La
inquebrantable defensa de los derechos de los migrantes y los refugiados debe
estar en el centro de cualquier agenda progresista o proyecto libertador en
estos momentos de crisis del capitalismo global.
William I. Robinson * / ALAI
Estados
Unidos es actualmente el epicentro en la guerra contra los migrantes y los
refugiados librada por el estado policiaco global, al igual que es la zona cero
para la resistencia a dicha guerra. El anuncio emitido por la administración
Trump a mediados de julio de que la agencia de Inmigración y Control de Aduanas
(ICE, por sus siglas en inglés) llevaría a cabo redadas y deportaciones a lo
largo del país se topó con las protestas masivas y las manifestaciones de solidaridad
en centenares de ciudadanos y aldeas alrededor del país.
La
marea de oposición a las brutales políticas hacia los migrantes y refugiados en
Estados Unidos y otros estados capitalistas alrededor del mundo ha sido
impulsada en su mayor parte por la apelación moral a la justicia social. Esta
indignación moral es crucial, ya que moviliza a la gente hacia la acción,
reafirma nuestra humanidad, y pone a los agentes criminales del estado
policiaco a la defensiva. La inquebrantable defensa de los derechos de los
migrantes y los refugiados debe estar en el centro de cualquier agenda
progresista o proyecto libertador en estos momentos de crisis del capitalismo
global. Sin embargo, en la perspectiva estratégica mas amplia, el movimiento en
defensa de estos derechos debe ir mas allá de la persuasión moral en si. Es
necesario plantear un análisis de las fuerzas políticas y estructurales que
impulsan la guerra contra los migrantes y refugiados. Al respecto, he aquí
cinco consideraciones entrelazadas:
Primero,
mientras el capitalismo global se hunde cada vez mas en una crisis de
legitimidad, ha habido una fuerte polarización política alrededor del mundo
entre una izquierda renaciente y el resurgimiento de una ultra-derecha que en
estos momentos promueve una movilización fascista. Esta movilización fascista
se basa en el esfuerzo por organizar una base social entre aquellos sectores
mas privilegiados de las clases obreras globales que, frente a la globalización
capitalista, experimentan una cada vez mayor precariedad, desestabilización, y
movilidad hacia abajo. Los grupos dominantes deben canalizar la ansiedad social
de masa entre estos sectores hacia las comunidades mas vulnerables que pueden
servir de chivos expiatorios para la crisis. La incesante represión de los
migrantes y refugiados, la retórica fanática de Trump de “construir el muro”,
el discurso racista de la criminalización, sirven para estos fines. La defensa
de los migrantes y refugiados es crucial en la lucha contra el fascismo del
siglo XXI.
Segundo,
la cada vez mas rígida división de la clase obrera global entre ciudadano e
inmigrante resulta por doquier en la fragmentación y la desorganización de las
clases trabajadoras y populares. Esta división es un nuevo eje de desigualdad
mundial que facilita la súper-explotación por parte del capital transnacional
de los trabajadores migrantes, quienes se ven sometidos a los mecanismos de
súper-control del estado capitalista. Para estos fines, las fronteras deben ser
convertidas en zonas militarizadas de guerra, los migrantes y refugiados deben
ser racializados, y los estados deben intensificar el control represivo sobre
estos grupos. El refrán popular “los derechos inmigrantes son derechos
laborales” no es mera retórica. La defensa de los migrantes y refugiados – la
vasta mayoría de los cuales son trabajadores pobres – es fundamental para la
lucha de la clase obrera en su totalidad.
Tercero,
la guerra contra los migrantes y refugiados y sus conexas dimensiones
discursivas e ideológicas desvía la atención de los fracasos alrededor del
mundo del capitalismo global. El telón de fondo de la actual crisis de
refugiados en Estados Unidos, por ejemplo, es la segunda implosión de
Centroamérica, reflejando la crisis en espiral del mismo capitalismo global.
