Conocida
como tierra de emigración, Cuba experimenta desde hace varios años un fenómeno
nuevo: el regreso migratorio.
Salim Lamrani
/ Para Con Nuestra América
Desde La Réunion
Desde
el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, Estados Unidos ha hecho de la
problemática migratoria un instrumento de desestabilización de la isla, en
nombre de la guerra llevada contra el primer país socialista del continente
americano. Así, en los primeros días que siguieron la victoria de Fidel Castro,
Washington abrió sus puertas a los partidarios de la dictadura de Fulgencio
Batista y a la oligarquía del antiguo régimen. De 1960 a 1969, más de 200.000
cubanos se marcharon a Estados Unidos. A guisa de comparación, el total de la
década precedente, de 1950 a 1959, era de 73.000 salidas hacia Estados Unidos.[1]
Tres
razones explican esa emigración masiva. Primero, históricamente, Cuba siempre
fue un país con fuerte emisión migratoria hacia el vecino del norte. En 1959,
Cuba ocupaba el segundo puesto del continente americano justo detrás de México.
Cuba emitía una emigración más fuerte que de la de todos los países del Caribe
reunidos y que la de todas las naciones de América Central juntas. Del mismo
modo, ningún país de América del Sur, ni Brasil, ni Colombia, ni Argentina
tenía una emisión migratoria superior a la de Cuba. Aún más, la suma migratoria
de estos tres mastodontes demográficos era inferior a la de Cuba.[2]
El
segundo factor que ha favorecido la emigración cubana hacia Estados Unidos a
partir de 1960 ha sido la aplicación de sanciones económicas severas contra la
isla a partir de julio de 1960, las cuales fueron totales en febrero de 1962.
Han impuesto condiciones de vida drásticas a los cubanos y penurias de todo
tipo, estimulando así la salida hacia los Estados Unidos. Todavía vigentes
hasta hoy, afectan a todas las categorías de la población cubana, sobre todo a
los segmentos más vulnerables, así como a todos los sectores de la sociedad.
Rechazadas por la comunidad internacional por su carácter anacrónico, cruel e
ilegal, las sanciones constituyen el principal obstáculo al desarrollo del
país. En 2016, por vigesimoquinto año consecutivo, la Asamblea General de las
Naciones Unidas condenó el estado de sitio económico contra Cuba con una
aplastante mayoría de 191 sobre 193.[3]
El
tercer parámetro que hay que tomar en cuenta es la Ley de Ajuste Cubano,
vigente desde 1966. Esta legislación especial, única en el mundo, estipula que
todo cubano que emigre legal o ilegalmente hacia Estados Unidos, pacíficamente
o mediante recursos violentos, el 1 de enero de 1950 o después, es recibido con
los brazos abiertos, recibe varias ayudas sociales y consigue automáticamente
al cabo de un año y un día el estatus de residente permanente. Obviamente, se
trata de una formidable herramienta de incitación a la emigración legal e
ilegal.[4]
En
diciembre de 2014, el Presidente Barack Obama decidió establecer un diálogo con
Cuba para intentar resolver por vías pacíficas el diferendo que opone
Washington a La Habana desde hace más de medio siglo. Se adoptaron varias
medidas constructivas tales como, entre otras, la apertura de embajadas en las
respectivas capitales, el levantamiento de algunas restricciones relativas al
comercio, aunque muy limitado, la reanudación de las conexiones aéreas y
marítimas directas entre ambos países y la firma de un acuerdo migratorio entre
Cuba y Estados Unidos en enero de 2017 que pone fin a la política de “pies
secos/pies mojados” – según la cual los cubanos que logran atravesar el
Estrecho de la Florida y pisar suelo estadounidense son automáticamente
aceptados –, así como al Programa Médico Cubano, vigente desde 2006 y destinado
a incitar al personal médico cubano en misión en el exterior a desertar para
instalarse en Estados Unidos, saqueando así un precioso capital humano.[5]
Esas
medidas, agregadas a la estabilidad política de la isla, a la mejora de la
situación económica y a la reforma migratoria cubana del Decreto-Ley 302 de
2013 que eliminó los obstáculos burocráticos relativos a los viajes, han
incitado a muchos cubanos ubicados en el exterior a regresar definitivamente a
su país natal y han reducido de modo considerable las salidas definitivas. Así,
en 2016, cerca de 14.000 cubanos instalados en el exterior decidieron regresar
definitivamente a su país de origen, o sea una cifra superior al total de los
años 2013 a 2015, lo que representa un aumento de un 300% en cuatro años.[6]
Por
otra parte, para los años 2013-2016, el saldo migratorio total, entre las
entradas de cubanos y extranjeros que decidieron establecerse en Cuba y las
salidas, es de menos 36.000, o sea un total de 9.000 salidas por año. Aunque
sigue negativo, este saldo se ha dividido por cuatro con respecto a 2012,
cuando la cifra era de 35.000 salidas al año. De 2013 a 2016, más de 670.000
cubanos realizaron al menos un viaje en el exterior. Para el 78% de ellos se trataba
de su primer viaje. Sólo el 9% decidió quedarse en el exterior.[7]
Estas
cifras ilustran la realidad de la problemática migratoria cubana. En efecto, la
inmensa mayoría de la emigración cubana es de orden económico y no político.
Ésta aspira a mantener lazos normales y pacíficos con su patria de origen. Del mismo modo
ilustran que a pesar de las dificultades y vicisitudes cotidianas inherentes a
un país subdesarrollado y víctima de sanciones económicas, los cubanos, en su
mayoría, siguen apegados a su país y a su modelo de sociedad que ofrece a la
población, y sobre todo a los más vulnerables, las condiciones de una vida
digna gracias a un acceso universal a los bienes de primera necesidad, a la
educación, la salud y a la cultura, así como a la seguridad y el bienestar.
*Doctor en Estudios Ibéricos y
Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es
profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de
las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba,
¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016.
[1]Department of Homeland Security, «2008
Yearbook of Immigration Statistics», Office of Immigration Statistics, agosto
de 2009.https://www.dhs.gov/xlibrary/assets/statistics/yearbook/2008/ois_yb_2008.pdf
(sitio consultado el 31 de julio de 2017)
[2]Ibid.
[3] Salim Lamrani, Etat de siège: les sanctions économiques des
Etats-Unis contre Cuba, Paris, Editions Estrella, 2011.
[4] Salim Lamrani, Cuba: les médias face au défi de
l’impartialité, Paris, Editions Estrella, 2013. Véase capítulo
« l’émigration cubaine vers les Etats-Unis ».
[5]Cuba/Etats-Unis, « Declaración
conjunta Cuba-EEUU sobre temas migratorios », 12 de enero de 2017. http://www.cubadebate.cu/noticias/2017/01/12/declaracion-conjunta-cuba-eeuu-sobre-temas-migratorios/#.WX7kUmdds_Z
(sitio consultado el 31 de julio de 2017).
[6] Oscar
Figueredo Reinaldo, Aynel Martínez Hernández & Cinthya García Casañas,
« De ida y de regreso: Miradas a la migración en Cuba », Cubadebate, 15 de junio de 2017. http://www.cubadebate.cu/especiales/2017/06/15/de-ida-y-de-regreso-miradas-a-la-migracion-en-cuba-video/#.WUPSp3pds_Y
(sitio consultado el 15 de julio de 2017).
[7]Ibid.
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