En el
Congreso de la República sigue predominando una alianza que articula intereses
empresariales, militares y políticos que persiguen consolidar normas que garanticen
privilegios, impunidad y represión.
Mario Sosa / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
Esta agenda legislativa,
profundamente regresiva, está integrada por propuestas de iniciativas
legislativas que ni por asomo buscan beneficiar a las grandes mayorías sociales
y a los sujetos más vulnerables. Menos aún están dirigidas a resolver los
graves problemas nacionales.
Tales
iniciativas se dirigen a proteger y beneficiar intereses de poder económico,
por ejemplo a empresas vinculadas con la distribución eléctrica, la seguridad
privada y las vallas publicitarias. En ese sentido, han sido planteadas
reformas que penalizan y aumentan las penas para aquellas personas que incurran
en lo que ha sido tipificado como «robo de fluidos», sin considerar las causas
que orillan a comunidades enteras a huelgas de pago que cuestionan el cobro
excesivo del servicio de energía eléctrica y proponen una política alternativa
de «nacionalización de la energía» para garantizar ese derecho. Antes que
solución al problema, se opta por una política exclusivamente represiva, que
busca garantizar las enormes ganancias empresariales, mientras se obvia el
problema histórico de falta de acceso a energía y los abusos que padecen, en
especial, sectores rurales en condiciones de pobreza.
Con
el mismo sentido se promueven reformas a la ley que regula los servicios de
seguridad privada para disminuir los requisitos, calidades y controles de su
funcionamiento, es decir, para proteger un negocio altamente lucrativo,
cimentado en un mecanismo de privatización de la protección que no resuelve,
sino que, por el contrario, impide la gestión de una política coherente de
seguridad ciudadana. Por otro lado, se promueven una mayor liberación para la
colocación de estructuras de vallas publicitarias en espacios públicos y la
extensión de plazos en los permisos correspondientes.
En
esta agenda legislativa también se busca reformar la Ley Constitutiva del
Ejército con el objetivo de garantizar aumentos presupuestarios y mejoras
económicas para el segmento de oficiales que controla el aparato castrense, aun
cuando esto implique afectar otros rubros estratégicos e indispensables como
los de educación y salud.
En cuanto a los intereses de estructuras criminales, se han propuesto
reformas a la Ley de Extinción de Dominio con el objetivo de dificultar que
bienes capturados a estructuras del narcotráfico pasen a ser propiedad del
Estado. Asimismo, se busca reformar la Ley de Antejuicio para evitar que
funcionarios sobre quienes se interponen solicitudes para que se allanen los
procesos de investigación en su contra no pasen por la Corte Suprema de
Justicia y se vayan directo al Congreso. Complementariamente, se busca permitir
la excarcelación, la detención domiciliar e incluso la indemnización de personas
privadas de libertad, claramente para beneficiar a militares, empresarios y
políticos capturados por casos de corrupción, crimen organizado y
financiamiento electoral ilícito a partir de 2015. Por último, y tan grave como
lo anterior, se busca reformar la Ley de Reconciliación Nacional con el
propósito de amnistiar a violadores de derechos humanos y a responsables de
crímenes de lesa humanidad durante la guerra.
Para cerrar el círculo legislativo vicioso, se pretenden aprobar leyes
de control y represión contra la protesta social y la defensa de derechos. Así
pueden interpretarse aquellas iniciativas que buscan la anulación del derecho a
la negociación de pactos colectivos en un contexto donde los derechos de la
clase trabajadora son violados cotidianamente, sin que existan mecanismos
eficaces para su protección. En ese orden de ideas, se busca penalizar los
conflictos laborales y sancionar a los trabajadores en caso de que incurran en
acciones que serían tipificadas como ilegales. Se busca, al mismo tiempo,
incorporar nuevos tipos penales y aumentar penas en lo relativo a la usurpación
agravada y a la alteración de linderos, lo cual lleva una dedicatoria a
organizaciones y comunidades que luchan por sus derechos de posesión y
propiedad o que ocupan fincas como mecanismo para exigir derechos laborales
violados. Se pretende también calificar de terroristas acciones de protesta de
calle cuyo fin suele ser demandar derechos y atención a problemas sociales
desoídos y negados por el Estado.
Estas tentativas legales, profundamente antidemocráticas y regresivas,
se complementan con políticas del mismo tipo instituidas por el Organismo
Ejecutivo y otros órganos estatales.
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