, pero se
destinan miles de millones de euros para salvar bancos.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
La sombre del ajuste y el recorte neoliberal amenazan a los pueblos europeos. |
La crisis económica y política europea,
con su ajuste draconiano, receta una serie de medidas económicas de ajuste
dizque con el fin de hacer solvente al Estado y competitiva la economía. Son
políticas económicas con profundas implicaciones sociales, de tal magnitud que,
con toda propiedad, podemos decir que constituyen las verdaderas políticas
sociales del ajuste.
La implosión en el centro del modelo
neoliberal, que había mostrado sus características depredadoras en América
Latina en las décadas de los 80 y 90, muestra una vez más sus límites y
carencias en las políticas impulsadas nuevamente por el FMI (que resurge de sus
cenizas después del descrédito en el que había caído en la primera década del
2000), el Banco Central Europeo y Consejo Económico Europeo. Límites y
carencias solamente si las juzgamos en relación con las aspiraciones de
bienestar, equidad y justicia de los pueblos pues, de acuerdo a la lógica del
capital, la cual se encuentra en el meollo de la lógica de las reformas, éstas
están totalmente acordes con sus necesidades de reproducción ampliada.
Se trata de la necesidad de estrujar,
hasta donde sea posible, la extracción de plusvalía del factor trabajo, lo cual
pasa en Europa por el desmantelamiento del Estado de bienestar y todas sus
conquistas que, desde la óptica del capital depredador, no son más que
prebendas que deben ser rectificadas. El objetivo es, por lo tanto, desregular
o “flexibilizar” el trabajo (formas de contratación, horarios laborales,
facilitar el despido, etc.), recortar conquistas sociales (restringir pensiones
tanto en su monto como en los grupos sociales a los que cubre y otras políticas
que estaban dirigidas a apoyar sectores sociales vulnerables como ancianos y
niños) y disminuir los rubros presupuestales para servicios educativos y de
salud.
Las implicaciones de las medidas son
tales que Elsa Fornero, ministra de trabajo italiana, rompió a llorar cuando
anunció en diciembre del año pasado las medidas que tomaría su gobierno para
recortar 25 mil millones euros del presupuesto nacional.
¿Llorará realmente la señora ministra
italiana por las consecuencias sociales de tales medidas, o se trata solamente
de parte del show que pone como culpable de esta crisis a las políticas
sociales “abusivas” de los gobiernos, lo cual ahora debe ser rectificado?
Se trata, efectivamente, de un entramado
dirigido a culpabilizar a quienes no han sido sino engañados, literalmente, por
las grandes corporaciones bancarias que, en su avidez especulativa, no ha
parado mientes en utilizar los mecanismos que el mercado “desregularizado” les
ponía a disposición.
El engaño no es solo de las grandes
corporaciones financieras, es también de los políticos, que no tienen
absolutamente ningún empacho en decir hoy una cosa para desdecirse mañana, sin
el más mínimo rubor, como cuando Mariano Rajoy en España prometió en campaña no
establecer nuevos impuestos y, cinco meses después hace todo lo contrario sin
apenas ruborizarse.
Es por eso que el sentimiento de engaño
crece cada vez más en sociedades como la española, la griega, la italiana o la
portuguesa, que ven como menguan los recursos para las escuelas y los
hospitales, pero se destinan miles de millones de euros para salvar bancos en
los que, sonrientes cual si no pasara nada, sus gerentes hoy dicen que todo
está en orden y al día siguiente se declaran insolventes, como el caso de
Bankia, en España, que está a punto de recibir una inyección de 8 mil millones
de euros para sanear sus finanzas.
En la Argentina de del 2002 la consigna
movilizadora de los hartos fue “que se vayan todos”. No falta mucho para que
encabece las manifestaciones europeas.
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