Esta última semana antes de las PASO la
campaña oficialista ha cobrado un giro extremo, hasta ridículo sino fuera que
atrás hay mucha inteligencia para vender desinteligencia, torpeza o
simplemente, justificar ausencias, mostrar bondades donde no las hay.
Roberto
Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
Los últimos spots publicitarios
muestran al presidente escoltado por el jefe de la CABA, Rodríguez Larreta y la
gobernadora, María Eugenia Vidal, pidiendo que lo voten por favor en estas
elecciones, que es fundamental que lo hagan para seguir con el cambio.
Hay una súplica, un pedido que
pareciera ascender al cielo de las emociones de los posibles votantes. Ruego
que, si proviniera de un alma pía, piadosa o caritativa, de un miserable que
cae de hinojos en la puerta de un convento, cobraría cierto sentido, aunque
sabemos el horror que despierta la lástima. Porque, en ese caso, quien da una
limosna se coloca por encima, no mira al pordiosero como un igual; sus miradas
jamás se enfrentan. Una domina el escenario, la otra recorre con pudor y
vergüenza los rincones o directamente se cierra para ocultar su vergüenza. La
desgracia de la necesidad se postra, se inclina, besa los pies de quien da la
moneda que le sobra. Siglos de ejercicio de la beneficencia han calmado
conciencias, pero sobre todo, han perpetuado castas, privilegios de clase
frente a los mudos reclamos de la plebe, la chusma, los despreciables, los
nadie.
Cierra el aviso pidiendo, implorando
que lo acompañen. Solicitud que niega lo ocurrido con millones de argentinos
que fueron abandonados durante su gestión: jubilados, discapacitados, enfermos
que quedaron sin remedios, niños a los que cerraron escuelas, trabajadores que
perdieron su fuente de empleo, investigadores que sin recursos buscan otro
destino para desarrollar sus conocimientos, comerciantes que cerraron sus
negocios, pymes que se fueron al tacho. En suma, un 99% cayó de bruces al
precipicio. Tomando el coeficiente de Gini, si arrancamos en 2015 pasamos de
0,364 a 0,434 en la última medición del Indec; como si el objetivo expreso
fuera llegar a 1, unidad que manifiesta la máxima desigualdad y opone al 0,
máxima igualdad. Más claro, agua.
Los periodistas de los canales aliados
explican que el presidente, candidato a ser reelegido, sigue el riguroso
libreto de su gurú predilecto, Durán Barba, quien lo ha convencido que debe
apelar a las emociones: llorar, suplicar y, de ser necesario, enfurecerse,
mostrar rabia y estallar en improperios como lo ha hecho en el estadio de
Ferrocarril Oeste, donde incluso se le escapó un “carajo”, seguido de sorry.
Repiten y coinciden que es un alumno aplicado.
Un excelente actor en acción. Descartan también que ello obedece a una
estrategia del núcleo duro oficialista en forzar esta primera contienda que
saben perdida y les posibilitaría entrar en una segunda vuelta recuperados.
Sea como sea y, teniendo en cuenta que
una de las pocas cosas que el señor presidente tiene muy arraigado en su
memoria y que es su paso por el club Boca Juniors – razón de más para que
imitara al “topo Gigio” colocando sus manos a modo de las orejas del legendario
personaje e invocando al jugador Riquelme, en el acto de Ferro –, siempre
insiste con lo del equipo. A partir de esa mención nos extraviamos al intentar
identificar a qué equipo se refiere: al club azul y oro de sus amores o a los
amores de su reducido equipo íntimo, único ganador de estos tres años y
medio.
Por su parte Alberto Fernández, el
candidato del Frente de Todos, la mayor oposición, insiste en mostrarse como un
hombre común, dispuesto a responder a las necesidades de la gente común. Que no
es necesario tener detrás alguien que te diga qué decir, por no saber qué
decir. De allí también la anticipada negativa de Macri de participar en un
debate cara a cara, porque, como insiste Fernández, la formación del primer
magistrado es precaria y no puede volver a mentir como lo hizo en 2015 frente a
Daniel Scioli. Y si en algo ha sido claro Macri es que va a hacer lo mismo,
pero más rápido: asegurar las bases de un país para pocos. Un país para tan
pocos que le hace justicia a la hora de cerrar en Córdoba con unos seiscientos
simpatizantes, siendo que esa provincia le dio el triunfo en 2015.
En otro extremo ha estado el acto en el
Monumento a la Bandera en Rosario, llevado a cabo este miércoles
simultáneamente al de Córdoba, donde alrededor de 17 mil personas acudieron a
escuchar a la fórmula Fernández – Fernández, 19 candidatos a gobernadores de
provincias e intendentes bonaerenses que acompañaban a Axel Kicillof en su
carrera a la gobernación de la mayor provincia argentina. Firmantes de un nuevo
pacto federal, dispuestos a revertir las políticas impartidas desde el puerto.
Al cierre de la nota y pronta a entrar
en vigencia la veda electoral, Macri y Vidal, siempre fieles al libreto
desplegado y, rogando y exhortando nuevamente el voto de los más jóvenes y los
mayores de 70(quienes no están obligados a votar) inundan sus ojos con
lágrimas, de cocodrilo sin duda, cuando los millones de argentinos que los han
padecido tienen la grandeza de tragar sus lamentos y poner sus fuerzas en la
reconstrucción del país.
Sin embargo, detrás de la nube espesa
que rodea la furiosa campaña, obstinada en mostrar seguridades, fortalezas y
ocultar debilidades, hay miedo, un miedo confeso de ir preso.
Hay 92 causas flotando, señaló Jorge
Asis a la periodista Viviana Canossa a fines de abril de este año, cuando
todavía no había candidatos. Allí Canossa se sinceró diciendo que Macri le confesó
en un reportaje su miedo de ir preso. Seguramente en la intimidad, sospecha que
la urdimbre jurídica que lo protege tendrá fisuras si gana la oposición y
saldrán a la luz aquellas causas, actualmente cajoneadas. Algunas de las cuales
han espantado a la prensa internacional, llegando a nominarlo como el
presidente más corrupto del mundo. Todo puede blindarse menos o también, Google,
conforme ingresos recientes.
Por favor entonces, este domingo
recuperemos la racionalidad, recuperemos la Patria, la nación y sus
instituciones. Sabemos que es una confrontación única, una lucha de David
contra Goliat, un Goliat más parecido a Polifemo, torpe que con un solo ojo
lleva a la catástrofe. Pero la esperanza y el fervor vienen creciendo desde
todos los rincones del territorio de este maravilloso país dispuesto a ponerse
en marcha nuevamente.
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