Kirchner entendió, como varios líderes de la región, que América Latina solo se libera unida y si retoma el camino de los libertadores y de todas esas voces que señalaban, como el poeta cubano José Martí, que “es hora de la marcha unida” para alcanzar la verdadera independencia.
Jorge Benedetti / NuestraAmérica.info
El año que culmina será recordado por el definitivo abandono por parte de los pueblos de Nuestra América de las políticas neoliberales y por ver en Europa y Estados Unidos el reflejo en el espejo del pasado de ajuste y pérdida de conquistas laborales y sociales. Pero también y sobre todo, es el año en el que la muerte de Néstor Kirchner “nos dejó huérfanos a todos los latinoamericanos”, como dijo el presidente de Bolivia, Evo Morales, al asistir a la multitudinaria y dolorosa despedida de quien fuera Secretario General de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Kirchner entendió, como varios líderes de la región, que América Latina solo se libera unida y si retoma el camino de los libertadores y de todas esas voces que señalaban, como el poeta cubano José Martí, que “es hora de la marcha unida” para alcanzar la verdadera independencia.
El 2010 nos encontró en pleno proceso de integración política, económica y social a pesar de la violenta tarea de desestabilización generada y mantenida por los grandes grupos de poder y los medios de comunicación, especialmente los enrolados en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Los tiempos que corren fueron entonces de avances y de asimilar los sistemáticos ataques de los personeros del Departamento de Estado estadounidense, que mantuvo, además del tradicional apoyo a todos los estamentos desestabilizadores, dos temas de presión: la aceptación del gobierno de Porfirio Lobo, resultado del sangriento golpe de Estado contra el presidente constitucional Manuel Zelaya y las advertencias contra el acercamiento de asociación económica con Irán por parte de varios gobiernos de la región.
La propia secretaria de Estado, Hillary Clinton y el encargado de Asuntos Hemisféricos –eufemismo para nombrar las políticas de injerencia- Arturo Valenzuela, pasearon por despachos gubernamentales y recibieron un “no” rotundo a sus presiones.
Y ese es otro de los puntos salientes de este año y también de la impronta de Néstor Kirchner en la manera de plantarse frente a las apetencias imperiales. Nadie le dirá, nunca más a nuestros pueblos, con quién hablar y comerciar y hacia quienes dirigir los esfuerzos para acabar con la pobreza y la inequidad.
Kirchner se encargó de sentar en una mesa a Hugo Chávez y a Juan Manuel Santos para terminar, gracias a la buena disposición del colombiano que se diferenció de su antecesor Alvaro Uribe, para retomar la senda de Bolívar en la integración del sueño del la Gran Colombia.
Además, avanzó en la institucionalización de la Unasur logrando los apoyos necesarios para cumplir con las condiciones legales del armado del bloque político y mantuvo firme la acción de diálogo antes que de enfrentamientos, a pesar de que cada tanto, los medios se encargaron de inventar conflictos bilaterales entre los miembros del bloque.
La otra gran jugada de la política regional, encarnada por Kirchner con el apoyo de Lula y Chávez, fue la instantánea reacción para frenar el intento de golpe de estado en Ecuador contra Rafael Correa, a quien intentaron asesinar para frenar la Revolución Ciudadana. El 2010 cierra entonces en pleno proceso de integración, con la muerte de Kirchner y el alejamiento de Lula da Silva, pero con la llegada de Dilma Rousseff quien continuará con los cambios sociales y políticos en Brasil.
Pero el 2011 estará cargado de amenazas. La llegada de los republicanos en el Congreso de Estados Unidos y sus alianzas con lo peor de nuestros países nos deben encontrar alertas para evitar nuevos ataques.
No debe ser, este nuevo año, una etapa de respuestas rápidas como lo fue el 2010 sino un tiempo de concreciones y lucha por establecer la definitiva liberación de nuestros pueblos.
Así lo querían nuestros libertadores y así lo interpretaron el gran Fidel Castro y Néstor Kirchner.
Los presidentes, los movimientos sociales y las fuerzas progresistas y trabajadoras de la región deberemos seguir alertas, sosteniendo este camino, el de la batalla de ideas y la realización plena de nuestros sueños. Que así sea.
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