La actualización del modelo cuestiona conceptos que se dieron por verdades absolutas en los manuales del socialismo derrumbado y se asienta en la decisión de no volver a copiar de otras experiencias, sin desechar por ello la asimilación de lo que en ellas pueda haber de provechoso, e incluso de lo positivo del capitalismo.
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Ángel Guerra Cabrera / LA JORNADA (México)
El cambio en marcha del modelo económico marca un hito decisivo en Cuba y, probablemente, en la historia mundial de luchas por el socialismo debido a la singularidad que ha caracterizado a aquella y su ascendencia en los movimientos trasformadores a escala latinoamericana, tercermundista y universal.
La actualización del modelo –no reforma desmanteladora– se propone preservar el rumbo socialista, en que será la planificación y no el mercado el rasgo distintivo de la economía y, por consiguiente, mantener y elevar la calidad de las conquistas en educación y salud gratuitas así como seguridad social para todos, cuya sostenibilidad es imposible con el modelo económico en vigor.
Para lograrlo, prevé una descentralización progresiva de las decisiones, ahorros sustanciales de recursos, aumentar exportaciones, sustituir importaciones, potenciar la oferta de productos al mercado interno, hacer que el salario remunere de veras los resultados, elevar la productividad en relación con el salario medio, instaurar un sector de trabajadores por cuenta propia y microempresarios como fuente de empleo para cientos de miles que quedarán disponibles en las nóminas infladas del Estado y como palanca creadora de producciones y servicios que la empresa estatal no ha podido solventar; trasformar en cooperativas numerosas empresas públicas como peluquerías, talleres de mecánica automotriz, servicios gastronómicos y de taxis.
Se propone, en suma, un radical golpe de timón en el modo de organizar y dirigir no sólo la economía sino la sociedad, en los métodos y estilo de trabajo del Partido Comunista de Cuba (PCC) y el gobierno y en las funciones diferenciadas que deben existir entre ellos. Para comprenderlo es necesario remontarse a la trayectoria de cambio y continuidad, propia desde sus orígenes, tratando de superarse siempre a sí misma y de adaptarse a los convulsos cambios en la palestra internacional, a la vez que ha enfrentado la guerra económica más prolongada de la historia contemporánea.
La actualización del modelo cuestiona conceptos que se dieron por verdades absolutas en los manuales del socialismo derrumbado y se asienta en la decisión de no volver a copiar de otras experiencias, sin desechar por ello la asimilación de lo que en ellas pueda haber de provechoso, e incluso de lo positivo del capitalismo. También impugna arraigadas concepciones erróneas prevalecientes en la isla sobre la distribución en el socialismo, como consecuencia del paternalismo, el idealismo y el igualitarismo generados desde los albores por el afán de lograr lo antes posible toda la justicia social. La actualización requiere un cambio de mentalidades.
Antecedentes inmediatos de ella son el discurso de Fidel Castro en noviembre de 2005 y el movimiento promovido por el presidente Raúl Castro desde el 26 de julio de 2008 cuando convocó a abrir un debate nacional sobre los cambios estructurales y de concepto que debían realizarse en la economía. En aquel debate se palpó el sentir y la opinión del pueblo, que inspiraron la elaboración del Proyecto de Lineamientos y Social del VI Congreso del PCC, puestos ya a discusión en las organizaciones de base de aquel así como en las asambleas obreras, campesinas, estudiantiles y populares, cuyas propuestas y opiniones serán objeto de análisis en la reunión partidista a celebrarse en abril, dedicada a la economía nacional. El discurso de Raúl Castro sobre el debate de este documento constituye un análisis crítico y autocrítico memorable no ya sobre la economía sino sobre la construcción del socialismo en Cuba, punto de inflexión, como lo calificara Eusebio Leal, historiador de la ciudad en un encuentro con intelectuales.
Fidel, en el discurso de la universidad, como es conocido, planteó: "Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía cómo se construye el socialismo". Es de suponer que esta afirmación está sustentada en la ausencia de una auténtica teoría de la construcción socialista como consecuencia de la infertilidad del trabajo teórico en la ex URSS. Dicho en palabras de Raúl: “...la edificación de la nueva sociedad en el orden económico es, en mi modesta opinión, un trayecto hacia lo ignoto…”
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