EE.UU.
está decidido a tener un rol cada vez más activo -y ampliamente cuestionable-
en nuestra región. Es tarea de las y los latinoamericanos poner un freno a ese
injerencismo. ¿Será Argentina la nueva punta de lanza, tal como sucedió en 2005
en Mar del Plata?
Juan Manuel Karg / Página12
Primero
fue Evo Morales Ayma: el presidente boliviano, que busca un nuevo mandato,
denunció a fines de julio que EE.UU. había enviado agentes de inteligencia a su
país, en vías a reunirse con la oposición a su gobierno de cara a las
elecciones de octubre próximo. “Quiero que sepan, el Departamento de Estado de
Estados Unidos está enviando sus agentes de inteligencia. Estamos informados:
están reuniéndose con algunos comités cívicos. ¿Qué estarán planificando? ¿Qué
mentira estarán inventando otra vez?” dijo el Jefe de Estado, que suele
confrontar públicamente con el país del norte, desde una agenda
anti-imperialista, desde antes de llegar al gobierno.
Luego
fue Rodolfo Nin Novoa, canciller de Uruguay: afirmó días atrás que Estados
Unidos "se mete en la campaña electoral" uruguaya. ¿Qué fue lo que
provocó el encono del canciller del Frente Amplio? La decisión de EEUU de
emitir un alerta a los turistas que visiten Uruguay en torno a la inseguridad.
"Es notorio que el tema de la seguridad está en la campaña electoral en
Uruguay. Hay un plebiscito planteado (Vivir sin miedo) para reformar la
Constitución y endurecer las medidas para combatir el delito. Es uno de los
ejes de campaña del Partido Nacional" recordó Nin Novoa, vinculando la
campaña doméstica de la derecha con el anuncio de Washington.
Es
interesante otra frase de Novoa para graficar porqué cree que EEUU. intenta un
cambio de gobierno en Uruguay. "No tengo ningún dato más que la historia
de Estados Unidos en los últimos 50 años" afirmó el canciller, con gran
poder de síntesis. Si bien tiene razón en cuanto a los frondosos antecedentes,
por ahí no hace falta ir tan atrás: el ex presidente Lula da Silva, en sus
recientes entrevistas en la cárcel de Curitiba, denunció el involucramiento del
Departamento de Justicia de EE.UU. con el juez Moro, algo que aparece con
sutileza en los chats filtrados por el periodista Glenn Greenwald. Moro, que
condenó a Lula, es ahora Ministro de Bolsonaro, quien llegó al Planalto por esa
condena. Viene bien recordar la secuencia completa para darnos cuenta del
absurdo que fue aquella elección en el país más importante del continente.
En
Argentina, la connivencia del actual presidente de la Nación con EE.UU. viene
de larga data: el periodista Santiago O´Donnell documentó cómo Macri, cuando
era Jefe de Gobierno, pedía en la Embajada de EE.UU. mayores presiones sobre
Néstor Kirchner y aseguraba que Washington era "pasivo y permisivo"
con el ex presidente, algo que se desprende de los cables filtrados en
WikiLeaks. El antecedente directo era el "No al ALCA" de 2005 en Mar
del Plata, en el cual Kirchner tuvo una destacada actuación como anfitrión,
junto a Lula y Chávez. Luego del kirchnerismo, Macri llegó a la Rosada: se
vinculó primero con Obama, apoyó a Hillary Clinton y, tras su derrota, giró
velozmente a un trumpismo irreflexivo e incondicional, bajo la necesidad de que
este lo apoye en el rescate del Fondo Monetario Internacional.
Visto
estos antecedentes, y reflexionando sobre lo que sucede en Bolivia y Uruguay,
surge una pregunta crucial: ¿cómo estará actuando EE.UU. en la decisiva
elección de Argentina, aquella que puede cambiar la correlación de fuerzas a
nivel regional? Es tarea del mundo académico y periodístico investigar
rigurosamente y responder sin vacilaciones a esa pregunta, decisiva para el
futuro de una democracia no tutelada en nuestro país. En estas elecciones
presidenciales Argentina no solo define quien se sienta en Balcarce 50: también
define si tendrá (o no) márgenes de autonomía en un mundo que va camino a una
confrontación cada vez más nítida entre EEUU y China, como lo muestra la
escalada arancelaria y una posible guerra de monedas. Por los ejemplos que
hemos visto en este artículo, y como parte de esa misma puja con China, EE.UU.
está decidido a tener un rol cada vez más activo -y ampliamente cuestionable-
en nuestra región. Es tarea de las y los latinoamericanos poner un freno a ese
injerencismo. ¿Será Argentina la nueva punta de lanza, tal como sucedió en 2005
en Mar del Plata?
Juan
Manuel Karg es politólogo UBA. IIGG - Facultad de Ciencias Sociales
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