El estímulo de los contrarrevolucionarios no es un estímulo moral sino dineral y material, que los lleva inclusive a poner en peligro la soberanía e independencia de su propio país.
Abner Barrera / AUNA-Costa Rica
En los últimos días hemos visto noticias y artículos relacionados con cables filtrados por Wikileaks referentes al papel de espionaje que realizan los representantes estadounidenses desde las oficinas de la SINA en La Habana. Aunque han sido sólo algunos los cables revelados, estos han sido suficientes para exhibir la conducta de los diplomáticos y de los mercenarios cubanos. Como se trata de un grupo de cínicos (unos que pagan y otros que cobran), no existe ahí el más mínimo rubor, por lo tanto, cada quien, con la moral que les da pertenecer a ese cuchitril seguirán en sus fechorías.
Las revelaciones de esa conducta son cómicas y patéticas; cómicas, porque los propios amos no confían en sus peones y aún así los siguen premiando; no creen en los informes que les presentan, pero los siguen recibiendo en sus oficinas; saben que exageran cuando les dicen que son cientos o miles los que están en contra de la revolución, pero anotan esas cifras y las divulgan; saben que a los “disidentes” no los conocen ni sus propios vecinos y sin embargo les dan cobertura periodística internacional. Y patéticas, porque son conscientes que por muchos años han apostado equivocadamente a la senectud de un grupo de asalariados que no solamente carecen de ideas, sino que, ni siquiera tienen fuerzas físicas para trasladar un megáfono al parque. Son gente llena de años y engaños que no representan a nadie y que nada de lo que dicen es cierto.
Si algo de conciencia les quedara a esos enemigos de la revolución cubana, hoy deben estar pidiendo visa para vivir en el manicomio de Miami (pero el negocio les resulta mejor quedándose en Cuba). La revelación de esos cables ha sido un golpe certero para el gobierno de los Estados Unidos y sus asalariados. Ahora más que antes el mundo está enterado de la calaña de esa gentuza. Esta vez no lo dice el Gobierno de Cuba, sino los mismos representantes estadounidenses desde la SINA. Estamos ante el decoro de la revolución cubana versus la impudicia de los contrarrevolucionarios.
¿Con qué moral se movilizan los contrarrevolucionarios en Cuba? En un país socialista que garantizó a todos sus ciudadanos, educación, salud, empleo, vivienda y seguridad social ¿qué moral pueden tener los contrarrevolucionarios para luchar contra la revolución? Ninguna. Es gente egoísta y materialista dispuesta a atacar a su propio pueblo con tal de abrazar recompensas, dólares, premios y viajes; es gente enajenada y víctima de la cultura de dominación promovida por el capitalismo. El estímulo de los contrarrevolucionarios no es un estímulo moral sino dineral y material, que los lleva inclusive a poner en peligro la soberanía e independencia de su propio país.
Durante estos cincuenta años los contrarrevolucionarios han actuado motivados por estímulos puramente materiales y siempre han estado muy lejos de desestabilizar a la revolución. La revelación de estos cables sobre el proceder de los representantes de Estados Unidos en diferentes países, vino a confirmar lo que muchos sospechaban acerca del papel que jugaban sus diplomáticos, y en el caso particular de Cuba, vino a reafirmar lo que la seguridad cubana, periodistas y escritores han denunciado (a través de revistas, libros, videos, foros, congresos, etc.) desde hace varios años. Así los mercenarios y sus amos se empequeñecen y la revolución cubana y su pueblo se hacen cada vez más grandes. Los cubanos revolucionarios fueron educados en la cultura política de la conciencia socialista, promovida por el Che; el hombre nuevo que se conduce por los estímulos morales.
Al señalarse en uno de los cables que para el personal de la SINA, sus peones no ejercen ningún tipo de liderazgo en la sociedad cubana y son gente muy vieja, es una forma de admitir que aquello a lo que apostaron por varias décadas fue un fracaso. Esto de la senectud contrarrevolucionaria, es el mismo remedo que se repite en otros países, por lo que no deja de ser risible ver octogenarios batistianos -que se fugaron de Cuba después del 01 de enero de 1959- pretendiendo llamar la atención al balbucear algunas diatribas contra la revolución cubana.
Manuel González Prada proclamó en un discurso en Lima en 1886:"¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!". Convocando así a la lucha por la regeneración social, contra las malas ideas y las malas prácticas políticas. En La Habana, desde las oficinas de la SINA, los representantes estadounidenses parecen repetir fuera de contexto la consigna de González Prada, queriendo apostar ahora a la juventud después de cincuenta años de fracaso, esta vez han decidido escoger -equivocándose otra vez- a su hija adoptiva Yoany Sánchez. Surge la pegunta ¿qué liderazgo puede ejercer una asalariada del imperio en medio de una juventud antiimperialista que se educó en los principios martianos de la revolución?
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