Haciendo uso de la
mendacidad, PRI y PAN propalaron al
inicio que la reforma petrolera era lo que hubiese querido Lázaro Cárdenas.
Cárdenas el nacionalizador del petróleo, el agitador de los sectores populares,
que incluso subastaron sus pertenencias para pagar la expropiación de 1938,
estará revolcándose en su tumba.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
"Escudo neoliberal": ilustración de Hernández para LA JORNADA. |
La revolución mexicana
fue una de las transformaciones sociales más notables de la América latina del
siglo XX. Costó la vida de un millón de
personas en un país que apenas llegaba a una población de diez. Entre 1934 y
1980, época del esplendor del PRI
nacionalista revolucionario, se repartieron
80 millones de hectáreas de tierra en un país cuya superficie linda en
los 200 millones. Así, la reforma agraria mexicana repartió al campesinado aproximadamente el 40% de
dicha superficie. Este reparto agrario se hizo en base al ejido, régimen de
propiedad que prohibía la compra venta
de esta tierra a efecto de proteger a los campesinos del despojo.
Estableció un código de trabajo que protegió a los trabajadores, creó un amplio
régimen de seguridad social, fomentó una
política nacionalista de industrialización, convirtió al Estado en el eje
rector de la economía y concibió a los recursos naturales como una palanca de
desarrollo y a la industria energética como una de carácter estratégico. Por lo
tanto la pensó como patrimonio naciónal. Todo esto, justo es recordarlo, en el
contexto de un régimen autoritario y corrupto sustentado en el partido
hegemónico, el PRI, quien gobernó así durante unos 70 años.
En el momento en que
escribo estas líneas, el otrora nacionalista revolucionario y ahora neoliberal
PRI, en alianza con la derecha clerical-neoliberal del Partido Acción Nacional
(PAN), han consumado en las cámaras de senadores y diputados el último asalto a
la revolución mexicana. Volvióse a la época de Porfirio Díaz cuando el subsuelo
no era considerado patrimonio nacional. Los neoliberales del PRI-PAN, le dieron
en los últimos 30 años golpes demoledores a la revolución mexicana. Detuvieron
el reparto agrario, eliminaron el carácter inalienable del ejido, degradaron la
seguridad social, precarizaron a los trabajadores con la reforma laboral,
renunciaron a un desarrollo independiente con el TLC, destruyeron a la
industria nacional en aras de la “modernidad globalizadora”. La revolución mexicana ha dado su último
estertor el 11 de diciembre de 2012, con la aprobación de la llamada reforma
energética que privatiza petróleo y
electricidad.
Lo aprobado por senadores y diputados condena
a la extinción a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), abre las
puertas a los grandes pulpos petroleros transnacionales para la producción y distribución de petróleo y electricidad. Al principio el PRI postuló la
reforma energética como un régimen de “utilidades compartidas” y negaba el que
estas utilidades se otorgaran en especie (petróleo) así como declarativamente
rechazaba las concesiones, es decir el otorgamiento a compañías extranjeras y
nacionales privadas del derecho a explorar y producir petróleo. Finalmente el
PRI ha aceptado la propuesta del PAN y lo aprobado implica las concesiones con
lo cual Pemex se convierte en una más de
las compañías que producirá petróleo. Las transnacionales petroleras explorarán
y explotarán los nuevos yacimientos petroleros. Tendrán potestad sobre el
almacenamiento y transporte de los hidrocarburos. Y las grandes compañías
mineras que poseen ya el 25% del territorio nacional, también tendrán derecho a
producir hidrocarburos. Una parte sustancial de la renta petrolera pasará a
manos privadas y extranjeras con lo cual
se incrementará el riesgo de un peligrosísimo déficit fiscal. Y todo
esto coloca en una situación de riesgo a la inmensa mayoría de los 128 mil
trabajadores de Pemex pues la paraestatal verá reducida sustancialmente su
actividad.
Haciendo uso de la
mendacidad, PRI y PAN propalaron al
inicio que la reforma petrolera era lo que hubiese querido Lázaro Cárdenas.
Cárdenas el nacionalizador del petróleo, el agitador de los sectores populares,
que incluso subastaron sus pertenencias para pagar la expropiación de 1938,
estará revolcándose en su tumba.
La minoría rapaz que
gobierna a México festeja. La nación está de luto.
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