No es un secreto que los dueños de Panamá son los mismos que ocupan las
primeras filas del gobierno y los partidos políticos de oposición. En esa
medida la corrupción es parte de nuestra cultura política, y la política el
instrumento para generar riquezas.
Abdiel Rodríguez Reyes / Especial para Con
Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
¿Hasta qué punto es cierto que nuestros gobernantes, que fueron
elegidos democráticamente, a través del sufragio representan nuestros intereses
y principios? Esta pregunta es imperante en la medida que en el mundo cotidiano
(mal funcionamiento del transporte, la canasta básica) es evidente un malestar
colectivo que aún no está sistematizado en forma de protesta masiva y, por otro
lado, en la intelectualidad más crítica de Panamá se señalan diferentes
inconsistencia (crisis institucional, deuda externa) de nuestra lozana
vida democrática, que está aflorando cada vez más cuando se acerca el torneo
electoral del próximo año.
En un interesante informe titulado: Cultura política de la
democracia en Panamá: Evidencia desde el Barómetro de las Américas (2013),
elaborado por Orlando J. Pérez, profesor de ciencias políticas de la Central
Michigan University, se dan algunas luces de nuestras principales carencias.
Que obviamente están en estrecha relación con nuestros principales problemas
políticos; la corrupción en el sector público y, nuestra huérfana cultural
política.
El documento señala “el efecto dañino de la corrupción en el
crecimiento económico y en la distribución de la riqueza”. Por lo que no es
de extrañar que en Panamá la política se haya convertido en un oficio y, no una
vocación de servir a los demás. Tampoco es un secreto que los dueños de Panamá
son los mismos que ocupan las primeras filas del gobierno y, los partido
políticos de oposición. En esa medida la corrupción es parte de nuestra cultura
política y, la política el instrumento para generar riquezas.
Sobre nuestro crecimiento económico, a pesar de despuntar en la
región, no es seguro que sea sustentable y de larga duración, a pesar de que
los think tank y tecnócratas del gobierno consideren lo contrario. También este
mismo crecimiento está condicionado por políticas del FMI, por lo que le resta
autonomía y, queda expuesta no solo a condiciones de la región, sino a los
ajustes estructurales del mismo sistema capitalista. Por lo que la distribución
de las riquezas en esta dinámica cada vez se convierte más en un mito que en
una realidad.
En el documento citado también se señala que las personas que son
afectas por lo antes descritos “son menos propensas a confiar en las
instituciones y en los actores políticos de sus países” creando así un
estado de desorganización. Por lo que las elecciones no dan más allá del
clientelismo político, en ese sentido el populismo le ha generado un daño
irremediable a nuestra lozana democracia.
Otro tema que recoge el documento es la “legitimidad política
y tolerancia”. Esto teniendo como medidor las encuestas de LAPOP; Latin
American Public Opinion Project. Donde esta legitimidad es medible en la
relación de la ciudadanía con las instituciones del Estado. Esto ha tomado
calor cuando en los mass media se presenta a diario a razón de las próximas
elecciones una serie de enmarañadas campañas negativas, que pone en duda la
legitimidad de las próximas elecciones, más cuando por cuestiones de
competencia jurídica, donde se ejercita la correlación de fuerza de los cuadros
políticos que responden a intereses de partidos en las instituciones del
Estado, no queda claro la institucionalización y autonomía de estas. Dando así
como resultado que: “Panamá es el país con el segundo menor apoyo al
sistema político”.
Todo esto en gran medida es consecuencia de la huérfana cultura
política que nos arropa, que se materializa en la manipulación de la sociedad
para que ésta responda a los grupos de poder aglutinados en los partidos
políticos. Por otra parte, la incapacidad de problematizar la política en vez
de politizarla, surge como una endeble manifestación de nuestros análisis, que
no arrojan muchas luces de nuestros problemas reales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario