En
2019 presenciamos una vez más el pretexto anticomunista para seguir defendiendo
un orden oligárquico con el agregado de que ahora ese orden es corrupto y mafioso.
Con Giammatei se afianzará en el Estado el grupo de intereses oscuros y
clandestinos que habitan en las cañerías del sistema político.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Entre los análisis que se han publicado sobre las
causas del triunfo de Alejandro Giammatei en la segunda vuelta electoral en
Guatemala, se han mencionado dos: la primacía del voto emocional entre los
electores y los anticuerpos de Sandra Torres. Se ha dicho que Torres es
especialista en hacer presidente a quien se le enfrenta en un proceso
electoral. Más seriamente, otro análisis refiere que en una encuesta de
CID-Gallup ninguno de los encuestados aludió al Plan de Innovación y
Desarrollo de Giammattei como motivo
para su victoria. En efecto, los votantes en
deciden más por imágenes y emociones que por programas y los negativos
de los candidatos juegan un rol importante sobre todo en un sistema de segunda
vuelta. Así las cosas, debe preguntarse cuál fue el contenido del referido voto
emocional y el de los anticuerpos de la candidata perdedora.
El domingo 11 de junio se enfrentó el referido voto
emocional contra una maquinaria electoral que se suponía podría triunfar en un
contexto de alto abstencionismo. La UNE de Torres ha sido el partido más
estructurado en los últimos años y además contaba con la capacidad movilizadora
de diputados y alcaldes. Lo cierto es que aun en el contexto de un alto
abstencionismo (57%), que favorece al partido con más voto duro y con mayor
estructura electoral, la UNE no pudo sobrepasar a lo que se ha llamado el voto
emocional. Y ese voto emocional se fincó sobre todo en una añeja campaña de
satanización de Sandra Torres que en esta ocasión se vio recrudecida con un
anticomunismo sorprendente en tanto que Torres no tiene nada de comunista. El
lunes 12 han circulado en las redes imágenes de un Cristo o una Virgen de la
Asunción protegiendo a Guatemala, también la de un quetzal desgarrando una bandera roja con la hoz y el
martillo… mis amistades anticomunistas celebran que Guatemala se haya salvado
del “Socialismo del siglo XXI” y un querido amigo derechista me espeta que lo
sucedido me debe convencer de “que el comunismo nunca triunfará en Guatemala”.
Para morirse de risa si no fuera que lo sucedido en Guatemala la sumirá más en
la corrupción, la miseria y la represión.
En 1954 la oligarquía recurrió a la propaganda
anticomunista para derrocar a Arbenz. La
reacción dijo que su lucha era “la liberación” de Guatemala con respecto al
comunismo. En realidad la oligarquía, los partidos de ultraderecha, la iglesia
católica, luchaban por restaurar el orden oligárquico instaurado en la colonia
y el siglo XIX. En 2019 presenciamos una vez más el pretexto anticomunista para
seguir defendiendo un orden oligárquico con el agregado de que ahora ese orden
es corrupto y mafioso. Con Giammatei se afianzará en el Estado el grupo de
intereses oscuros y clandestinos que habitan en las cañerías del sistema
político. La lucha anticorrupción será una simulación, veremos un incremento
del hábito represivo, la reedición de “la mano dura”, la profundización de las
medidas neoliberales. En suma, Guatemala
vivirá cuatro años más de camino al despeñadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario