Santiago Maldonado debe
aparecer con vida ya y en buen estado de salud, en él está comprometida la vida
de millones de jóvenes que sueñan con una sociedad más justa y solidaria y más
comprometida con los intereses colectivos.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza,
Argentina
Santiago Maldonado es
un joven artesano de 28 años que está desaparecido desde el 1° de agosto. Es un
artesano de la provincia de Buenos Aires que sumó su voz a la protesta de la
comunidad mapuche, históricamente exterminada y erradicada de sus territorios ancestrales.
No era activista ni guerrillero, es un joven soñador que llegó hasta esos lares
hastiado del consumismo y sus estragos. Los mapuches protestaban contra la
invasión a sus tierras hechas por la compra del empresario italiano Luciano
Benetton, propietario de grandes extensiones en la Patagonia, dedicado a la
explotación de la lana de sus criaderos de ovejas. Su marca es líder mundial en
la industria indumentaria. Eso es sabido. Lo curioso y también reconocido, es
que la última vez que se lo vio a Santiago fue cuando era golpeado y detenido
por efectivos de la Gendarmería Nacional, cuestión que la ministra de Seguridad
Patricia Bullrich no ha podido dar explicaciones hasta el momento. Momento
urticante y álgido en el que, con toda la historia que tenemos los argentinos a
cuestas, las comisiones de Derechos Humanos locales e internacionales, Abuelas
y CTA ante la presunción de lo que le haya ocurrido al joven Santiago
Maldonado, se han planteado una gran manifestación a la Plaza de Mayo, esta
tarde del viernes 11 de agosto para pedir por su liberación y el
esclarecimiento de su situación.
Nuestros hermanos
mapuches exterminados, erradicados y reducidos a servidumbre esclava desde la
mal denominada “Conquista del desierto” en el siglo XIX, conducida por el
General Julio Argentino Roca, dos veces presidente de la nación y costeada por
los socios de la recién fundada Sociedad Rural Argentina en 1866, quienes
serían los principales beneficiarios del reparto de tierras. Los mismos que
hace una semana atrás se regodeaban con el presidente Macri al inaugurar su
exposición anual, en donde el mandatario volvía a las remanidas palabras tantas
veces pronunciadas por la oligarquía vacuna. “cuando el campo crece, crece la
Argentina”. La Argentina de unos pocos, sobre la miseria y explotación de
millones.
Además de la gravedad
del caso en tiempos de democracia, cuando vuelven a aparecer resabios
totalitarios, resabios que han florecido en el suelo fértil del gobierno de los
ricos y el retorno a los privilegios de la exclusividad de grupo, esto sucede
en días previo a las primeras elecciones después del cambio de gobierno, de un
giro copernicano a lo vivido anteriormente. Elecciones cuyos resultados pueden
frenar la prepotencia y la soberbia de ese país futuro que declaman, inserto en
el mundo de los negocios, paraíso bananero del imperio y las multinacionales,
cuyos obreros deberían contentarse con un tazón de arroz como dieta diaria.
El presidente Macri,
que no puede negar en carne propia los beneficios obtenidos tras la última
dictadura genocida, puesto que su padre Franco para incrementar su fortuna,
contó con los privilegios de la patria contratista y las promociones económicas
generadas por las políticas de Martínez de Hoz, ministro de economía del
régimen y tataranieto del primer presidente de la Sociedad Rural, no puede
hacerse el desentendido de lo que es la desaparición de personas, puesto que el
dictador y genocida Videla, lo expuso claramente en la histórica conferencia de
prensa de setiembre de 1979: “un desaparecido como tal es una incógnita,
mientras está desaparecido no está muerto ni vivo, no tiene entidad.” Palabras
horrorosas y aberrantes de quien expresaba su “visión cristiana del hombre y
del mundo”.
Por lo tanto, su
ministra y él mismo no pueden dar las explicaciones de simples espectadores,
cuando representan al Estado Nacional y la familia de Maldonado y la sociedad
argentina en su conjunto, espera respuestas contundentes. Declaración a la que
podrán recurrir a la tan pronunciada: “nos equivocamos, pero ¿vieron? Lo
reconocemos y volvemos al punto cero”. No. Con la vida no se juega. Y… aunque
quieran desentenderse, como lo han hecho hasta ahora con tantos reclamos
sociales, no podrán hacerlo. Porque finalmente, hasta la ilegítima prisión de
Milagro Sala se va revirtiendo y deberán permitirle estar en su domicilio.
En cuanto a los
inversores extranjeros presentes en la Patagonia, como el ya conocido Benetton,
Ted Turner y Joseph Lewis – quienes han cercado parques y lagos antes públicos
y mantienen por esto serios litigios con organizaciones sociales y públicas, el
caso de este último es anecdótico: amigo personal del presidente quien es
asiduo concurrente a la mansión que tiene en lago Escondido, propietario de
miles de hectáreas en la Patagonia y principal accionista de Edenor, empresa
beneficiada con una condonación de deuda al fisco de más de 1.200 millones por
la estrecha relación con el primer magistrado. Suerte de la que no disponen los
mapuches que también sufren por el desalojo de sus propiedades de Villa La
Angostura, ahora en manos de otro argentino exitoso, el basquetbolista de la
NBA Emanuel Ginobili, líder entre los muchachos triunfadores que ven en él un
ejemplo a seguir, aunque desconozcan sus oscuros negocios en contra de los
pueblos originarios.
Santiago Maldonado debe
aparecer con vida ya y en buen estado de salud, en él está comprometida la vida
de millones de jóvenes que sueñan con una sociedad más justa y solidaria y más
comprometida con los intereses colectivos.
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