Las profundas
contradicciones internas que está enfrentando Estados Unidos hacen muy difícil
esbozar un análisis racional respecto de cuáles pueden ser los pasos futuros
que adopte el gobierno de ese país sobre Venezuela. La política exterior está
en una fase crítica en la que no se sabe quien toma las decisiones, tampoco si
éstas responden a la voluntad presidencial o no.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
El escenario
internacional que cubrió la elección para definir los constituyentes en
Venezuela el pasado 30 de julio, estuvieron marcadas por la amenaza del
presidente Trump de adoptar sanciones contra el país, si finalmente (tal como
ocurrió) los comicios se llevaban a efecto. En un primer momento, el pasado 26
de julio, Estados Unidos decidió sancionar a 13 funcionarios del gobierno
venezolano a quienes se les congelaron
sus cuentas bancarias en Estados Unidos y, además tal medida les
impide realizar negocios dentro del país norteamericano, en fecha
posterior la administración estadounidense aprobó el lunes 31, medidas
similares contra el Presidente Nicolás Maduro
con lo que además de congelar los activos que tuviera en ese país, se
prohíbe a cualquier estadounidense establecer vínculos personales con el
presidente venezolano.
En el momento de redactar esta nota, no se conocía de nuevas sanciones,
sobre todo aquellas de carácter masivo que pudieran afectar aún más la economía
venezolana. Como se observa, las medidas adoptadas menoscaban individualmente
las actividades económicas personales de esos 13 funcionarios, además del
presidente Maduro, pero no ha habido acciones contra el comercio bilateral.
Una primera lectura sobre estas decisiones arroja que a pesar que el
presidente Trump anunciara personalmente en su cuenta de twitter que se
tomarían “decisiones económicas urgentes” contra Venezuela, la medida tomada
contra el presidente Maduro parece más una acción de carácter simbólica
determinada a calmar a la opinión pública norteamericana,en particular a la de
extrema derecha vinculada al senador Marcos Rubio, que una decisión encaminada
a deteriorar aún más la economía de Venezuela. Sin embargo, apenas han
transcurrido cinco días de los comicios y es muy temprano para suponer que
estas medidas serán las definitivas.
Vale decir, que existen varias condicionantes que coadyuvan a entender
esta situación, sin que se pueda dejar de suponer que el objetivo final de la
administración estadounidense sigue siendo la deposición del gobierno de
Venezuela por cualquier vía:
1.
Los fabricantes estadunidenses de combustibles y
petroquímica (AFPM por sus siglas en inglés) que representan al 95% del sector
de refinación de Estados Unidos enviaron el 27 de julio una carta al Presidente
Trump como continuación de otra misiva del 6 de julio, expresando preocupación
por las posibles sanciones que se tomarían contra el sector energético
venezolano.
Le recuerdan
al Presidente, que Venezuela exporta a ese país cerca de 750 mil barriles
diarios (entre 9 y 10% de las importaciones de Estados Unidos) de crudo pesado,
-siendo el tercer mayor abastecedor de crudo de Estados Unidos detrás de Canadá
y Arabia Saudita- que va dirigido a más de 20 refinerías ubicadas casi todas en
las costas del Golfo de México las cuales han hecho sustanciales inversiones
para refinar este tipo de petróleo que no puede ser sustituido por otro más
liviano. Así mismo, afirman que las sanciones desestabilizarían el mercado de
crudo porque no se podría asegurar un suministro de productos de igual calidad
y en cortos plazos.
2.
La
continua caída de las reservas de petróleo en Estados Unidos, aunque las mismas
se mantienen en niveles históricamente altos, la tendencia a la baja ha sido
continua en los últimos meses. Sin embargo, la producción de combustibles ha
aumentado, lo que ha producido la caída de los inventarios y el alza de los
precios internacionales del crudo, Además de eso, la
producción de enquisto en Estados Unidos está mostrando fuertes signos de
desaceleración. Todo esto recomienda cautela al gobierno de Estados Unidos
antes de aprobar sanciones contra la industria petrolera de Venezuela, sin
descartar por ello que las puedan tomar.
3.
El
propio Washington Post alertó en un artículo publicado el 31 de julio acerca
del acelerado aumento que podría experimentar el precio de la gasolina en
Estados Unidos en caso de que el gobierno de ese país sancione a la industria petrolera venezolana
Asimismo,
Estados Unidos ha recibido opiniones, incluso de algunos gobiernos
latinoamericanos y del propio gobierno de España por boca de su ministro de
relaciones exteriores, en el sentido que las futuras sanciones deben asegurar
que afecten solo al gobierno, no a la población,
ya que en tal caso siempre han sido contra producentes. Este aspecto sería el
que el gobierno de Estados Unidos está estudiando antes de decidirse por otras
medidas de carácter punitivo. Europa está siendo muy cautelosa respecto de la
aprobación de sanciones contra Venezuela, en el mismo momento que las medidas
de ese tipo contra Rusia afectan empresas europeas, específicamente del sector
energético, aunque sus gobernantes siguen reverenciando vergonzosamente a
Estados Unidos. La Unión Europea (UE), suele seguir a España, -que es el país
más incisivo contra Venezuela en su seno- en las decisiones respecto de Iberoamérica,
incluso en aquellas políticas erradas del gobierno de Madrid que arrastraron a
toda Europa como es el caso de Cuba, por lo que evaluará detenidamente antes de
aprobar sanciones contra Venezuela, cuando ya se observan fuertes resistencias
en este sentido, encabezadas por Francia que ha manifestado no querer
sanciones contra Venezuela. Fuentes europeas citadas por la agencia Europa
Press, refiriéndose a los países de la UE han dicho que “la mayoría de estados miembro no están muy a favor” de avanzar en
sanciones por ahora contra el país suramericano al cuestionar su “eficacia”.