Esta implosión es el resultado de una nueva ronda del desarrollo capitalista
desatada en la región centroamericana a raíz de los levantamientos de los 1980
al ritmo de la globalización. En 2015, había 232 millones de migrantes
internacionales y 740 millones de migrantes internos, de acuerdo con la
Organización Internacional de Migración. A lo largo del mundo, la globalización
capitalista ha desplazado a millones, convirtiéndolos en refugiados huyendo del
colapso económico, conflagración social, conflicto militar, y cambio climático,
lo que sugiere que la marea de migrantes y refugiados probablemente se vuele
maremoto en los años venideros. Los migrantes y refugiados del siglo XXI
constituyen un símbolo potente de la catástrofe que representa el capitalismo
global. Exponiendo y revelando esta catástrofe contribuye a resistir el
subterfugio de la retórica anti-migrantes en tanto identifique las causas
verdaderas de la crisis de migrantes y refugiados.
Cuarto,
las desigualdades globales nunca han sido tan agudas. El uno por ciento mas
rico de la humanidad ahora controla mas de la mitad de la riqueza del planeta,
mientras el 80 por ciento inferior de la humanidad tiene apenas el 4.5 por
ciento de esa riqueza. La globalización capitalista ha ampliado las filas de la
humanidad superflua. De acuerdo con la Organización Internacional de Trabajo
(OIT), ya para finales del siglo XX, una tercera parte de la humanidad se
encontraba excluida de la economía global. Hasta la CIA se sintió obligada a
advertir en 2002 que, para virajes del siglo, un asombroso mil millones de
trabajadores, representando una tercera parte de la fuerza laboral mundial, la
mayoría de ellos en el Sur Global, se encontraban o en el desempleo o el
sub-empleo. Los grupos dominantes enfrentan el desafío de cómo contener la real
y la potencial rebelión de la humanidad superflua y desviar las tensiones que
genera la aguda desigualdad global. Para este fin, los agentes corporativos y
políticos del capitalismo global vienen desarrollando y desplegando vastos
nuevos sistemas transnacionales de control social y represión. La batería de
vigilancia y represión empuñada contra los migrantes y refugiados es apenas la
punta mas expuesta de un arsenal de guerra mas grande empuñado contra los
desposeídos y los marginados en todo el mundo y en la última instancia contra
todos aquellas que no se conforman con, o que enfrentan el desafío de
sobrevivir en, el orden capitalista mundial. Defender los migrantes y
refugiados es defender los intereses de la vasta mayoría de la humanidad.
Quinto,
estos nuevos sistemas de control y represión son enormemente rentables en
momentos en que la economía global enfrenta una profunda crisis de lo que los
economistas políticos califican como la sobre-acumulación, es decir, una masiva
cantidad de excedente de capital acumulado que no encuentra salidas para la
reinversión rentable. La acumulación militarizada y acumulación por represión
abarca los sistemas de encarcelamiento de masa, los centros de detención de los
migrantes y los regímenes de deportación y control de refugiados, la vigilancia
de masa, la policía urbana, el despliegue de los ejércitos de paramilitares,
mercenarios, y fuerzas de seguridad, etcétera. Todos estos se han convertido en
importantes fuentes de hacer ganancias que han ayudado a contrarrestar las
presiones de la sobre-acumulación. Vivimos en la actualidad en una economía
global de guerra que depende de que los estados organizan las guerras, el
control social y la represión. Cada fase de la guerra contra los migrantes y
refugiados se ha convertido en fuente de ganancias, desde los centros
privatizados de detención y la provisión de servicios en estos centros, hasta
la contratación de empresas privadas por parte del estado para transportar a
sus países de origen a los deportados, y el equipamiento bélico de ejércitos de
agentes fronterizos. La defensa de los migrantes y refugiados está en la
vanguardia de la resistencia a una economía política global que arroja a la
humanidad en un estado permanente de guerra mientras nos priva de una economía
que podrían satisfacer las necesidades de la humanidad.
* William
I. Robinson es Profesor de Sociología, Estudios Globales, y Estudios
Latinoamericanos, Universidad de California en Santa Bárbara
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