Aunque es
importante decir que hay otro tipo de sanciones económicas que si están
afectando a todos los venezolanos, cuando casi todas las líneas aéreas de
América Latina dejaron de volar a Venezuela, lo cual intenta aislar al país de
la región.
Por otra parte, las
profundas contradicciones internas que está enfrentando Estados Unidos hacen
muy difícil esbozar un análisis racional respecto de cuáles pueden ser los
pasos futuros que adopte el gobierno de ese país sobre Venezuela. La política
exterior está en una fase crítica en la que no se sabe quien toma las
decisiones, tampoco si éstas responden a la voluntad presidencial o no. Por
ejemplo:
1.
El 25
de julio el Director de la CIA Mike Pompeo afirmó que “China es la mayor
amenaza para Estados Unidos debido a su poderío en el ámbito económico, así
como por sus programas de espionaje”. Dos días después, el 27 de julio, el
general Mark A. Miley Jefe de Estado
Mayor del Ejército dijo que “Rusia es el
único país que representa una amenaza para nuestra existencia”.
2.
El 1°
de agosto el Senador Lindsey Graham afirmó respecto de Corea que “Si va a haber
una guerra para detenerlos, que sea allá. Si miles mueren, van a morir allá, no
van a morir aquí y [el presidente Donald Trump] me lo dijo en la cara...estoy
diciendo que [las opciones militares son] inevitables si Corea del Norte
continúa”. El mismo día y sobre el mismo tema el Secretario de Estado Rex
Tillerson afirmó que “No buscamos un cambio de régimen; No buscamos el colapso
del régimen; No buscamos una reunificación acelerada de la península; No
buscamos una excusa para enviar nuestros militares más allá del paralelo 38. Y
estamos tratando de transmitir a los norcoreanos que no somos su enemigo, ni
somos su amenaza, pero ustedes nos están presentando una amenaza inaceptable y
tenemos que responder".
3.
Sobre
el tema de Venezuela, en la mañana del martes 2 de agosto se conoció que
durante la noche del día anterior, Michael Fitzpatrick subsecretario de Estado
Adjunto para Suramérica afirmó que “Queremos dialogar
con el gobierno del presidente Maduro”, y agregó “No reconocemos necesariamente
gobiernos paralelos o aparte. Respetamos el gobierno oficial de Venezuela y del
presidente Maduro en este momento”. Al mismo tiempo, el jefe de Fitzpatrick el
Secretario de Estado, Tillerson aseguró que “Estamos evaluando todas nuestras
opciones políticas para ver qué podemos hacer para crear un cambio de
condiciones [en Venezuela] donde o bien Maduro decida que no tiene futuro y
quiera marcharse por voluntad propia, o nosotros podemos hacer que el gobierno
vuelva a la Constitución”.
¿A quién creerle? Es
evidente que Estados Unidos no cesará sus acciones contra Venezuela y que éstas
serán de todo tipo: militares, políticas, diplomáticas, económicas como han
sido contra Cuba durante 55 años.
En resumen, la
oposición ha sido derrotada en toda la línea, si hace algunas semanas afirmé
que el problema era, en su mayoría
internacional y mediático, ahora digo con absoluta certeza que en este momento
ha pasado a ser totalmente
internacional y mediático. Los resultados electorales con una masiva
participación popular, así como la firmeza y unidad de las fuerzas armadas dan
cuenta de que la situación solo podría cambiar si hay una contundente
intervención extranjera, pero incluso, en ese frente, la propuesta violenta de
la oposición se ha debilitado. Las permanentes declaraciones de apoyo a la paz,
el diálogo y la negociación por parte de Rusia, incluso del propio presidente
Putin, y más recientemente la de China, así como la del presidente francés
Emmanuel Macron (3 de los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la
ONU) han sido muy importantes, y en la región el frente anti Venezuela se ha
reducido a Estados Unidos y 12 países más de los 34 que existen en el
continente americano, los que difícilmente lograrán aprobar alguna resolución
en la OEA, sobre todo después de las elecciones del domingo que también fueron
una derrota para Luis Almagro.
El ámbito internacional
será el próximo gran frente de batalla, sobre todo por la fuerte presión de
Estados Unidos, donde no se sabe quien prevalecerá, por lo que la humanidad
deberá estar pendiente del twitter de Trump, el cual puede señalar un día que
Rusia “is very bad” y al día siguiente, todo lo contrario.
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